Rollitos de calabacín




Luis es indeciso por naturaleza. Todavía no había nacido y ya había mostrado su titubeo a la hora de sacar la cabeza al mundo, pensando si era el momento adecuado o si convenía esperar un poco más. Fue el médico quien decidió ayudarle a dar este paso viendo que la cosa se alargaba demasiado tras doce horas de parto.

Cuando tenía diez años, las paradas frente al armario se hacían eternas porque nunca sabía si ponerse el jersey rojo o el azul, si los pantalones negros o los tejanos, y era su madre quien resolvía siempre sus dudas para evitar que, un día más, llegara tarde a la escuela.

A medida que iba creciendo, su inseguridad iba en aumento y cuando llegó la hora de elegir una carrera universitaria, se quedó con 3 opciones y la imposibilidad de decantarse por una de ellas.

Así que eligió una al azar y, como era de esperar, al cabo de un tiempo la dejó y comenzó la segunda opción. Pero aún no había terminado el primer curso, cuando vio que no era lo que quería y se pasó a la tercera. La terminó, sí, no sabemos si porque era la buena, o porque no tenía otra en el cajón.

Ahora tiene treinta años y se encuentra ante la duda más importante de su vida, pues está enamorado de dos chicas a la vez. Una es decidida y divertida, y la otra romántica y cariñosa. Una tiene todo lo que le falta y siempre ha querido tener, la otra es la mujer que siempre había soñado.




No siempre nuestras dudas son tan vitales como las de Luis, pero puede que nos tengan indecisos durante un buen rato. ¿Blanco o verde? ¡Qué más da! Y sinó ... blanco y verde. ¡De esta manera siempre acertaremos!

Hoy os traigo un plato saludable y buenísimo. Y con una presentación preciosa, a pesar de su sencillez.

Se trata de unos Rollitos de calabacín rellenos de mijo y verduras, y acompañados de una falsa bechamel de brócoli y coliflor. ¿Suena bien?




Si os han llamado la atención y los queréis hacer, no tenéis más que seguir la receta.

Lavamos el mijo tres o cuatro veces y lo dejamos escurrir. Ponemos aceite en un cazo y añadimos la cebolla y el ajo picados. Dejemos que se vayan haciendo poco a poco, y cuando empiecen a coger color, añadimos el mijo, el agua y el alga kombu.

Cuando el agua rompa a hervir, tapamos el cazo y lo dejamos cocer a fuego muy suave durante 20 minutos, o hasta que se haya evaporado todo el agua.




Mientras se cuece, cortamos en dados muy pequeños las judías, el nabo y la zanahoria, y cortamos el calabacín a lo largo en tiras muy finas.

Ponemos agua en un a olla con una pizca de sal y, cuando hierva, escaldamos durante dos minutos las tiras de calabacín. Acto seguido las enfriamos con agua fría que tendremos en otra olla, y las ponemos a escurrir.

Hacemos lo mismo con las verduras cortadas en dados: las escaldamos, las enfriamos y las dejamos escurrir.

Cuando el mijo ya esté cocido, sacamos el trozo de alga y ponemos dentro del cazo las verduras, el perejil picado y la salsa de soja. Mezclamos todos los ingredientes y añadimos sal.




Cubrimos unos moldes con las tiras de calabacín, llenamos el hueco que queda en medio con el relleno, y los tapamos con los trozos de calabacín que sobresalen.

Calentamos el agua de cocer las verduras y cuando hierva, ponemos las flores de coliflor y de brócoli y las hervimos durante 10 minutos. A continuación las trituramos por separado con el miso, el aceite y la nuez moscada, y añadimos agua de la cocción hasta obtener la consistencia deseada.

Servimos los rollitos bañados con la salsa de coliflor y de brócoli por encima, y ​​los decoramos con unos tomates cherry secos. Si los queremos muy calientes, los podemos pasar unos minutos por el horno.




