Nidos de ensalada




Desde hace un buen rato María está inmóvil ante la puerta del jardín, mirando todo lo que hay al otro lado del cristal. Mientras espera la llegada del taxi, su cabeza pasa revista a todas las cosas que deberían hacerse para que la casa volviera a tener el esplendor de antaño.

-Con tanta lluvia, la buganvilla ha crecido demasiado, y necesita una buena poda...

De pronto recuerda que la humedad ha dañado las herramientas del cobertizo y piensa que debería haber informado a los nuevos propietarios.

Su mirada se distrae siguiendo el vuelo de una abubilla que, después de ir a buscar comida para sus polluelos, vuelve al nido que hay escondido entre las ramas del viejo olivo. Recuerda que año tras año estas aves siempre están presentes en su jardín, y no le gustaría que ninguna situación nueva modificara esta costumbre y las dejara tan desamparadas como se encuentra ella.

Y es que, por primera vez en la vida, María está a punto de abandonar su nido. Si su marido estuviera vivo no se habría visto abocada a esta situación, pero vive sola y no tiene hijos, y los sobrinos han decidido vender la casa y llevarla a una residencia.




De nidos hay de todo tipo. Hoy os traigo unos llenos de ensalada. La combinación del pan crujiente con las verduras y el aceite perfumado, hacen de esta ensalada un excelente primer plato o un acompañamiento ideal a un plato de carne.

Para hacerlo, primero tenemos que preparar el aceite. Es tan fácil como poner unas ramas de tomillo (o de la hierba aromática que más os guste) dentro de un bote lleno de aceite. Lo tapamos y al cabo de dos días ya habrá cogido suficiente aroma como para perfumar nuestra ensalada.




Para hacer los nidos, encendemos el horno y lo ponemos a 170º. Cortamos la corteza de las rebanadas de pan y las aplastamos bien con el rodillo hasta dejarlas bien finas. Con un pincel las humedecemos con agua, y las ponemos dentro de unos moldes rizados de flan para que cojan una forma bonita. Las horneamos durante 10 minutos o hasta que estén crujientes y con un color dorado. Una vez hechas, las dejamos enfriar.




Mientras, lavamos las hojas de las lechugas y las secamos bien con una centrifugadora o con papel de cocina. Las cortamos en trozos pequeños. Pelamos y lavamos la zanahoria y la remolacha, y las cortamos en rodajas  finas.

Ponemos dentro de los nidos la mezcla de lechugas, un puñado de pasas y de piñones, y decoramos con la zanahoria, la remolacha, un tomate y unas hojas de menta. Aliñamos con el aceite.

Ingredientes:

rebanadas de pan BIMBO 100% natural
hojas de escarola, roble y maravilla
zanahoria
remolacha
tomates cherry
pasas de Corinto
piñones
hojas de menta

Para aliñar:
aceite de oliva virgen extra
tomillo




Y porque de nidos, como decía más arriba, hay de todo tipo, hoy os recomiendo el libro de Rosa Montero El nido de los sueños. Ediciones Siruela. Madrid, 2004.

Cucuruchos de crema




El rey, antes de partir a la guerra, había concedido la mano de su hija Alcmena a Anfitrión, pero la desgracia quiso que el monarca y sus ocho hijos murieran. Fue entonces cuando la joven pidió a su enamorado que vengase la muerte de sus hermanos antes de consumar el matrimonio.

Mientras Anfitrión estaba lejos, librando duras batallas, el caprichoso Zeus se enamoró de Alcmena. Para conseguir sus favores, se presentó ante la joven tomando la figura de Anfitrión y, asegurándole que sus hermanos ya habían sido vengados, consiguió yacer con ella toda una noche, tan larga como 36 horas.

Al día siguiente se presenta Anfitrión eufórico por la victoria y deseoso del encuentro amoroso con Alcmena. Sorprendido por el escaso entusiasmo con que es recibido en la cama, ella le manifiesta su cansancio tras una noche tan llena de pasión.

Nueve meses después, nacieron dos gemelos, cada uno de un padre diferente.




