Piña rellena de crema





Estaba convencido de tener un mal incurable. ¿Cómo se explica, sino, que los médicos decidieran volver a cerrar la herida poco después de haberle abierto el pecho?

Y mirando el cielo a través de la ventana del hospital, estaba seguro de no haber encontrado la felicidad a pesar de haberse pasado toda la vida buscándola.

Recordaba el joven que fue, dedicado desesperadamente a acumular dinero, porque imaginaba que cuanto más tuviera, más feliz sería. Pero llegó el día en que dejó de obtener satisfacción de su fortuna, y creyó que sólo en el poder podría hallar la felicidad.

Tras años de arduo trabajo, consiguió un gran reconocimiento,  que no pudo compartir con nadie porque por el camino se había ido quedando sin familia y sin amigos. Y fue entonces cuando pensó que había llegado el momento de entregarse al placer hasta el final de sus días. Sin embargo, ¡qué poco le iba a durar!

Ahora, postrado en la cama, se estremecía al ver que su corazón estaba tan vacío como su vida. ¿Había estado buscando quizás algo inexistente?

El vuelo alegre de una mariposa al otro lado del cristal distrajo  sus pensamientos.




Desconozco cuáles son los caminos para alcanzarla, pero yo me esfuerzo en encontrar una pizca de felicidad en los pequeños detalles cotidianos.

Si vosotros pensáis que comer esta piña con crema hará que vuestro corazón lata más feliz, animaros a hacer esta receta.

Lavamos las piñas y las partimos por la mitad de arriba abajo. Con la punta de un cuchillo marcamos toda la piña dejando 1 cm todo alrededor, y vamos sacando la pulpa ayudándonos con una cuchara.




Ponemos en un plato boca abajo las medias piñas para que suelten todo su jugo. Eliminamos la parte dura de la pulpa y cortamos el resto en trozos pequeños.

Preparamos la crema pastelera tal como explicamos aquí. Una vez hecha, le añadimos el jugo que ha soltado la piña. La tapamos con film, procurando que éste toque toda su superficie, y la dejamos enfriar.

Una vez fría, añadimos los trozos de piña, mezclamos bien y rellenamos las piñas. Las decoramos con grosellas, o con unas bolas de piña y unas flores.




Ingredientes:

5 piñas baby
crema pastelera

Ingredientes para la crema pastelera:
300 ml leche
4 yemas
125 g azúcar
40 g Maizena

grosellas o flores para decorar


Si no encontráis piñas baby comprad piñas de tamaño pequeño, aproximadamente de 1 kg y cuarto), y servid media piña por persona.




Estoy segura que comer estas piñas os hará un poco más felices. Y también leer El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy. Anagrama (Col. Panorama Narrativa). Barcelona, 2006. No esperéis a conseguir en otra vida lo que tenéis en ésta al alcance de vuestra mano.


Faláfel





Mi madre sólo tuvo uno, y no creo que fuera por cuestión de paciencia, sino por el amor que le tenía, la ilusión de sentirlo siempre cerca y la gratitud por todos los buenos momentos ofrecidos.

Yo, producto de una época de desenfreno, puedo contabilizar unos cuantos en mi vida, y aún ahora no puedo evitar una sonrisa libidinosa cuando recuerdo los tiempos en que tenía dos a la vez y los hacía ir de cabeza.

El pasado miércoles me invitaron a una cena de gala. Fue una velada inolvidable tanto por la simpatía de todos los bloggers con quien compartí mesa (A mí me gusta comer , Bon profit, Cocina para emancipados , Decuina , El cocinero fiel , Elena en su salsa , In the Mood for Food , La cocina de sara , La quinta de Luculus , Malalua , Pa amb tomàquet , Sabores de colores , Sucre i vainilla ), como por la generosidad de los anfitriones (Braun), y  la belleza del lugar (The glass room).

Fue cuando me lo presentaron que el corazón me dio un vuelco. Figura esbelta, look moderno, elegancia absoluta en el vestir ... y dotado de un ritmo increíble. ¡Sin duda, amor a primera vista!

