Pastel de frambuesas y fresas



Por fin lo he dejado. Ya sé que me lo habíais dicho miles de veces, que este chico no me convenía, que no era agua clara, que no me podía fiar de él, pero ... ¿qué queréis? ¡Me había enamorado de él hasta los huesos! Y ... aunque todavía le amo, no quiero tenerlo cerca de mí. Lo he tachado con una cruz y lo he echado de mi vida. Esta vez de verdad, ¡podéis estar seguros!

No me gustan las mentiras, y él es un gran maestro en este arte. ¡Que engañada me tenía cuando nos conocimos por internet! Entonces supo ganarme con palabras melosas y disfrazando su vida aburrida con actos heroicos que me dejaban boquiabierta. El muy sagaz dotó el trabajo anodino que hacía en un almacén de una aureola misteriosa que me tenía fascinada y, cuando supo mi edad, de golpe rejuveneció 10 años, de tantos que se quitó de encima.

Cuando empezamos a salir, poco a poco fui descubriendo la verdad, pero le perdoné todo porque pensaba que lo hacía por amor y para proporcionarme una vida de ensueño y fantasía. ¿Qué queréis? Yo sólo tenía 17 años y mi vida había sido tan insustancial hasta ese momento ... Y él me hacía sentir como una auténtica princesa!

Sí, podéis decírmelo, soy una tonta por haberle creído. Una boba que no se daba cuenta de nada. Pero ... abrí los ojos el día que me pidió la pulsera de oro. Sí, la de la abuela. Esto aún no os lo había contado, pero hace poco me confesó que necesitaba dinero ... y yo no me podía desprender tan fácilmente del único recuerdo que tengo de la abuela ... Y pienso que tal vez ella me ayudó a dar el paso definitivo.

Atrás queda una historia de amor basada en engaños y embustes que ha durado 5 años .... Y, aunque no os lo creáis, me siento más fuerte. ¡Ahora estoy segura que no me volverán a engañar!




Para hacer este pastelillo me he inspirado en la receta de Postre de merengue, bizcocho de frambuesas y fresas de la cocinera Carme Ruscalleda, publicada en el número 185 de la revista CUINA.

Esta receta me había llamado la atención por el color rojo intenso de su bizcocho y cuál no ha sido mi decepción al ver que -incluso poniendo un cincuenta por ciento más de polvo de frambuesas- queda de un color rosa pálido que ningún parecido tiene con el de la revista. En cierto modo, me siento tan engañada como la protagonista de la historia que encabeza esta receta.

Si a vosotros os ha gustado este Pastel de frambuesas y fresas y os gustaría hacerlo, basta con que sigáis estas indicaciones:

Para el bizcocho de frambuesa:
- Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Forramos una bandeja con papel de horno. Trituramos las frambuesas liofilizadas hasta convertirlas en polvo y lo pasamos por un colador fino para eliminar las semillas.

-Batimos los huevos con la almendra molida y el azúcar hasta que estén esponjosos. Montamos las claras con el azúcar y añadimos un poco a la preparación anterior. Incorporamos el polvo de frambuesa y la harina tamizada. Acabamos de añadir las claras incorporándolas con movimientos circulares suaves.

- Extendemos la mezcla sobre la bandeja formando un rectángulo de 21 x 30 cm y la horneamos 8 minutos.




Para las fresas:
- Llevamos un cazo al fuego con el agua y el azúcar y lo tenemos hasta que arranque el hervor. Dejamos enfriar este almíbar. Lavamos las fresas, les sacamos el pecíolo y las cortamos en rodajas de medio centímetro. Las reservamos con el almíbar en la nevera 1 hora.

Montaje:
- Cortamos el bizcocho en rectángulos de 4 x 7 cm. Montamos la nata con el azúcar y la ponemos en una manga pastelera.

- En un plato ponemos una lámina de bizcocho, encima una capa de rodajas de fresas y otra de nata. Cubrimos con otra lámina de bizcocho y otra capa de fresas. Y, si nos gusta mucho la nata, podemos terminar el plato con unas rosetas de nata.  




Ingredientes (para 10 pasteles):

Para el bizcocho:
  • 100 g huevos*
  • 65 g almendra en polvo*
  • 65 g azúcar
  • 85 g clara de huevo*
  • 15 g azúcar lustre
  • 40 g harina
  • 30 g polvo de frambuesas liofilizadas*
Para las fresas:
  • 1/2 kg fresas*
  • 100 g azúcar
  • 100 g agua mineral 
Para la nata:
  • 300 g nata 35% m.g.
  • 1 cucharada azúcar
Todos los ingredientes marcados amb (*) son procedentes de la agricultura ecológica.