Ingredientes (para 5 rollitos de 8 cm de diámetro):

2 cucharadas de aceite
1/2 cebolla tierna (40 g)
1/2 ajo (2 g)
50 g mijo pelado
200 ml agua mineral
1 trozo de alga kombu (5 cm)

2 calabacines
50 g judías verdes
50 g zanahoria
50 g nabo
2 ramas de perejil
1 cucharada de salsa de soja
sal marina

75 g flores de coliflor
75 g flores de brócoli
2 cucharaditas de café de miso blanco
2 cucharaditas de café de aceite de oliva virgen extra
1 pizca de nuez moscada


Con estos Rollitos de calabacín participo en el 1er Concurso de recetas de verduras organitzado por  Margot cosas de la vida  y  patrocinado por:




Croquetas de gambas




El camarero le había ofrecido una bandeja llena de gambas y él había levantado la mano para coger una cuando, de repente, quedó paralizado ante el montón de marisco mientras un escalofrío recorría su cuerpo.

Y veía el jovencito que había sido, saliendo por la mañana de casa y yendo corriendo a clase con el deseo secreto de encontrarse por el camino con Silvia, la chica más guapa de todo el instituto sin lugar a dudas.

Pero todo era verla de lejos y temblarle las piernas. Hubiera dado lo que fuera por ser tan valiente como sus compañeros y acercarse con naturalidad a la chica y entablar cualquier conversación por banal que fuera, pero nunca se atrevía a decirle nada, temiendo que sus palabras hicieran demasiado evidentes sus sentimientos.

Si la chica lo veía primero, y le saludaba alegre con la mano mientras gritaba su nombre, él se ponía rojo. Todos se daban cuenta y con sus miradas y sus comentarios lo hacían sentir ridículo.

- ¡Eh, gamba!

Así lo conocían en el instituto. ¡Gamba! Por eso nunca le había gustado el marisco. Decía que tenía alergia, pero sólo él sabía que era terror.




¡Estoy convencida de que si nuestro protagonista hubiera tenido delante suyo estas Croquetas de gamba, se las habría comido a docenas, tan blanditas y tan suves de gusto!

Si os ha apetecido hacerlas, podéis prepararlas con gambas congeladas, aunque las de la receta son frescas.

Empezamos pelando las gambas. Ponemos las cabezas y las pieles en un cazo con agua y les hacemos hervir media hora. Luego, colamos el caldo. Sólo necesitaremos medio vaso. El resto lo ponéis en el congelador y lo podéis utilizar cuando hagáis paella de pescado.

Sacamos el intestino de las gambas y las pasamos por la sartén vuelta y vuelta, menos de un minuto. Las dejamos enfriar y las picamos sin que queden muy finas.

Derretimos la mantequilla en un cazo y añadimos la harina. La dejamos cocer un par de minutos removiendo constantemente con una cuchara de madera. Añadimos el caldo caliente y agitampos con energía hasta que nos quede una salsa ligada y sin grumos. Acabamos echando la leche caliente, y la dejamos cocer diez minutos a fuego suave.

Añadimos las gambas picadas y salpimentamos. Un minuto más y retiramos el cazo del fuego. Tapamos la pasta con film transparente, procurando que toque toda la superficie, y la dejamos enfriar.

Ponemos abundante aceite en un cazo al fuego, que se vaya calentando muy lentamente. Espolvoreamos un poco de harina sobre una superficie plana. Vertemos la pasta y hacemos un churro largo. Cortamos porciones de pasta de unos 30 g y con las manos les damos forma de croqueta.

Las pasamos por huevo batido y por pan rallado. Y finalmente las freímos en aceite bien caliente durante unos segundos. Las ponemos encima de papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.




Ingredientes (para 12 croquetas):

400 g gambas pequeñas (o camarones) de la costa
2 vasos de agua mineral

25 g mantequilla
35 g harina
120 ml caldo de gambas
120 ml leche
pimienta negra recién molida
sal marina

1 huevo
harina
pan rallado

aceite de oliva suave para freír




Con estas Croquetas de gambas participo en la propuesta que hacen   Els fogons de la Bordeta   y   Xocolata desfeta   para la   Recepta del 15    y que este mes está dedicada a las croquetas.





Tarta Dickens




Si alguna vez habéis visto una descarada tetera zumbando sin parar y un grillo repicando con su ric-ric, podéis estar seguros que os encontráis en la cocina de la pequeña Dot. No es ninguna casa embrujada, sino el dulce hogar de una pareja que es feliz a pesar de los veinte años de diferencia.