Agradezco a Coco de Bloguzz   la amabilidad que tuvo en invitarme a la presentación de esta maravilla, y del concurso que ha organizado Braun para vivir una experiencia realmente sorprendente.




Me enamoré de él, sí, pero no pienso dejar arrinconado el Minipimer que hasta ahora me ha acompañado en todas mis recetas. Ved, por ejemplo, qué croquetas vegetarianas le preparo a mi hija. Se llaman faláfel, y son típicas de Oriente Medio.

Son mucho más rápidas de hacer que las croquetas de pollo y jamón, y al comértelas nunca dirías que están hechas con garbanzos crudos. Si las queréis hacer, aquí tenéis la receta:

Llenamos un cazo con aceite de oliva y lo ponemos al fuego que se vaya calentando muy lentamente.

Con el accesorio picador del Minipimer picamos bien pequeños los garbanzos que habremos tenido en remojo durante 24 horas como mínimo. Añadimos la cebolla, el ajo y el perejil, y los trituramos hasta que queden bien finos.




Mezclamos con los garbanzos la harina, la sal y las especias. Hacemos bolitas de unos 30 g de peso y las rebozamos con pan rallado.

Una vez el aceite esté bien caliente, ponemos las croquetas y veremos que en menos de un minuto ya se han dorado. Las sacamos y las dejamos sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.




Ingredientes (para 10 croquetas):

250 g de garbanzos remojados
10 g cebolla tierna
1 g ajo
4 ramas de perejil (sólo las hojas)
25 g harina de garbanzos
1 pizca de sal
1 pizca de curry
1 pizca de jengibre molido
1 pizca de pimentón picante molido

pan rallado
aceite para freir




Si mi Minipimer, que ya tiene casi cuatro años, me permite hacer cosas tan buenas como estos faláfel, ¿qué no podré hacer con el Minipimer de última generación que pronto tendré en casa?

Mientras pienso una receta, disfrutad leyendo El amante de mi madre, de Urs Widmer. Siruela, 2001.

Turrón de chocolate y avellanas




Hacía años que no miraba todo lo que había ido escondiendo dentro del armario. Allí se acumulaban regalos inútiles, objetos inservibles y trastos de fealdad considerable que había recibido desde el día que se había casado.

De repente, un escalofrío aterrador recorrió todo su cuerpo cuando pensó que podían llegar a ser una metáfora de su propio matrimonio. Y no estaba decidida a aceptarlo.

Fueron los quince días más frenéticos de su vida, pero logró venderlos todos. Y con las ganancias obtenidas, sorprendió a su pareja con un fin se semana romántico en una ciudad europea.




Nos gusta regalar pero demasiado a menudo pensamos que cuanto más dinero nos cuestan, más aceptación tendrán, y vamos muy equivocados. Un detalle preparado por nosotros con todo cariño puede convertirse en el obsequio más preciado.

Mirad sino el regalo que he hecho estas fiestas, y que podemos ofrecer  en cualquier época del año, porque... ¿a quién no le gusta el chocolate?

Tardaréis más en hacer un envoltorio bonito que en preparar el turrón. Yo he utilizado un molde especial que hace más de veinte años que tengo, pero también nos puede servir cualquier otro de plástico fino, ya sea redondo, ovalado ...

Empezamos fundiendo el chocolate en el microondas o al baño María. Mientras esperamos que enfríe un poco, pelamos las avellanas.

Cubrimos la base del molde con avellanas. Vertemos un poco de chocolate por encima hasta cubrirlas. Volvemos a esparcir unas cuantas avellanas y las cubrimos con más chocolate.

Agitamos  un poco el molde para sacar las burbujas de aire y lo ponemos en la nevera toda la noche. Al día siguiente, lo desmoldamos y le hacemos un envoltorio lo más bonito que sepamos.




Ingredientes:
(Las cantidades dependerán del tamaño del molde)

Chocolate Nestlé Postres
Avellanas tostadas




Hoy os obsequio con un libro de Cecilia Ahern, Un regalo del cielo. Ed. Planeta. Barcelona, 2010.