Con esta receta participo en el reto de COOKING THE CHEF. Este grupo de entusiastas de la cocina propone cada mes un chef en quien nos podamos inspirar para preparar nuestra receta, y esta vez el reto está dedicado a nuestra cocinera más internacional, Carme Ruscalleda, la única mujer del mundo con 7 estrellas Michelin. Le gusta la cocina saludable, con ingredientes de la tierra y de temporada, y suele dar a sus platos un cierto tono poético.

Para acompañar este Pastel de frambuesas y fresas hoy os recomiendo la lectura de Philip Roth, Engaño. Seix Barral (Colección Biblioteca Formentor). Barcelona, 2009.

Mona armonia dorada



La señora Lola nunca sale de casa sin haberse mirado en el espejo como mínimo una docena de veces. Y, aunque ningún vecino la haya visto sin maquillar, ni con un mechón de pelo fuera de lugar ni sin conjuntar la ropa, ella nunca está lo suficientemente segura de ir perfecta.

No lo hace por presumir, ni porque se sienta observada ni siquiera para recibir alabanzas o palabras de admiración, porque le importa un comino lo que piensen los demás. Lo hace por ella, para sentirse bien, porque siempre le ha gustado estar rodeada de armonía y no podría vivir sin un equilibrio impecable entre su cuerpo y su atuendo.

Pero esta labor que siempre ha hecho maquinalmente con ágil complacencia, con el paso de los años se ha vuelto más y más pesada hasta el punto que ahora, a sus ochenta y tres años, le supone un esfuerzo gigantesco. Sus manos temblorosas se han empeñado en no hacer nada bien y no le queda más remedio que invertir mucho tiempo en rehacer lo que parece que ellas se niegan a cumplir correctamente.

Nunca antes había pensado en ella, pero desde hace unos meses reconoce que le da miedo la muerte, y no porque represente el fin de sus días, sino porque no está completamente segura que sus hijos satisfagan sus designios. Ha dejado por escrito tal como le gustaría dejar este mundo y no quisiera que después de toda una vida buscando la armonía, su último aliento no fuese acompañado del equilibrio que tanto había anhelado.




La Mona que he hecho este año tiene una cobertura tan perfecta que no necesita demasiados adornos para hacerla más bonita, y no sirve para esconder ningún defecto en su interior, sino un cuerpo suave, blando e irresistible para cualquier chooco- adicto.

Si os ha gustado esta Mona armonía dorada y os gustaría hacerla (sin los huevos podría ser una buena tarta de cumpleaños), basta con seguir estos pasos:

Para el bizcocho:
- Untamos con mantequilla un molde redondo de 26 cm y lo enharinamos ligeramente. Encendemos el horno a 180º. Fundimos al baño María el chocolate, después añadimos la mantequilla en trozos y vamos removiendo hasta que se haya integrado bien. Aparte, montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.

- Batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen, añadimos el chocolate, removiendo bien con un batidor de mano. Añadimos la harina mezclada con la levadura pasadas ​​previamente por un tamiz y, finalmente, las claras a punto de nieve, vigilando de incorporarlas poco a poco para que no pierdan consistencia. Vertemos la mezcla en el molde y la horneamos durante 35 minuto





-Para la ganache:
- Hacemos hervir la nata con el azúcar, retiramos el cazo del fuego y vamos añadiendo el chocolate hasta que se haya fundido. Una vez fría,  tapamos la ganache con film y la ponemos en la nevera durante unas horas.

Para la cobertura:
- Calentamos la nata, la retiramos del fuego y añadimos el chocolate troceado. Removemos hasta que se haya fundido. Añadimos la mantequilla y mezclamos hasta integrarla bien. P

Para los nidos de chocolate blanco:
- Deshacemos al baño María el chocolate y con un pincel pintamos el interior de unos moldes de papel rizado. Dejemos que se endurezca, y repetimos la operación 3 o 4 veces más hasta que tengamos el grosor deseado.

Montaje:
- Partimos horizontalmente el bizcocho por la mitad y repartimos la mermelada por encima de una mitad. Ponemos la ganache dentro de una manga pastelera y, comenzando por la parte más exterior, vamos cubriendo toda la mermelada. Tapamos con la otra mitad.

- Con el chocolate de la cobertura, cubrimos con una capa fina toda la tarta. Dejamos reposar. Volvemos a dar otra capa a los lados y la vamos alisando con una espátula. Debemos repetir esta operación las veces que sea necesario hasta tener unas bordes lisos. Ahora hacemos lo mismo con la parte de arriba, vigilando de no ensuciar los lados. Se necesita un poco de paciencia, pero al final nos quedará una cobertura perfecta .

- Distribuimos los nidos por la superficie, ponemos unas cuantas plumas amarillas y encima colocamos los huevos de chocolate.




