Arroz refrescante




Desde que ha llegado el buen tiempo y toda la familia ha empezado a hacer planes para las vacaciones, Irene se ha hundido en la desesperación. Se ha pasado meses haciendo la vista gorda a todos los problemas, con esa idea infantil de que si no los ves, no existen. Pero ahora le han estallado todos en la cara, y el estado de perturbación en que se encuentra no le permite vislumbrar ninguna solución.

Su amiga Montserrat le ha comentado por teléfono las maravillas del 3 en 1, pero Irene no cree mucho en los productos milagrosos y no está dispuesta a perder el tiempo.

Montserrat, que tiene soluciones para todo, en un abrir y cerrar de ojos se presenta sin avisar en casa de su amiga, y poco le ha faltado a Irene para desmayarse al abrir la puerta.

-¡Però... Montserrat! ¿Eres tú, realmente?

Parece más joven, presume de una cintura de abeja y en ningún momento menciona su tenditinis.

-¡3 en 1, reina! ¡3 en 1!

-¿Y tú crees que también irá bien para los gases de mi padre, la obesidad de mi suegro, la hipertensión de mi suegra, las verrugas de Pau, la celulitis de mi hija y mi callo?

-¡3 en 1, Irene, 3 en 1! ¡Hazme caso!




Irene sale corriendo a la frutería a comprar un montón de piñas, y ya hace horas que escudriña sus libros de cocina a la búsqueda desesperada de recetas que lleven esta fruta.

Si todo va bien y todos consiguen mejorar sensiblemente sus problemas, podrán disfrutar de sus vacaciones, y su amiga tendrá que cambiar el nombre de 3 en 1 por el de 6 en 1.


No sé si la piña tiene tantas propiedades como dicen, pero no me negaréis que es una fruta buenísima. Hoy os la presento con arroz, plato refrescante y muy saludable.

Si estáis interados en esta receta, primero ponemos agua al fuego con sal y un chorrito de aceite. Cuando rompa a hervir, ponemos el arroz y lo dejamos hervir durante 15 minutos. Lo colamos, lo refrescamos con agua fría y lo escurrimos.

Ponemos las pasas en remojo con agua tibia, y cortamos la piña y la naranja en trozos pequeños. Desmenuzamos las almendras.




Mezclamos el arroz con la piña y la naranja, las pasas escurridas, los piñones y las almendras. Podemos decorar el plato con hojas de menta y acompañarlo de una vinagreta hecha con zumo de naranja, aceite, sal y hojas de menta.

Ingredientes (para 4 personas):

400 g arroz basmati
2 rodajas de piña fresca
1 naranja
1 cucharada de pasas de Corinto
1 cucharada de piñones
1 cucharada de almendras crudas con piel
hojas de menta

Para la vinagreta:
1 cucharada zumo de naranja
4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
sal
hojas de menta




Con esta receta participo en el HEMC de este mes, que está dedicado a las recetas para llevar bikini este verano, idea propuesta por Palmira, del bloque Come conmigo .



hemc #44 - recetas para llevar bikini esta verano

Galletsas de chocolate




Augusto no iba nunca a trabajar sin su pequeño maletín. Algunas mañanas había coincidido con sus nuevos vecinos en el rellano y, aunque no habían hablado de sus profesiones, estos habían deducido que era maestro.

De hecho no hablaban casi nunca de sus vidas. "¡Buenos días!" "Parece que hoy hará sol. Aunque quizá esta noche ..." Y del mismo modo que Augusto no les había revelado el secreto que escondía su maletín, los vecinos tampoco le habían comentado que su hijo Marcos sufría una rara enfermedad que le hacía pasar temporadas en casa cuando su debilidad le impedía ir en la escuela.

Aquella tarde su madre había hecho crêpes de chocolate y los tres habían jugado a Adivina quién es, dos cosas que a Marcos le encantaban. Pero a la hora de repasar la lección, el niño empezó a hacerse rogar. Ya hacía días que iban retrasando el temario y había que buscar una solución.




Sus padres pensaron que quizás a Marcos le convenía un profesor que viniera cada día a casa a hacerle un repaso, y pensaron en  Augusto. Pero él se excusó tan amablemente como pudo, alegando que no era maestro de escuela, aunque trabajaba con niños. Los padres, decepcionados, se excusaron y le explicaron su situación.

-¡Eso cambia la cosa! -exclamó Augusto .- ¡Esperad un momento! -dijo mientras cogía su maletín y se encerraba en la habitación, de donde salió unos minutos más tarde causando la admiración de los padres.

-¡Sí, soy payaso y trabajo en  hospitales! Ahora veréis los prodigios que puede hacer esta cara pintada!




Si, al comer una galleta sencilla, queréis sentir un estallido de emociones, ¡pintadle la cara y veréis qué prodigios puede hacer el chocolate!

En primer lugar encendemos el horno a 160 º, y cubrimos una fuente con papel de horno. Ponemos en un bol la harina, la levadura y las especies, y la mantequilla cortada en trozos pequeños. Vamos trabajando todos los ingredientes hasta que tengan aspecto de serrín fino. Añadimos entonces el azúcar y el huevo batido, y lo amasamos todo hasta que se forme una bola compacta.