Roscón de Reyes




Querido Rey Gaspar:

siempre has hecho realidad mis sueños, y por eso te quiero mucho, pero este año no te pediré muñecas, puzzles ni libros.

Mis papás dicen que los juguetes del año pasado todavía están nuevos y que me pueden servir un año más, y que te pida unos zapatos porque los que llevo tienen agujeros y se me mojan los calcetines cuando llueve.

Como eres mágico ya sabes que me haría mucha ilusión tener unos zapatos tan bonitos como los que lleva mi amiga Esther, pero lo que necesito este año es una bolsa llena de pan, patatas o lo que tú quieras poner.

Desde que papá se quedó sin trabajo, mamá está cada día más delgada. Yo creía que la tristeza le había quitado el hambre pero ayer, escondida detrás de la puerta, oí a la vecina que traía un poquito de caldo para mamá y le decía que, si nos daba toda la comida a nosotros, ella acabaría enfermando.

Sólo te pido comida para que mamá no se ponga malita. Sé que es muy difícil lo que te pido, pero confío en tu magia. Y ¡ojalá puedas conseguir, con la ayuda de Melchor y de Baltasar, que ninguna mamá del mundo pase hambre!



Teresa Gimferrer





Desde niña, Gaspar ha sido mi rey preferido. Y siempre me lo he imaginado con la misma majestuosidad y pompa que presenta el Roscón de Reyes que he hecho este año. El año pasado lo hice relleno de cabello de ángel, que también es una buena opción, si sois golosos.

Cuando vi los roscones individuales de Iscariote, de El Aderezo, enseguida pensé que los tenía que hacer, pero al final -siguiendo paso a paso su receta- he acabado haciendo una presentación tradicional.



Si os digo que hacía 10 cm de altura, ¿cuál será vuestra impresión? ¡Yo tan sólo puedo deciros que era super-esponjoso, espectacular y buenísimo! Y aquí tenéis la receta:

Hacemos la masa madre deshaciendo la levadura con la leche tibia. Añadimos la harina, mezclando todo con una espátula. Cuando tengamos una masa uniforme y sin grumos, tapamos el bol con film transparente y la dejamos reposar 1 / 2 hora hasta que doble el volumen.

A partir de ahora podemos utilizar un cuenco para hacer la masa, pero yo he usado la panificadora.




Primero mezclamos el azúcar con las raspaduras de limón y de naranja. Añadimos la leche, la miel, el coñac y el agua de azahar. Mezclamos bien, y a continuación vertemos la mantequilla blanda. Luego, los huevos.

Añadimos la masa madre, seguimos mezclando y acabamos incorporando la harina junto con la sal. Si no tenéis panificadora, este último paso lo tendremos que hacer amasando con las manos.

Ponemos la masa en el horno a 35 º dentro de un cuenco de grandes dimensiones, tapada con un paño de algodón, durante 1 hora o hasta que haya doblado su volumen.

Enharinamos el mármol, vertemos la masa y la amasamos un poco para desgasificarla. La volvemos a poner al horno dentro del cuenco, tapada, 1 hora y media.

Preparamos el molde desmoldable de 26 cm, forrando con papel de horno. Y para que el roscón nos quede con forma de corona, ponemos dentro del molde un aro de cocina, también forrado.

Con las manos untadas de aceite, dividimos la masa en 6 porciones. Hacemos 6 bolas y las ponemos sin que se toquen dentro del molde. Las pintamos con huevo batido, las tapamos con un paño de algodón y llevamos el molde al horno 1 hora más.





Subimos al temperatura del horno a 180 º. Volvemos a pintar con huevo la superficie del roscón, y esparcimos la almendra y el azúcar, que habremos humedecido con anís. Lo horneamos durante 25 minutos, pero cuando lleve 20 tendremos que estar alerta para que no se nos queme.

Sacamos el roscón del horno y lo dejamos enfriar antes de desmoldarlo. Decoramos con unas cerezas confitadas.