Esta receta que os traigo hoy también tiene un hermano gemelo, cuya paternidad hay que atribuirla a Pakus, de Lazy Blog, que como muestra de una gran generosidad nos anima a versionar sus platos. Es por esta razón que mis Cucuruchos de crema se parecen a sus Canutillos de crema, ¡aunque la genética ha hecho de las suyas!

Para hacer esta receta, empezamos preparando la crema pastelera.

Rascamos con un cuchillo las semillas de la vaina de vainilla y las echamos (junto con la vaina) dentro de un cazo donde tendremos la leche y la nata, y lo ponemos al fuego hasta que hierva.

En otro cazo ponemos las yemas y el azúcar y lo batimos con una batidora eléctrica hasta que blanqueen. Entonces añadimos la Maicena y lo batimos un poco más.




Colamos la leche y la vamos incorporando a la mezcla de huevos con un batidor de mano. Ponemos el cazo al fuego y no paramos de remover hasta que la crema ya esté hecha. Lo sabremos porque se forman unas burbujas que, al estallar, hacen puff. Rápidamente retiramos el cazo del fuego, y tapamos la crema con film transparente, procurando que toque toda la superficie.

Cuando las láminas de hojaldre ya están descongeladas, encendemos el horno y lo ponemos a 200º.

En cada lámina dibujamos 8 rectángulos de 3 cm de ancho por 24 cm de largo. El resto de masa la volvemos a juntar, hacemos una bola, la estiramos y nos saldrán dos rectángulos más.

Pintamos con huevo batido uno de los bordes a lo largo de cada tira, y enrollamos las tiras alrededor de los moldes, sin engrasar, empezando por la punta. Las tiras deben superponerse por el borde pintado. Una vez hechos, los pintamos completamente con huevo y los horneamos durante 20 minutos o hasta que estén dorados.




En ese momento los sacamos del horno y los dejamos enfriar 5 minutos antes de desmoldarlos.

Cuando estén fríos del todo, ponemos la crema dentro de una manga pastelera y los rellenamos. Decoramos con unas hojas de menta y unas flores de begonia.




Ingredientes (para 20 cucuruchos):

2 láminas de hojaldre

Para la crema pastelera:
250 ml leche
250 ml nata
1/2 vaina de vainilla
3 yemas
125 g azúcar
40 g maizena

1 huevo para pintar

hojas de menta
flores de begonia


Con esta receta participo en el concurso Cocinando con Lazy Blog que ha organizado Pakus para celebrar el 4º aniversario de su blog, y que está patrocinado por Artemática Producciones, Carne Villa María, Boffard, I love aceite y Pyrex.




¡Espero que esta receta mantenga siempre una buena amistad con  su hermana gemela!

Y, mientras vamos comiendo cucuruchos, podemos aprovechar para dedicar un rato a la lectura del libro de Robert Walser, Los hermanos Tanner. Ediciones Siruela. Madrid, 2003.





Tarta especial de crema de soja




De camino a casa, Carlos se detiene cada día delante de la pastelería de La Dulce para descubrir sus novedades. Enseguida se le ilumina la mirada y empieza a babear. Nada le gustaría más que entrar y poder pedir cualquiera de las cosas expuestas, porque sabe que La Dulce tiene un don especial con los pasteles, pero no lo hará.

Se irá a casa y comerá las galletas que le hace su mamá. Las mismas que comió ayer, las mismas que comió la semana pasada. Son unas galletas especiales, que al principio le hacían gracia, pero ahora ya no le saben a nada.

Carlos tiene 10 años y conoce por experiencia qué es no poder disfrutar de la comida ni poder elegir lo que el corazón le pide. Tiene muchos alimentos prohibidos y se siente extraño, pero su enfermedad le ha hecho más maduro y no le preocupa en exceso.

Camina decidido a casa, pensando que quizás alguien en algún lugar estará creando un pastel especial para su próximo cumpleaños...




Los que estamos acostumbrados a comer lo que nos apetece, no podemos ni imaginar los problemas con que se encuentran personas como la Rous, del blog Comer especial. Con su deseo de poder comer buenos pasteles ha decidido celebrar un concurso para atraer nuestra atención y hacer trabajar nuestra imaginación.

Yo participo con esta tarta que, en su honor, he bautizado  Tarta especial de crema de soja. A mí me encantan las tartas adornadas con nata y trufa, pero ante la imposibilidad de utilizar estos ingredientes, en un primer momento la hice cubriéndola totalmente de merengue. Sin embargo decidí no publicar la receta porque la encontramos excesivamente dulce.

Después de darle muchas vueltas, encontré perfecta esta propuesta que ahora os presento, y que hice ayer para celebrar el cumpleaños de Pere.




Para hacer esta tarta empezamos haciendo el bizcocho. Encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Untamos con un poco de aceite un molde corona de 26 cm y lo enharinamos ligeramente.

Montamos a punto de nieve las claras con una pizca de sal, y a continuación batimos con la batidora eléctrica las yemas con el azúcar hasta que blanqueen. Añadimos poco a poco la harina y la levadura, que previamente habremos mezclado y pasado por el tamiz.

Para que la mezcla no sea tan espesa, ponemos también dos cucharadas de la clara montada. Una vez incorporada toda la harina, añadimos el resto de las claras con una espátula, mezclando muy suavemente.

Vertemos la masa en el molde y lo horneamos durante 20 minutos. Cuando esté hecho, lo sacamos del horno y no lo desmoldamos hasta que esté totalmente frío.

Mientras está en el horno, preparamos la crema.

Ponemos al fuego la leche de soja con las semillas de media vaina de vainilla y esperamos que hierva.

Con la batidora eléctrica batimos en un cazo las yemas con el azúcar hasta que blanqueen. Añadimos la Maizena y seguimos batiendo hasta incorporarla bien. Colamos la leche, reservamos 80 ml ​​e incorporamos el resto (520 ml) a los huevos con un batidor manual.

Ponemos el cazo al fuego y no paramos de remover hasta que la crema empiece a espesar. Entonces apartamos el cazo del fuego, batimos bien y lo volvemos al fuego. Seguimos removiendo hasta que se formen unas ampollas que al estallar hagan "puff". Retiramos la crema del fuego, apartamos 1/4 de kg (que servirá para el relleno) y la tapamos con film transparente, procurando que toque toda la superficie de la crema.

Añadimos los 80 ml ​​de leche al resto de la crema, removemos bien y también la cubrimos con film transparente. Esta crema servirá de cobertura.

Cuando el bizcocho esté frío, cogemos un cuchillo que corte bien y cortamos una capa del bizcocho de un cm de espesor, vigilando que salga entero y no se nos rompa, ya que servirá de tapa.

Ahora con una cuchara vaciamos el resto del bizcocho, dejando un cm a ambos lados.




Llenamos este surco con el 1/4 de kg de crema reservada.




Ponemos la tapa. Colocamos el pastel sobre una rejilla y le vertemos por encima el resto de crema, procurando que toda la superficie quede cubierta.




Ponemos un cazo a fuego suave con el azúcar y el agua. Montamos la clara a punto de nieve. Cuando la temperatura del almíbar llegue a 116º, retiramos el cazo del fuego y vamos incorporándolo a la clara, en un chorrito fino, mientras batimos con la batidora eléctrica. Al cabo de 9 o 10 minutos veremos que comienza a espesar.

Ponemos el merengue dentro de una manga pastelera y hacemos rosetas sobre papel de horno. Las horneamos durante 3/4 de hora a 100º, o hasta que se hayan endurecido. Las dejamos enfriar.

Lavamos las fresas, las secamos con cuidado y las pegamos al pastel clavándolas con un palillo. Terminamos la decoración con las rosetas de merengue.





Ingredientes:

Para el bizcocho:
3 claras
1 pizca de sal
3 yemas
90 g azúcar
80 g harina
4 g levadura Royal

Para la crema de soja:
600 ml (520 + 80) leche de soja Provamel de Santiveri
1/2 vaina de vainilla
3 yemas
100 g azúcar
40 g Maizena

Para el merengue americano:
115 g azúcar
30 ml agua
15 g clara de huevo

27 fresas




Con su concurso Rous clama nuestra atención. Espero que mi aportación haya sido de su agrado y que tenga un montón donde elegir. Por eso hoy os aconsejo el libro de Jostein Gaarder, ¿Hay alguien ahí? Ediciones Siruela. Madrid, 1996.




Brochetas de rape con plancha Valira




¡No lo entiendo! ¡Voy de cabeza toda la semana intentando complacer las necesidades de la familia, y tengo la sensación de que se avergüenzan de mí! ¿Cómo puedo entender, sino, que me hagan invisible cuando llegan invitados a casa?

No espero que me llenen de besos, sólo deseo sentirme un poco más valorada ... ¡Y es que me han demostrado tantas veces que no me consideran lo suficientemente buena para presentarme a sus amigos, ni para compartir una celebración familiar ... que no sé qué pensar!

¡Pero bien que corren a buscarme cuando están enfermos, cuando necesitan hacer régimen o cuando no saben prepararse una buena comida! Entonces, sí, entonces todo el día gritando "¡Valira!" "¡Valira, por favor, un bistec a la plancha!"

Y todo ¿por qué? ¿Porque me ven demasiado sencilla y llevo una vida austera? Creen que no soy capaz de hacer gozo? Pues que me lo pidan ¡y me presentaré vestida de veintiún botones!

¡Y entonces se sorprenderán de ver que puedo convertir un domingo cualquiera en un día fantástico, una verbena en una celebración inolvidable y unas vacaciones en un recuerdo maravilloso!

A cambio, sólo pido una sonrisa de aprobación y saber que ocupo un lugar en un rinconcito de su corazón...




En casa no hemos oído nunca los gemidos de la plancha Valira, porque sabe que estamos encantados con ella y que valoramos como un tesoro todo lo que nos ofrece. ¡Y es que sólo ella sabe hacer que nuestros platos sean sanos sin ser aburridos!

Hoy os traigo unas brochetas de rape servidas en un mar de arroz. ¡Ideales para convertir un plato en una comida deliciosa!

Para hacerlas, tenemos que empezar cortando el filete de rape en dados de unos 2'5 cm. Deben salir 16. A continuación limpiamos los champiñones y los cortamos por la mitad. También cortamos el pimiento en trozos de tamaño similar. Vertemos todos estos ingredientes y los tomates cherry en un bol y los mezclamos con los ingredientes del adobo.

Los dejamos macerar durante dos horas, revolviendo la mezcla un par de veces.




Escurrimos el rape y las verduras, y reservamos el jugo del adobo. Cogemos las brochetas y vamos clavando un trozo de pimiento, un dado de rape y medio champiñón. Repetimos esta operación cuatro veces, y intercalamos también dos hojas de laurel.

Ponemos la plancha al fuego y mientras se calienta, vamos preparando las otras brochetas del mismo modo.




Ponemos las brochetas en la plancha y las dejamos a fuego suave 10 minutos, girando de vez en cuando y regándolas con el jugo del adobo. Cuando falten 5 minutos para el final de la cocción, añadimos los tomates cherry.

Servimos las brochetas sobre un mar de arroz que hemos preparado como ya os expliqué en la receta de arroz con chirlas. La única diferencia es que aquí no ponemos el pimiento verde ni las chirlas, y en lugar de agua utilizamos el caldo que hemos preparado hirviendo con agua la cabeza y la espina del rape.




Ingredientes (para 4 brochetas):

1 filete de rape de 1/2 kg
1 pimiento verde
8 champiñones
8 hojas de laurel
8 tomates cherry

Para el abono:
60 ml de aceite
40 ml zumo de limón
sal
pimienta recién molida
1 cucharadita de orégano

Para el arroz:
800 ml caldo (hecho con la cabeza y la espina del rape)
300 g de arroz
5 ajos
aceite
sal



¡No os podéis imaginar la felicidad que sentí cuando recibí de  Valira esta plancha de regalo! Por eso hoy os recomiendo el libro de Lluís-Anton Baulenas, La felicidad. Editorial Planeta. Barcelona, 2005.


Fuente de la receta: La cocina paso a paso, de Sarpe.