Ingredientes (para un molde redondo de 26 cm):

Para el  bizcocho:
  • 5 huevos XL
  • 150 g chocolate 70% cacao
  • 100 g mantequilla
  • 150 g azúcar
  • 100 g harina
  • 1/2 sobre de levadura
  • 1 pizca de sal
Para la ganache:
  • 250 ml nata 35% m.g.
  • 20 g azúcar lustre
  • 200 g chocolate 70% cacao
Para la cobertura:
  • 280 ml nata 35% m.g.
  • 200 g chocolate 70% cacao
  • 40 g mantequilla
Otros:
  • 100 g de mermelada de albaricoque
  • 150 g chocolate blaco
  • 8 ous de chocolate
  • plumas amarillas



La señora Lola posee una belleza natural, serena y elegante. Lo mismo podríamos decir de esta Mona armonía dorada: no nos cansábamos de observarla en todo su esplendor y, una vez la probamos, ¡todo eran elogios! Era una Mona, pero cambiando los adornos podría convertirse en la tarta perfecta para celebrar un cumpleaños.

Para acompañar este manjar tan irresistible hoy os recomiendo la lectura de Renée Knight, Observada. Salamandra. Barcelona, 2015.


Alubias con coquinas




La pequeña Khaldiva sólo tiene seis años pero le han tomado la niñez que todo niño necesita. Nunca sonríe y tiene los ojos tristes. Hace tanto tiempo que se fue de casa que casi no recuerda ni los juguetes que dejó ni el color de las paredes de la escuela. Tiene frío y pesadillas cuando duerme. A veces incluso se la oye gritar en la oscuridad de la noche. 

Todo empezó el día en que, jugando en la calle con otros niños, su primo Alí cayó al suelo en medio de un charco de sangre. Una bala le había atravesado la cabeza sin que se pudiera hacer nada para salvarle la vida. Fue entonces cuando los padres de Khaldiva tomaron la decisión que hacía tiempo iban aplazando: coger cuatro cosas e iniciar un viaje que nunca habrían imaginado tan incierto. 

Les han robado el dinero, han caminado meses enteros bajo un sol abrasador y también pisando la nieve del frío invernal, sin tener garantizada la comida, durmiendo al raso y siempre con el alma en vilo porque allí donde llegaban eran recibidos con desprecio, con gases lacrimógenos, o con mangueras de agua. A menudo se han encontrado el camino cerrado con vallas repletas de cuchillas. Pero nada los detiene porque atrás sólo hay rastros de muerte. 

A Khaldiva le cuesta entender porque tuvieron que dejar su casa y aventurarse en un viaje tan largo y lleno de peligros. Qué diferente del verano que sus padres la llevaron a Tartús a ver por primera vez el mar, tan azul y tan inmenso. Aún tiene presentes los barcos alineados en el puerto con sus banderolas de colores, y las playas tranquilas que invitaban a pasear. 

Fue allí donde encontró la pequeña concha blanca acanalada con un agujerito en medio que su padre colgó de su cuello con una cadenita de oro. Es el único recuerdo que tiene de su vida en Siria, y se ha convertido en el símbolo de su peregrinación de pueblo en pueblo, a la espera que alguien los acoja con una sonrisa. Pero mientras no llega ese día, lleva esta concha bien escondida bajo el jersey para que nadie pueda quitársela.




De conchas hay de muchos tipos, pero hoy para hacer este plato usaremos las coquinas, un molusco de concha alargada y fina, muy apreciado por su sabor suave.

Si os ha gustado el aspecto de estas Alubias con coquinas y os gustaría hacerlas, basta con  que sigáis estas indicaciones:

- Lavamos bien las coquinas y las ponemos en remojo 2 horas en agua con sal. Aclaramos. Laminamos los ajos y troceamos los pimientos.

- Ponemos el aceite en un cazo, añadimos los ajos y los pimientos y, cuando los ajos empiecen a tomar color, agregamos las coquinas y dejamos que se abran. Retiramos los ajos, y eliminamos las valvas de las coquinas, dejando algunas para decorar.

- Vertemos las alubias y su agua, y las calentamos. Rectificamos de sal antes de emplatar. Decoramos con las coquinas reservadas y perejil picado.




Ingredientes (para 4 personas):
  • 800 g alubias de Santa Pau cocidas
  • 600 g de coquinas*
  • 2 pimientos verdes italianos* 
  • 2 dientes de ajo*
  • 4 cucharadas aceite de oliva virgen extra 
  • 400 ml agua de cocer las alubias
  • perejil*
  • sal marina*
  Todos los ingredientes marcados con (*) son procedentes de la agricultura ecológica.




Khaldiva se aferra a su concha para olvidar el infierno que viven todos los sirios que han tenido que huir de su casa. Y no sólo se les abandona a su suerte, sino que, además, se les pone delante todos los impedimentos necesarios para hacerles más duro el camino, ya bastante lleno de dolor y miseria.

Hoy para acompañar estas Alubias con coquinas os recomiendo la lectura de Szilárd Borbely, Los desposeídos. Literatura Random House. Barcelona, 2015