Pero de repente aparece un desconocido con una larga peluca y todo lo trastorna. Aquí un susto y una desesperación, allí una sospecha y una separación. Y en un abrir y cerrar de ojos se desmorona la felicidad de la alegre Dot y del bonachón de su marido.

Y da también un vuelco la vida de la desventurada Berta, la chica ciega a quien su padre ha ocultado siempre la verdad para endulzar su existencia, y se tambalea el enlace de la jovencita May con el viejo Tackleton, pese a los esfuerzos de la madre de ella, que está tan deslumbrada por la fortuna del futuro yerno que no ve el viejo egoísta, avaro y déspota que es.

Y tenemos también el recuerdo de un hijo perdido, y el de un amor no olvidado ... Pero el grillo del hogar pondrá todas las cosas en su lugar y tendremos boda al final. ¿Qué otra salida puede haber cuando un caballo adornado con flores y tafetanes se parece más un novio que un viejo vestido de novio el día de su boda?

Y mientras todos bailan, el ric-ric del grillo y el zum, zum de la tetera acompañan la música, ¡como no podía ser de otra manera!




La boda de la joven May me ha inspirado esta Tarta Dickens. Quizás os parecerá difícil, pero os aseguro que su elaboración no es nada complicada y que está al alcance de todos. Como ya habéis visto, es muy elegante y estoy segura de que la suavidad de su sabor complacería a todos los invitados.

Si os decidís a hacerla, podemos empezar preparando los Bombones de chocolate y guardarlos hasta el momento de la decoración. Después, hacemos el bizcocho como ya hemos hecho otras veces y que podéis seguir en la receta de la Tarta de primavera.

Encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Cuando esté caliente, untamos con mantequilla un molde de 26 cm, lo enharinamos ligeramente y vertemos la masa en él. Lo horneamos durante 25 minutos o hasta que esté dorado y los lados se despeguen del molde. Entonces lo sacamos del horno y no lo desmoldamos hasta que se haya enfriado del todo.

Mientras está en el horno, podemos ir preparando la crema pastelera, como ya hemos hecho otras veces. Pero, si nos queremos ahorrar trabajo, podemos hacer la crema el día anterior y mantenerla guardada en la nevera, tapada con film transparente.




Cuando el bizcocho esté frío, lo cortamos por la mitad horizontalmente. Extendemos la crema pastelera encima de uno de los trozos y la cubrimos con el otro.

Montamos la nata en un bol, y en otro batimos el queso mascarpone y el azúcar. A continuación incorporamos la nata al queso removiendo muy suavemente con una espátula.

Cubrimos los lados y la parte de arriba de la tarta con esta crema de nata.




Ponemos dentro de una manga pastelera la crema que nos ha sobrado y hacemos un borde de rosetas pequeñas alrededor de la tarta. Las coronamos con una perla plateada de azúcar. Después, hacemos una corona de 10 rosetas grandes paralelas al borde, y ponemos encima una frambuesa.

Intercalamos los bombones de chocolate blanco entre las rosetas y espolvoreamos las fresas liofilizadas por el espacio libre que queda.




Ingredientes (para un molde de 26 cm):

Para el bizcocho:
4 yemas de huevo de agricultura ecológica
120 g azúcar
90 g harina de repostería
20 g harina de maíz Maizena
1 cucharadita de levadura
4 claras de huevo de agricultura ecológica
1 pizca de sal

Para la crema pastelera:
4 yemas de huevo de agricultura ecológica
125 g azúcar
45 g harina de maíz Maizena
1/2 l leche
la piel de un limón

Para la crema de nata:
250 ml nata 35% m.g.
125 g queso mascarpone
25 g azúcar molido con aroma de vainilla

Para la decoración:
150 g chocolate blanco (para los bombones)
10 frambuesas
1 cucharada de perlas plateadas de azúcar
1 cucharada de fresas liofilizadas




Con esta Tarta Dickens participo en la propuesta de Assumpta de hacer un homenaje online al segundo centenario del nacimiento de Charles Dickens. Por eso hoy os recomiendo la lectura de El grillo del hogar. Acento Editorial. Madrid, 1998.