Ingredientes:

Para la masa madre:
100 ml leche tibia
30 g levadura de panadero (o 10 g de seca)
50 g harina de fuerza

Para la masa:
120 g azúcar glas
ralladura de 1 limón y 1 naranja
100 ml leche
1 cucharada de miel de azahar
2 cucharadas de coñac Torres 10
2 cucharadas de agua de azahar
150 g mantequilla blanda
3 huevos
500 g harina de fuerza
1 cucharadita de sal

1 huevo para pintar
almendra laminada
azúcar
anís
6 cerezas confitadas




Este año, por primera vez, he escondido dentro del roscón un haba, y no porque pretendía que quien la encontrara me pagara el roscón, sino porque a mi hija Núria le hacía ilusión encontrarla. Pero el afortunado ha sido Oriol.

Hoy os recomiendo El rey Gaspar, de Gabriel Janer Manila. La Galera (Col. Rems). Barcelona, 1976.



Pato mudo con manzana y salsa de nueces




Amelia Camprubí estuvo muda durante casi veinte años de su vida, y no por voluntad propia sino porque se le paralizó una parte del alma.

Después de no encontrar ninguna respuesta a la desaparición de su bebé en tierras americanas, decidió volver sola a su país, dejando atrás un matrimonio desdichado.

La música fue su consuelo y se aferró al violín como el marinero a su remo cuando ve tambalear la nave en un mar inhóspito.

Y no fue hasta que oyó la melodía interpretada por un joven alumno que inexplicablemente recuperó la voz. En ese preciso instante supo que el chico que tenía delante era su propio hijo.

-¿Sabes? Yo tuve un hijo que ahora tendría tu edad.




El pato que nos comimos el día de Navidad también era mudo pero desgraciadamente no tuvo la oportunidad de recuperar la voz.¡Y ya os podéis imaginar cuánto alegró con su acompañamiento los platos de nuestra mesa!

El año pasado os di la receta del pato a la naranja, y éste os lo presento con otra fruta, la manzana, y con una salsa muy suave.

Para hacerlo, encendemos el horno y lo ponemos a 200 º. Lavamos el pato, y lo sazonamos con sal y los granos de pimienta recién molidos. Ponemos los cuartos dentro de una bandeja  con el aceite, las cebollitas y las ramas de romero. Cubrimos con papel de aluminio y lo horneamos durante 1 h y 1 / 4.



Damos la vuelta a los cuartos de pato y los horneamos 30 minutos más. Luego,  les damos de nuevo la vuelta  y los dejamos 15 minutos más, esta vez sin tapar, para que cojan un tono dorado.

Mientras se cuece el pato, hacemos un caldo poniendo en una olla agua, el espinazo y el cuello del pato,  una zanahoria, un trozo de puerro y una rama de apio, y lo dejamos hervir todo  durante una hora. Después  colamos el caldo.

Cuando el pato ya está asado, ponemos unas cucharadas del aceite de la bandeja en un cazo. Picamos bien finas las cebollitas y las dejamos cocer hasta que empiecen a tomar color. Añadimos la harina, removemos bien durante un minuto y echamos el caldo caliente. Cuando tengamos una salsa bien ligada y sin grumos, añadimos el jerez y las nueces partidas en trozos grandes. Dejamos cocer unos minutos hasta que tenga la consistencia deseada.

Retireamos el pato, colamos el aceite de la bandeja y lo ponemos en una sartén. Pelamos las manzanas, las cortamos en 4 rodajas y las freímos en este aceite hasta que estén un poco blandas. Luego las ponemos sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.




Montamos el plato poniendo un cuarto de pato, tres cebollitas, dos rodajas de manzana y la salsa por encima. Decoramos con unas cerezas confitadas y una rama de romero.




Ingredientes:

1 pato mudo de 2 kg cortado a cuartos
150 ml aceite de oliva virgen extra
sal
granos de pimienta (blanca, negra, verde y rosa)
12 cebollitas del platillo
unas ramas de romero

Para la salsa:
2 cebollitas del platillo
2 cucharaditas de harina
200 ml caldo
50 ml Jérez
100 g nueces

2 manzanas
cerezas confitadas
unas ramas de romero




Para que empecéis el año leyendo un buen libro, os recomiendo El violín de Auschwitz, de Maria Àngels Anglada. Ed. Destino. Barcelona, 2007.