Lisa es una niña muy vivaracha. Tiene ocho años y una imaginación desbordante. Habla con los animales y debe ser cierto que la entienden porque es la única persona a quien haceb caso, la siguen a todas partes y obedecen todas sus órdenes. La oca Queta, el gato Mix, el perro Dog y la yegua Flor son sus mejores amigos.
Le gusta la vida rural porque puede estar todo el día al aire libre, corriendo por los campos y trepando por los árboles, ya sea para hartarse de cerezas o coger los higos más dulces. Cuando el sol pega fuerte y a sus padres les gustaría que hiciera la siesta, ella se sienta en el regazo del roble que preside la entrada de la finca y lee los libros que el bibliobús le ha dejado en préstamo.
Es una gran devoradora de libros y presume de haber leído más de cincuenta el último año. Y, aunque sus preferidos son los que tienen animales como protagonistas, no oculta su debilidad por los cuentos de héroes y princesas.
Es consciente, sin embargo, que las princesas bobaliconas de los cuentos, de rubios tirabuzones y vestidos preciosos no existen y está convencida de que algún día ella escribirá historias de chicas fuertes y valientes, de espíritu aventurero y carácter decidido. De las que no tienen miedo de cruzar un río en medio de la selva o cabalgar a lomos de un elefante, huyendo de monos chillones.
Cuando llega la primavera Lisa se esconde entre las matas de guisantes y se harta de los frutos más tiernos. Y ríe, pícara, pensando en la princesa del cuento que es capaz de quejarse del dolor de espalda provocado por un guisante escondido bajo diez colchones, pero no de la dificultad de dormir sobre un bulto tan grande.
Le gusta la vida rural porque puede estar todo el día al aire libre, corriendo por los campos y trepando por los árboles, ya sea para hartarse de cerezas o coger los higos más dulces. Cuando el sol pega fuerte y a sus padres les gustaría que hiciera la siesta, ella se sienta en el regazo del roble que preside la entrada de la finca y lee los libros que el bibliobús le ha dejado en préstamo.
Es una gran devoradora de libros y presume de haber leído más de cincuenta el último año. Y, aunque sus preferidos son los que tienen animales como protagonistas, no oculta su debilidad por los cuentos de héroes y princesas.
Es consciente, sin embargo, que las princesas bobaliconas de los cuentos, de rubios tirabuzones y vestidos preciosos no existen y está convencida de que algún día ella escribirá historias de chicas fuertes y valientes, de espíritu aventurero y carácter decidido. De las que no tienen miedo de cruzar un río en medio de la selva o cabalgar a lomos de un elefante, huyendo de monos chillones.
Cuando llega la primavera Lisa se esconde entre las matas de guisantes y se harta de los frutos más tiernos. Y ríe, pícara, pensando en la princesa del cuento que es capaz de quejarse del dolor de espalda provocado por un guisante escondido bajo diez colchones, pero no de la dificultad de dormir sobre un bulto tan grande.
Se los conoce como perlas del Maresme, y también como caviar verde, pero la verdad es que los guisantes, con su sabor dulce y su color verde intenso son un manjar cuando se consumen muy tiernos. Como estos que veis, cultivados en mi huerto, la joya de mi casa. Estos son los últimos de la temporada y se merecían un buen homenaje.
La receta de hoy es una versión de la Crema de guisantes congelados de Martín Berasategui, en la que he sustituido los guisantes congelados por frescos. Son tan tiernos que dudo que la princesa del cuento les hubiera notado bajo el montón de colchones en que durmió aquella noche en palacio, resguardándose de la lluvia.
La receta de hoy es una versión de la Crema de guisantes congelados de Martín Berasategui, en la que he sustituido los guisantes congelados por frescos. Son tan tiernos que dudo que la princesa del cuento les hubiera notado bajo el montón de colchones en que durmió aquella noche en palacio, resguardándose de la lluvia.
Si os ha llamado la atención esta Crema de guisantes Berasategui y os gustaría hacerla, basta con seguir estos pasos:
- Pelamos y cortamos la cebolla en brunoise, y la pochamos en una olla con el aceite durante 4 minutos a fuego suave, evitando que coja color. Añadimos los guisantes y los dejamos sudar durante 2 minutos. Vertemos el caldo caliente y mantenemos la ebullición durante 7 minutos.
- Salpimentamos, trituramos con el túrmix y pasamos la crema por el chino.
- Ponemos en el plato huevos de codorniz partidos por la mitad (que previamente habremos cocido durante 5 minutos en agua hirviendo y después remojado en agua fría para poderlos pelar mejor), puntas de espárrago (cocidas 2 minutos al vapor), y trozos de queso fresco. Vertemos por encima la crema.
- Pelamos y cortamos la cebolla en brunoise, y la pochamos en una olla con el aceite durante 4 minutos a fuego suave, evitando que coja color. Añadimos los guisantes y los dejamos sudar durante 2 minutos. Vertemos el caldo caliente y mantenemos la ebullición durante 7 minutos.
- Salpimentamos, trituramos con el túrmix y pasamos la crema por el chino.
- Ponemos en el plato huevos de codorniz partidos por la mitad (que previamente habremos cocido durante 5 minutos en agua hirviendo y después remojado en agua fría para poderlos pelar mejor), puntas de espárrago (cocidas 2 minutos al vapor), y trozos de queso fresco. Vertemos por encima la crema.
Ingredientes (para 4 personas):
- 700 g guisantes tiernos sin vaina*
- 700 g caldo casero de pollo y verduras* (o de verduras, para vegetarianos)
- 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- sal marina*
- pimienta negra recién molida*
Para acompañar:
- 16 puntas de espárragos verds
- 8 huevos de codorniz
- 16 dados de queso fresco tipo Burgos
Todos los ingredientes marcados con (*) son procedentes de la agricultura ecológica.
Con esta receta participo en el reto de COOKING THE CHEF. