Pota Blava con ciruelas y piñones




Hace días que ni escribo ni cocino, y es que todavía no he bajado de la nube a la que fui a parar después de visitar El Prat. Me acogieron de manera tan extraordinaria que llegué a pensar que estaba en la gloria y que ya no necesitaba nada más para ser feliz. Desde entonces, reconozco que ya no he vuelto a ser la misma.

Ahora miro atrás y me doy cuenta que también he perdido la noción del tiempo. Parece que fue ayer cuando rondaba por los espacios naturales del delta del Llobregat disfrutando de la máxima felicidad ... y ya han transcurrido dos meses!

Confieso que había pensado esconder dentro de mi corazón todas las experiencias vividas ese día, pero hay secretos que no puedo guardar porque me convertiría en la más grande de los egoístas si no compartiera con vosotros todas aquellas maravillas.




Los amantes de la naturaleza encontraréis un río de aguas limpias, caminos de arena a ambos lados de los cañaverales, y una gran variedad de aves que han encontrado aquí los parajes ideales para anidar o para reposar antes de proseguir su ruta migratoria.

Los que vivís el presente, pero seguís la historia de nuestra tierra, podréis visitar dos edificios del siglo XIX, El Semáforo y El antiguo cuartel de carabineros, cuya función era regular el tráfico marítimo costero para evitar accidentes, y reprimir el contrabando al tiempo que vigilaban la costa.




Los aficionados a observar los grandes pájaros de metal que comparten el cielo con las zancudas, los patos blancos, las águilas pescadoras y tantas y tantas especies de aves, dispondréis de miradores para poder seguir sus movimientos, sus modelos y sus rutas.

Los que huís del ruido buscando la tranquilidad y deseando disfrutar de playas naturales, no será necesario que viajéis a lugares lejanos porque aquí hay una playa que nada tiene que envidiar a destinos paradisíacos. Y se encuentra muy cerca de una de los pinares mejor conservados del litoral catalán, que siempre nos ofrecerá una preciada sombra y sus tesoros más escondidos: orquídeas en primavera y setas en otoño.




A quien le gusta la vida de campo, disfrutará con los cultivos de las llanuras del delta. Planicies rebosantes de campos con historia y que han sido tradicionalmente productores de una amplia gama de hortalizas y frutas.

El pollo  Pota blava (*) y  la  alcachofa Prat son dos buenos ejemplos de la calidad de los productos de la zona. Y si al mejor producto le añadimos una buena cocina, satisfaremos los deseos de los visitantes más sibaritas.

De entre todos los restaurantes me gustaría destacar el Mesón El Cortijo y Rústic & Co. Restaurant, que nos ofrecieron un menú degustación de categoría:

Cocktail aperitivo KTA'S
Chips de alcachofa 
Crema de alcachofa y mascarpone
 Tigretón de Pota Blava con dados de alcachofa y salsa de chocolate 
Pota Blava a la antigua con brocheta de patata y alcachofa confitada 




Sin embargo, yo he querido preparar un plato de toda la vida, de aquellos que mi madre hacía los domingos especiales o cuando íbamos a pasar el día fuera y queríamos comer como reyes, en una época en que no era tan cotidiano ir de restaurante.

Si os animáis a preparar este Pota Blava con ciruelas y piñones, recuperaréis el placer de saborear un buen pollo.

Para empezar, cortamos el pollo en octavos, y lo salpimentamos. Ponemos al fuego una cazuela con el aceite, el pollo, el tomate cortado por la mitad, las cebollas, la cabeza de ajos, las hierbas aromáticas y la canela en rama. Tapamos la cazuela y dejamos cocer los trozos durante 1/2 hora a fuego bajo.

Damos la vuelta al pollo y lo dejamos media hora más. Destapamos la cazuela, volvemos a dar la vuelta al pollo y lo dejamos un cuarto de hora.

Vertemos un chorrito de coñac y lo dejamos reducir. Cuando el pollo se haya dorado, ya podremos cerrar el fuego. Colamos parte del aceite de la cazuela y lo ponemos en una sartén pequeña. Ponemos las ciruelas y los piñones, y los tenemos hasta que los piñones se hayan dorado.

Acompañamos el pollo con los piñones y las ciruelas.





Ingredients (para 4 personas):

1 pollo pota blava de unos 2 kg
150 ml de aceite oliva virgen extra
1 tomate
2 cebollas tiernas
1 cabeza de ajos
1 rama de tomillo
1 rama de romero
1 hoja de laurel
1 canela en rama
ciruelas de California con hueso
piñones
coñac Torres 10
sal
pimienta negra recién molida
 



Circunstancias familiares dolorosas me han mantenido alejada durante un tiempo de los fogones de esta cocina y por eso agradezco de todo corazón vuestra fidelidad a estas páginas.

Vuelvo con la misma ilusión del primer día con este Pota Blava con ciruelas y piñones que tan bien cocinaba mi madre, y que tanto nos gusta en casa.

Ella ya no está aquí para probarlo, pero espero que allí donde esté continúe inspirándome para que las recetas que vaya publicando sean de vuestro agrado.

Y, dedicada a ella ya todos vosotros, hoy os recomiendo la lectura de Gerald Durrell, Un novio para mamá y otros relatos. Alianza Editorial. Madrid, 2004.


(*) Nota: Pota Blava  significa Pata azul. Los pollos reciben este nombre por el color característico azul pizarra de sus patas.