Calamares con uvas



Quizá toda la culpa era suya, por no saber cautivar cada noche el corazón de su amado. O quizás aquella crueldad inexorable del paso del tiempo que hace que una mujer pierda frescura y atractivo a los ojos de su amante.

Quién sabe si la llegada de unas jóvenes hermosas al harén fue el motivo por el cual el rey Djemchid prefiriera probar nuevos besos y nuevas golosinas, arrinconando aquellos labios que hasta hacía poco habían sido sus favoritos.

La pobre mujer se abandonó al llanto y la desesperanza, pasando las horas olvidándose de vivir y desatendiendo cualquier bocado. Su turbación era tan grande que sólo veía en la muerte la salida a esos males, y por esta razón decidió ir a la cocina donde había visto escondida en un rincón una gran jarra con la etiqueta de veneno.

Se bebió un vaso, y luego otro. Y, habiéndose imaginado que moriría tras sufrir grandes dolores, cuál no fue su sorpresa al ver que aquel brebaje le animaba y la hacía sentirse mejor. Era feliz  y bailaba, bailaba desinhibida por toda la estancia ante los ojos de todos. Y cantaba de alegría al sentirse viva y contenta de ser como era.

Y he aquí que apareció el monarca, movido por la curiosidad que causaba aquel alboroto. Sus ojos no podían apartarse del encanto que rezumaba el baile de la mujer a la que había rechazado con poca delicadeza. Sucumbió a la sensualidad de sus movimientos y de su voz y habiendo percibido que la belleza no es un don exclusivo de la juventud, se enamoró nuevamente de ella  con locura.




Desde que un pájaro hizo caer unos granos de uva en las manos del rey Djemchid y él hizo plantar las semillas, quedó maravillado con el sabor de sus frutos. Tal debilidad sentía que se hacía traer uvas de todo el país, que guardaba en vasijas de barro para tenerlas siempre al alcance.

Y, sorprendido al ver que aquella jarra, donde tiempo atrás los sirvientes habían dejado olvidados unos racimos, no contenía ninguna poción venenosa, sino una bebida que daba ánimos, decretó que parte de la uva que se recogía en los viñedos de Persia fuera destinad a la producción de esta medicina real.

A nosotros también nos gusta mucho la uva y acostumbramos a comerla como fruta al finalizar la comida, pero hoy os traigo otra manera de comérnosla. Estos Calamares con uvas son la segunda receta del menú que preparé para el II Fòrum Dona i Menopausa  que tuvo lugar los días 16, 17 y 18 de octubre. Un plato sorprendente y elegante, muy apropiado en una dieta equilibrada y saludable.




Si estos Calamares con uvas os han llamado la atención y os gustaría preparalos, sólo tenéis que seguir estas indicaciones:

- En un cazo ponemos el aceite, las hierbas aromáticas y los ajos partidos por la mitad. Lo dejamos a fuego suave durante cinco minutos. Tapamos y reservamos.

- Calentamos un vaso de agua con una cucharadita de sal y otra de azúcar. Cuando hierva, escaldamos las uvas durante 30 segundos. Las sacamos rápidamente y las enfriamos en agua con hielo. Las dejamos escurrir en papel de cocina.

- Colamos el aceite, y lo ponemos en una sartén con la tripa cortada en daditos. Ponemos la sartén a fuego suave, removiendo para que el bacalao suelte la gelatina. Añadimos el perejil picado, damos un par de vueltas y reservamos.

- Abrimos los calamares por la juntura lateral y con un cuchillo hacemos cortes paralelos en diagonal sin llegar a traspasar totalmente la piel, primero en un sentido y luego en el otro, formando unos rombos. Calentamos la plancha, salamos los calamares y los salteamos por el lado no marcado. Veremos que enseguida se enrollan formando un cilindro.

- Mientras, salteamos las uvas en una sartén con unas gotas de aceite.

- Ponemos los calamares y las uvas en el plato. Por encima echamos trocitos de tripa de bacalao con aceite, y decoramos con los canónigos y los germinados. Los regamos con un poco más de aceite..




Ingredientes (para 2 personas):
  • 6-8 calamares frescos de la costa sin piel, patas ni aletas
  • 12 granos de uva
  • 1 cucharadita de café de azúcar integral de caña
  • 1 cucharadita de café de sal marina
  • 40 g tripa de bacalao desalada cortada a dados
  • perejil fresco picado
  • 100 ml aceite de oliva virgen extra
  • 1 rama  de romero
  • 1 rama de tomillo
  • 3 dientes de ajo
  • germinados de rabanitos de agricultura ecológica
  • hojas de canónigos

Si queréis vernos preparando estos Calamares con uvas, lo podéis hacer aquí:


Crema de brócoli y wakame



Sorprendía su desbordante frenesí, bailando al ritmo de la música sin ningún tipo de rubor. Vestían modernas, con dibujos llamativos y modelos que causaban sensación. Ningún rastro de timidez en sus movimientos, ningún miedo al que dirán, ni vergüenza por lo que podían enseñar.

