Garbanzos con uvas pasas




Dicen que, para llevar una alimentación sana, deberíamos comer legumbres tres veces a la semana. En casa solemos alternar las lentejas con las alubias. Los garbanzos también nos gustan, pero los asociamos a comida de Cuaresma.

¿Y qué tienen que ver los garbanzos con la Cuaresma? Lo ignoro, pero siempre me sugieren penitencia. Y sino, escuchad esta historia que mi padre siempre nos contaba cuando éramos pequeños.

Había una vez en el pueblo un grupo de personas que habían prometido ir andando hasta Montserrat con los zapatos llenos de garbanzos como señal de penitencia. Eran horas y horas de larga caminata, pero el grupo iba contándose chistes y viejas historias. De esta forma el tiempo pasaba sin darse cuenta y, a pesar del dolor de pies, veían cada vez más posible conseguir su objetivo.




A pesar de todo,  los garbanzos que llevaban en las botas iban lacerando sus pies, y el dolor empezaba a ser tan intenso que muchos creían imposible llegar hasta la Virgen. Suerte tenían de Pepe que, o bien cogía por el hombro al más débil y le ayudaba a caminar, o bien cantaba con una voz tan ronca que ya nadie oía los gemidos sino las risas que aquella canción provocaba. Y así, entre sufrimientos y el deseo de llevar a cabo su objetivo, llegaron a Montserrat.

Lo primero que hicieron al pisar la montaña sagrada fue quitarse las botas, y ¡cuál no fue la sorpresa de todos al ver que Pepe tenía los pies casi intactos, y los garbanzos totalmente triturados! Ante la mirada atónita de todos los compañeros de viaje, dijo: "Antes de utilizar los garbanzos, siempre los pongo en remojo. ¿Vosotros no?"


Para hacer este plato también ponemos los garbanzos en remojo la víspera. A la hora de cocinarlos los aclaramos, los ponemos con agua tibia dentro de una olla y los dejamos hervir hasta que estén tiernos. Si queréis ahorrar tiempo, podéis comprarlos ya cocidos.

Ponemos aceite de oliva virgen extra en una sartén y, mientras se calienta, trituramos con el minipimer una cebolla y la ponemos en la sartén. Cuando esté dorada, añadimos los tomates, también triturados, y dejamos que se hagan hasta obtener una salsa espesa. Añadimos sal, y una cucharadita de azúcar para evitar la acidez del tomate.





A continuación añadimos los garbanzos cocidos y las pasas, a las que habremos sacado previamente los rabillos.





Ahora esperamos unos minutos a que terminen de haecrse y ya podemos servir esta comida tan saludable.


Ingredientes:

1 / 2 kg de garbanzos
1 / 4 kg de uvas pasas de Málaga
1 cebolla pequeña
2 tomates
aceite de oliva virgen extra
azúcar
sal






Hoy, mientras escribía esta receta, se me ha acercado mi hija mayor y me ha dicho "Estos garbanzos son realmente buenos. Muy buenos" . Confiad en su buen gusto y hacedlos. Me lo agradeceréis.



Tarta de cumpleaños





¿Recordáis vuestra primera cita? La nuestra fue el 5 de marzo de hace 21 años y aún hoy la celebramos. Es por ello que este año nos hemos regalado este pastel que queremos compartir con todos vosotros.

Muchas veces he pensado qué habría pasado si uno de los dos no se hubiera presentado esa tarde, como la película de Cary Grant, y hubiera seguido otros derroteros. Miro a mi alrededor e intento imaginarme qué otras personas y objetos formarían parte de mi existencia y de mis recuerdos. ¿Y sabéis qué? Soy incapaz de imaginarme mi vida de otra manera. Y es que otra vida sin mi familia no es posible.

Cada vez que Pere me coge la mano percibo aún la misma sensación que sentí la tarde de hace veintiún años. ¿Cómo habría podido vivir sin experimentar una y otra vez la misma emoción?

Así, para agradecer tantos años de vida en común, quisiera celebrarlo con un pastel adecuado para la ocasión y al gusto de todos. Hacía días que estaba meditando los ingredientes, la forma y la decoración, y al final me he decidido por uno clásico: bizcocho con trufa y adornado con nata y chocolate.





Si queréis saber por qué motivos lo he elegido, a continuación os lo explico con detalle. ¿Cuando uno está enamorado no camina como si estuviera en una nube? ¿Y qué hay más parecido a una nube que una nata bien montada?