Esparcimos un poco de harina sobre el mármol y extendemos la masa con el rodillo hasta que tenga un grosor de 3 mm. Cortamos las galletas con un molde rectangular y las vamos poniendo alineadas en la bandeja del horno. Las horneamos durante 15 minutos o hasta que tengan un color dorado pálido. Las dejamos 5 minutos más en la bandeja para  que se endurezcan antes de ponerlas en una rejilla  para que enfríen del todo.

Fundimos el chocolate al baño María y, con un pincel, pintamos la parte superior de las galletas. Las ponemos 10 minutos en la nevera para que se endurezca y ya las tenemos a punto para comer.

Ingredientes (para 36 galletas):

240 g harina
1 cucharadita de levadura Royal
1 pizca clavo molido
1 pizca canela molida
100 g mantequilla
80 g azúcar molido
1 huevo (65 g)

75 g chocolate Nestlé Postres





Sachertorte




Tenía sólo dieciséis años, y quizá para su madre todavía era un niño, pero aquella noche, quién sabe si guiado por los dioses o por su inteligencia, fue capaz de marcar el camino de su futuro.

Era el año 1832 y el príncipe Klemens Wenzel Lothar von Metternich había invitado a cenar a un grupo selecto de amigos.

-Quiero que el postre provoque a mis comensales una gran admiración! -había advertido días antes el príncipe a los responsables de cocina.

El destino hizo que ese día el jefe de cocina se pusiera enfermo y no fuera a trabajar. Para su equipo fue un contratiempo tan grande que se vieron incapaces de improvisar nada. Si el joven aprendiz Franz Sacher hubiera tenido algo más de tiempo, hubiera podido idear un plato que complaciera al príncipe, pero en aquellos momentos la desesperación ocupaba todos los rincones de su cuerpo.

-¡Tengo que pensar algo! ¡Y rápido! Pero ... ¿qué puedo hacer? Veamos ... ¿qué ingredientes tenemos aquí? Harina, huevos, chocolate ... Podría hacer una tarta ... como ya hemos hecho otras veces. Pero no. Debe ser original. ¿Qué más hay en la despensa?

Y así, pensando, pensando, ideó una tarta que hoy día, 182 años después de su creación, aún causa admiración entre todos los que la prueban.




Aquella noche, gracias a la mermelada de albaricoque, Franz se hizo mayor. E hizo grande su nombre.

Oriol también se ha hecho mayor. Ahora tiene la misma edad que tenía Franz cuando creó la Sachertorte, pero mi hijo no hace maravillas en la cocina sino en el campo de la informática. Y es que los tiempos han cambiado ... Aunque a comerse una buena ración de esta tarta, ¡no le gana nadie!




Si vosotros también queréis disfrutar de una tarta tan elegante y exquisita como ésta, seguid mis indicaciones.

Untamos con mantequilla un molde redondo de 26 cm y lo enharinamos ligeramente. Encendemos el horno a 180º. Fundimos al baño María el chocolate, después añadimos la mantequilla a trozos y vamos agitando hasta que también se haya fundido. Aparte, montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.

Batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen, añadimos el chocolate, removiendo bien con un batidor de mano. Añadimos la harina mezclada con la levadura y, finalmente, las claras a punto de nieve, vigilando de incorporarlas poco a poco para que no pierdan consistencia.

Vertemos la mezcla en el molde y la horneamos durante 30 minutos. Una vez esté fría, ya la podremos desmoldar. Mientras, preparamos la ganache. Hacemos hervir la nata con el azúcar, retiramos el cazo del fuego y vamos añadiendo el chocolate hasta que se haya fundido bien. Dejamos enfriar en la nevera.




Partimos horizontalmente el bizcocho en dos trozos, extendemos la mermelada encima de una mitad, cubrimos con la ganache y tapamos con la otra mitad. Calentamos un poco de nata, fundimos dos porciones de chocolate y con esta mezcla tapamos todos los poros que haya.

En un cazo ponemos la nata y la hacemos hervir. Retiramos el cazo del fuego y añadimos el chocolate y la mantequilla a trozos. Agitamos bien. Ponemos la tarta sobre una rejilla, y echamos por encima esta cobertura, dejando que vaya cubriendo toda la superficie, mientras va cayendo por los lados. Más vale que sobre, como es el caso, que no que falte, porque no lo podríamos arreglar.

La cobertura que ha caído la podemos recoger y guardarla para otra ocasión, pero yo he preferido volverla a verter por encima del pastel para que tuviera un buen grosor.




Ingredientes:

Para el bizcocho:
5 huevos
150 g chocolate Nestlé Postres
100 g mantequilla
150 g azúcar
100 g harina
1 / 2 sobre de levadura
1 pizca de sal

Para la ganache:
250 ml nata
20 g azúcar glas
200 g chocolate Neste Postres

100 g de mermelada de albaricoque

Para tapar los poros:
40 ml nata
50 g chocolate

Para la cobertura:
250 ml nata
250 g chocolate Neste Postres
100 g mantequilla

Para las rosetas:
100 g chocolate
50 g mantequilla
pétalos de chocolate blanco
perlas de azúcar




La Sachertorte se caracteriza por una presentación sencilla y elegante. Por eso la encontramos decorada con su nombre escrito con un hilo de chocolate. Pero para celebrar el aniversario de Oriol, he decidido hacer una corona con dieciséis rosetas. Es la corona de mi príncipe.