Ya hace tiempo que estas mujeres han decidido vivir su vida con alegría y disfrutando cada momento del día. Abren los ojos a las maravillas que se presentan y llenan su corazón con millones de chispas de ilusión.

Ya pasan de los cincuenta, tienen esa belleza que los años y la vida han modelado con pasión y, aunque cuando se miran al espejo no acaban de sentir como propias aquellas curvas, sienten que nunca habían tenido tanta fuerza para dejar huella allí donde van.

Estas mujeres reales desfilaron en el acto de inauguración del II Fòrum Dona i Menopausa organizado por ella y el abanico y que tuvo lugar el 16, 17 y 18 de octubre en Barcelona.




Como directora de Las recetas de ella y el abanico,  di una charla sobre la importancia del calcio en esta etapa de la vida de las mujeres, y preparé un menú especial para la ocasión, que os iré presentando durante las próximas semanas.

El primer plato es esta Crema de brócoli y wakame. Si os ha gustado y os gustaría hacerla, solo tenéis que seguir estos pasos:

- Hervimos la cebolla cortada en juliana y el agua durante 10 minutos. Añadimos las flores de brócoli y el alga troceada, que previamente habremos puesto en remojo 5 minutos.

- Al cabo de 10 minutos añadimos los copos de quinoa y la sal. Lo dejamos cocer 5 minutos más, y cerramos el fuego.

- Añadimos la crema de almendras, y trituramos con el minipímer. Si queremos una crema más fina, la pasaremos por el chino.
- Decoramos el plato con chips de wakame. Y también podemos poner unas almendras crudas troceadas.




Ingredientes (para 4 personas):
  • 1 brócoli de agricultura ecológica
  • 1 cebolla tierna de agricultura ecológica
  • 1 trozo de alga wakame
  • 25 g copos de quinoa bio Quinua Real
  • 200 ml crema de almendras  bio
  • 3 vasos de agua mineral
  • sal marina



Si queréis vernos preparando esta receta, aquí os dejamos el video:




A menudo se dice con connotaciones negativas que las mujeres somos complicadas, pero esto no tiene nada de malo, sino al contrario. El problema lo tiene, sin duda, quien no puede o no es capaz de entendernos.

Para acompañar esta deliciosa y sencilla Crema de brócoli y wakame hoy os recomiendo la lectura del libro de Lluís Llach, Las mujeres de la Principal. Seix Barral (Colección Biblioteca Breve). Barcelona, 2014.

Bastoncillos con pipas de girasol



Ángela tiene hambre. Hace días que tiene hambre, y la nevera está vacía. Las tripas a menudo le hacen ruido y ya no sabe qué excusa dar al pequeño Ramón cuando le pregunta qué le pasa.

Pero ... ¿cómo explicar a un niño de tres años que un monstruo feroz con las garras afiladas araña el corazón de su madre, y que no dejará de hurgar en la herida hasta conseguir que exhale el último pellizco de ilusión? ¿Cómo decirle que es una lucha dolorosa e inútil i que parece que no tenga fin?

Quizás el pequeño no llegue a saber nunca que el dinero que entra en casa sólo sirve para pagar el techo que les cobija y que el resto viene de la caridad de la familia y los amigos que, a pesar de no encontrarse en una situación mejor, no tienen un pequeño a su cargo.

Ángela se esfuerza para que los ojos de su hijo no caigan en un pozo negro y pierdan  para siempre su brillo. Se rebela contra su desdicha y esconde bajo la alfombra todas las miserias. Delante del niño, no quiere llantos, ni quejas ni lamentos.

- Toma, hijo. Mira qué bastoncillos tan ricos  ha traído tía Rosa para merendar.




La situación actual hace que mucha gente se vea privada de cosas que deberían ser consideradas básicas. Pero hay un alimento que no debería faltar nunca en ninguna casa: el pan. ¡Luchemos, pues, para que así sea!

Hoy en lugar de pan os traigo unos bastoncillos caseros. Es posible que no os parezcan demasiado atractivos pero, una vez los pruebas, ¡son tan irresistibles que es un empezar y no parar! Y, aunque pasen los días, se mantienen tan crujientes como si acabaran de salir del horno.

Si os han gustado estos Bastoncillos con pipas de girasol y desearíais hacerlos, sólo tenéis que seguir estas indicaciones:

- Ponemos dentro de la panificadora los ingredientes en el mismo orden que os digo y amasamos quince minutos. Añadimos las pipas, amasamos 2 minutos más y luego la dejamos reposar un par de horas.

- Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Enharinamos la superficie de trabajo y vamos cogiendo porciones de masa de unos 45 g. Las estiramos formando churros de unos 25 cm de largo, los ponemos encima de una bandeja forrada con papel vegetal y los horneamos durante 30 minutos.

- Para conseguir que se mantengan crujientes días y días, bajamos la temperatura del horno a 100º, y los dejamos 30 minutos más. Apagamos el horno y los dejamos dentro que se vayan enfriando. Una vez fríos, los guardamos dentro de una caja de metal.




Ingredientes (para 22 bastoncillos):
  • 320 g agua mineral
  • 10 g sal marina
  • 50 g aceite de oliva virgen extra
  • 550 g harina de fuerza
  • 12 g levadura fresca de panadero
  • 55 g pipas de girasol bio ecoBASICS




Hoy, 16 de octubre es el Dia Mundial del Pan y, un año más, nos adherimos con estos Bastoncillos con pipas de girasol a la propuesta de Zorra, autora del blog  Kochtopf, que por novena vez nos invita a encender el horno y a amasar.


World Bread Day 2014 (submit your loaf on October 16, 2014)

Garbanzos con verduras y atún



Pero ... ¿qué se han creído, todos estos? ¿Insinuarme que debería cambiarme el apellido sólo porque a sus ojos parece ridículo? ¡Como si el nombre hiciera la cosa! ¡Pues no, no pienso renegar de él, qué carajo! ¡Y no veo por qué me ha de perjudicar para entrar con buen pie en el mundo de la política!

Y alzo la voz para que se sepa que todos mis antepasados ​​llevaron el apellido de Cicerón con orgullo, pues es notorio que el primero que lo recibió fue un hombre notable, y nos han importado un bledo todas las burlas recibidas a lo largo de generaciones porque, al fin y al cabo, provienen de gente ignorante.

Sí, es muy posible que este antepasado hubiera tenido una ligera hendidura como el corte de un garbanzo en la punta de la nariz, y que por eso le pusieran ese mote. Pero ... ¿quién puede documentarlo? ¿Quién puede poner la mano en el fuego que el origen no es otro?

A mí ya me está bien, y no sólo no me avergüenzo, sino que haré lo posible para llevar este apellido tan lejos que incluso las estrellas sentirán envidia de su fama.




Producto milenario, base de la cultura mediterránea, el garbanzo tiene tantas propiedades que debería formar parte de nuestra dieta con más frecuencia, pero desgraciadamente todavía hay quien lo considera comida para pobres. Hoy os propongo una manera muy sana de prepararlos: Garbanzos con verduras y atún.

Si os han llamado la atención y os gustaría hacerlos, tan solo tenéis que seguir estas indicaciones:

- Ponemos los garbanzos en remojo durante toda la noche. Al día siguiente los ponemos en una olla con agua mineral (3 partes de agua por 1 de garbanzos), y los cocemos lentamente durante una hora y media o hasta que estén en su punto. Si se quedan sin agua, añadiremos un poco, siempre caliente.

- Pelamos la zanahoria y la rallamos. Cortamos las judías verdes en trozos y las cocemos al vapor durante 7-8 minutos. Dejamos escurrir el aceite del atún. Cortamos el cebollino.

- Preparamos el aliño mezclando todos los ingredientes con un batidor pequeño. Si es necesario, añadimos un poco de agua tibia.

 - Mezclamoslas verduras, los garbanzos, las pipas y el atún en un plato y lo aliñamos.




Ingredientes (para a 4 personas):

  • 500 g garbanzos cocidos bio ecoBASICS*
  • 150 g zanahoria*
  • 250 g judías verdes*
  • 200 g atún en aceite de oliva
  • 2 cucharadas pipas de girasol bio ecoBASICS*
  • >
  • 2 cucharadas cebollino picado*
Para el aliño:
  • 4 cucharadas aceite de oliva virgen extra
  • 1  cucharadita mostaza à l'Ancienne
  • 2 cucharadas salsa tamari*

(*): Productos procedentes de la agricultura ecológica.




Cicer en latín significa garbanzo, y el gran Cicerón, el político, filósofo y orador de la antigua Roma, nunca dejó que lo menospreciaran por el origen de su apodo. Era muy pícaro, y tenía un sentido tan fino de la ironía que una vez mandó grabar en una ofrenda de plata sus nombres Marco Tulio y, en lugar de Cicerón, hizo cincelar un garbanzo.

Pues en su honor, aquí tenéis estos Garbanzos con verduras y atún. Y, para acompañar un plato tan rico, hoy os recomiendo la lectura de Benjamin Black, El otro nombre de Laura. Editorial Alfaguara. Barcelona, 2008.