He hecho tres pisos de bizcocho, suaves y amorosos, como los tres hijos que tenemos. La trufa, hecha de nata y chocolate, es la simbiosis de dos elementos contrarios, blanco y negro, hombre y mujer, Pere y yo. Aunque, bien mirado, quizá no somos tan diferentes como creo, pues hubo gente que al saber que salíamos juntos nos dijeron que éramos dos cromos iguales que, por fin, se habían encontrado.

No todo han sido rosas en estos veintiún años. Ha habido muchas piedras, e incluso rocas, que nos han hecho tropezar en este largo recorrido, pero con paciencia y amor hemos podido vencer todas las contrariedades. He pensado que una buena manera de simbolizarlo sería con unos corazones macizos de chocolate, duros como las piedras que hemos podido superar con nuestro amor.

Y no estamos solos. Tenemos familia y amigos, los que quizá no dedicamos la atención que quisiéramos y que se merecen, pero no por ello dejamos de pensar en ellos ni de quererlos. Y para que todos sepan que siempre nos acompañan, los he representado con los corazones que rodean este pastel, formando parte de nuestra vida.





Si os ha gustado el aspecto de esta tarta y queréis hacerla, ahora os explico paso a paso cómo hacerlo.

Podemos elaborar un bizcocho y una vez hecho, dividirlo en tres pisos. O bien hacer tres planchas de bizcocho y cortarlas con la ayuda de un plato grande en forma circular. Yo me he decantado por esta última opción.

¿Cómo hacer el bizcocho? Es muy fácil. Montad las claras a punto de nieve con la ayuda de una batidora eléctrica. Si hay alguien que no sabe qué es el punto de nieve, que mire la imagen siguiente y lo entenderá. ¡Está boca abajo y no cae! ¡Y no hay truco!





Para hacer la trufa, fundimos al baño María el chocolate y la nata y un poco de azúcar glas. Cuando esté todo bien deshecho, lo batimos un poco y lo dejamos enfriar. Lo ponemos en la nevera al menos 4 horas.

Encendemos el horno a 180º. En un bol ponemos las yemas y el azúcar y lo batimos bien hasta que blanquee. Ponemos ralladura de limón, y poco a poco vamos poniendo la harina mezclada con la levadura. Si vemos que nos queda una pasta demasiado seca y nos cuesta trabajar, le añadimos unas cucharadas de clara. Finalmente incorporamos el resto de las claras con movimientos envolvientes.

Vertemos la pasta sobre papel de horno, alisamos con una espátula y la horneamos durante 10 minutos como máximo.





La sacamos del horno y la dejamos enfriar. Hacemos dos más de la misma manera.





Cortamos las láminas en forma circular, todas del mismo tamaño.






Sacamos el chocolate y la nata que tenemos en la nevera y con una batidora eléctrica preparamos la trufa. Monta en seguida. Tenemos que estar al acecho, porque si nos pasamos, la echaremos a perder. Ponemos la mitad sobre un piso de bizcocho.






Tapamos con otro piso de bizcocho y ponemos el resto de la trufa.






Acabamos poniendo el último piso de bizcocho. A continuación, montamos la nata, a la que habremos añadido un poco de azúcar en el último momento, y empezamos a extenderla con mucho cuidado hasta cubrir los lados de la tarta.





Con la nata que nos queda adornamos la parte superior.





Queda bonita, ¿verdad? Ahora sólo hay que adornarla. Y aquí que cada uno haga uso de su imaginación. ¿Qué os parecen estos corazones de chocolate?





Y ¿qué me decís de estos vitrales con corazón incorporado?






Una vez terminada, hay que guardarla en la nevera. Esta tarta es de tamaño bastante considerable. Si la queréis más pequeña, sólo tenéis que reducir las cantidades indicadas.


Ingredientes:

Para hacer el bizcocho:
9 huevos en total, 3 para cada lámina (3 +3 +3)
300 g azúcar (100 +100 +100)
300 g harina (100 +100 +100)
3 cucharaditas de levadura (1 +1 +1)
ralladura de limón

Para hacer la trufa:
500 ml de nata
375 g chocolate
75 g azúcar glas

Para adornar:
500 ml nata
50 g azúcar glas

Para las figuras de chocolate:
350 g chocolate





Da pena comérsela, pero ¡esta celebración se lo merece! Dedicada a Pere con todo mi amor.