Nada más nacer, todos vieron que era un bebé encantador. Tenía dos hermanos gemelos de 14 meses que ya mantenían ocupada a su madre mientras ella, seguramente consciente de ello, permanecía tranquila en su cuna de color azul celeste.
-Siempre que entro en la habitación para comprobar si duerme, me la encuentro con los ojos bien abiertos y mirándolo todo. ¡Y con una sonrisa deliciosa! -no se cansaba de repetir su madre a las visitas, orgullosa de su hijita.
Probablemente estaría hablando con las hadas, o jugando al escondite con el príncipe azul. Y ¡cómo podía perder el tiempo llorando cuando estaba demasiado atareada explicando a los tres cerditos cómo tenían que hacer su casa para que el lobo feroz no pudiera derribarla nunca más!
A menudo frotaba la lámpara que había encontrado en la cuna para hacer salir al genio perezoso que, cansado de concederle tantos deseos, ya pensaba en hacer las maletas y esconderse en el fondo del mar para poder descansar durante unos cuantos siglos.
Como todos los niños nacidos en la primavera era valiente, decidida y muy sensible ante la injusticia. Se enfrentaba una y otra vez con tanta vehemencia al monstruo feo que devoraba princesas, que si éste conseguía cogerla entre sus dedos pulgar e índice, prefería lanzarla lejos antes de que tragársela, porque estaba seguro que le provocaría una indigestión. Y ella, rehecha del susto, se levantaba del suelo, se sacudía la ropa y en voz alta exclamaba:
-!Pongo a Dios por testigo! ¡Los ogros no me podrán vencer! ¡Sobreviviré a todo esto y, cuando todo se haya acabado, no volveré a llorar!
Si queréis celebrar que la primavera ya está aquí, no os parece que una tarta como ésta es apropiada? Yo la he hecho para celebrar que ya hace 50 primaveras que estoy aquí. ¡Qué regalo de cumpleaños más alegre!
Si os decidís a hacerla, tenemos que empezar preparando el bizcocho. Es la misma masa que hemos hecho otras veces y que podéis ver en la receta de la Tarta de cumpleaños, con un paso a paso que ayudará incluso a los que no se han atrevido nunca a hacer una tarta de este tipo.
Antes de preparar la masa encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Untamos con mantequilla dos moldes (de 20 y 26 cm) y los enharinamos ligeramente. Repartimos la masa entre los dos moldes y los horneamos durante 30 minutos.
Mientras se cuecen, podemos preparar la crema de piña. Abrimos el bote de piña, reservamos 250 ml de jugo y dejamos escurrir las rodajas. Calentamos la leche y el jugo en cazos diferentes, y ponemos en remojo en agua fría las hojas de gelatina.
Batimos juntos las yemas y el azúcar y, cuando blanqueen, añadimos la Maizena, incorporándola bien. Vertemos la leche poco a poco y a continuación ponemos el cazo a fuego bajo. No paramos de remover hasta que empiece a espesar. Entonces sacamos el cazo del fuego, agitamos con energía la crema, añadimos el zumo caliente y volvemos el cazo al fuego.
Seguimos batiendo hasta que veamos que se forman unas ampollas que al estallar hacen puff. Apartamos el cazo del fuego, añadimos las hojas escurridas, de una en una, batiendo bien cada vez. Tapamos la crema con film transparente y la dejamos enfriar. Secamos las rodajas con papel de cocina, las cortamos en trocitos pequeños y las añadimos a la crema.
Cuando queramos montar la tarta, lo hacemos así: cortamos horizontalmente cada bizcocho en tres trozos y los rellenamos con la crema de piña. Montamos la nata y, cuando ya casi esté, añadimos el azúcar glas. Seguimos batiendo hasta que esté bien firme. Cubrimos los pasteles con la nata, primero los lados y luego la parte de arriba. A continuación ponemos con mucho cuidado el bizcocho pequeño sobre el mayor, y los decoramos con flores y hojas de menta.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
8 huevos
270 g azúcar
250 g harina
Ralladura 1 limón
2 cucharaditas de levadura Royal
Para la crema de piña:
6 yemas
250 g azúcar
90 g Maizena
500 ml leche
250 ml zumo de piña
4 hojas de gelatina
6 rodajas de piña
Para la guarnición:
500 ml nata
30 g azúcar glas
Camelias
Hojas de menta
Dedico esta tarta a Montserrat, que no se ha cansado nunca de repetirme que, como buena áries, salgo bien retratada en el libro de Linda Goodman, Los signos del Zodíaco y su carácter. Editorial Pomaire, Barcelona, 1981. Yo siempre me he visto muy identidicada con Scarlett O'Hara, y creo que también ella habría estado contenta de tener una tarta como ésta.