Tarta tres chocolates




Cuando Dionisio vino a la tierra a ofrecer a los hombres cepas cargadas de uva, Icario le ofreció su casa. En agradecimiento a su hospitalidad, el dios le reveló la fórmula secreta para elaborar vino.

Icario era un buen hombre. Podía haber ocultado, en el rincón más profundo de su casa, el odre que contenía aquella bebida desconocida para disfrutarla a pequeños sorbos durante una buena temporada, pero prefirió invitar a sus vecinos y hacerles partícipes de aquella joya.

Pronto el odre quedó vacío del todo, y el sueño se apoderó de aquellos cuerpos ebrios. Una vez recuperados los ánimos, y asustados por los efectos de aquel brebaje, creyeron que su vecino había intentado envenenarlos. Cayeron todos sobre el pobre Icario y lo descuartizaron.

Gracias a los ladridos de la fiel perrita Mera, Erígone pudo encontrar el cadáver de su padre y, presa de dolor, se colgó.




Hace unos días celebramos la cena anual de vecinos de la calle Matas, y fui la encargada de llevar el postre: dos tartas de músico y esta tarta de tres chocolates. La tenía pendiente desde que la vi hace mucho tiempo en el bloc de Gemma, de La cuina de casa.

Elvira, de Los cerezos en flor, la hizo hace poco para celebrar el cumpleaños de su hijo, y me renovó ese deseo aplazado. Pensé que la cena de vecinos era la ocasión idónea para hacer su presentación.




Trituramos bien finas las galletas y las mezclamos con la mantequilla, hasta conseguir una masa homogénea. Forramos con ella la base de un molde desmoldable de 26 cm, presionándola con una cuchara.

Esta vez no lo hice, pero la próxima pintaré la superficie con clara de huevo y la hornearé 5 minutos. Esto evitará que la primera capa de chocolate humedezca la galleta.

Para hacer la capa de chocolate negro, diluimos el sobre de cuajada con 50 ml de leche. Calentamos la nata con el resto de la leche, el chocolate negro, el cacao y el azúcar y, cuando hierva, lo sacamos del fuego y echamos la cuajada, agitando bien la mezcla. Lo volvemos al fuego, muy suave, y no paramos de agitar con el batidor hasta que vuelva a arrancar el hervor. Lo dejamos cocer 2 minutos y lo vertemos sobre la base de galletas. Lo ponemos en la nevera para que cuaje.

Para hacer la capa de chocolate con leche, procedemos de la misma manera. A la hora de verterla encima de la capa de chocolate negro lo hacemos poco a poco, no de golpe, y con movimientos circulares. Ponemos el molde en la nevera.

Para hacer la capa de chocolate blanco, seguimos las mismas indicaciones anteriores. Esta vez, sin embargo, no añadimos azúcar. Lo guardamos en la nevera toda la noche.

Hacemos las hojas de chocolate como ya expliqué aquí. En este caso necesitamos 12 hojas de rosal.

A la hora de decorar, retiramos el molde y extendemos por toda la superficie cacao en polvo con la ayuda de un colador. Distribuimos las hojas de chocolate, hacemos unas rosas con nata montada y ponemos en el centro una cereza.




Ingredientes:

225 g galletas Núria de Birba
115 g mantequilla

50 ml leche
1 sobre cuajada Royal
250 ml nata
200 ml leche
150 g chocolate negro Nestlé Postres
3 cucharaditas cacao en polvo
50 g azúcar

50 ml leche
1 sobre cuajada Royal
250 ml nata
200 ml leche
150 g chocolate con leche Nestlé Postres
30 g azúcar

50 ml leche
1 sobre cuajada Royal
250 ml nata
200 ml leche
150 g chocolate blanco Milkybar

Para decorar:
1 cucharadita de cacao en polvo
150 g chocolate Nestlé Postres
100 ml nata
6 cerezas




Al contrario de lo que le pasó a Icario, mis vecinos no desconfiaron de los efectos de mi pastel. Prueba de ello es que aquí me tenéis explicandoos la receta. ¡Ellos sí que son buenas personas! Un beso a todos.



Postres de músico




Cuando era joven tocaba el piano en las fiestas de boda. Y lo que parecía un medio para pagarme los estudios, pronto se convirtió en un calvario.

Había corrido la fama que nadie tocaba como yo, y todos me querían en su fiesta, sin importarles en absoluto si, al terminar, tenía que salir corriendo para no llegar tarde a otra celebración.

Una noche de verano perdí el conocimiento. Recuerdo que llevaba desde la mañana sin haber comido nada y con las puntas de los dedos totalmente doloridas. Yo maldecía la canción, mientras las notas bailaban indóciles y las carcajadas de los invitados golpeaban brutalmente mi cabeza.

-Tienes que comer algo o acabarás mal!-decía mi madre, cada vez más preocupada por mi delgadez.

La solución llegó de la mano de un primo mío, que era camarero y me dejaba amablemente un platillo de frutos secos para que pudiera ir picando mientras tocaba, y sin ensuciarme las manos.




Nosotros podemos hacer un postre delicioso, poniendo en un plato un puñado de frutos secos acompañados de una copa de moscatel. Pero también podemos preparar, en pocos minutos, una tarta con la que todos nos felicitarán.

Debemos preparar con antelación la crema pastelera y guardarla en la nevera. Descongelamos las láminas de hojaldre. Encendemos el horno y lo ponemos a 200º.

A dos centímetros de los bordes marcamos con el cuchillo un cuadrado, y pinchamos con un tenedor todo su interior, para evitar que la masa suba durante la cocción. Pintamos con huevo batido los bordes, y llenamos todo el cuadrado con crema pastelera.

Esparcimos por encima las almendras, las nueces, los piñones y las avellanas y ponemos la tarta en el horno durante 20 minutos o hasta que quede bien dorada. Mientras se cuece, ponemos las pasas en remojo con moscatel.

Una vez sacamos la torta del horno, esparcimos por encima las pasas. Deshacemos a fuego bajo la gelatina de manzana con unas gotas de agua y pintamos los frutos secos, para darles una apariencia muy brillante.




Siempre duele estropear una tarta tan bonita en el momento de cortarla. Para evitarnos este sufrimiento, podemos hacer tartas individuales.




Procedemos de la misma manera que con la tarta, pero dándole una forma redonda que conseguiremos utilizando círculos de distintos tamaños.




Ingredientes (para 2 tartas grandes o 10 tartas individuales):

2 láminas de hojaldre (250 g cada una)

Para la crema pastelera:
4 yemas
125 g de azúcar
60 g Maizena
1/2 l de leche
1 piel de limón

1 huevo para pintar

almendra cruda cortada en tiras
almendra cruda marcona
nueces crudas
avellanas crudas
piñones

pasas de Corinto
unas gotas de Moscatel

3 cucharadas de gelatina de manzana




Aunque siempre me habían dicho que tenía manos de pianista, nunca tuve piano. Sin embargo este verano me entretendré leyendo el libro de Yanice YK Lee, La maestra de piano. Salamandra, 2009.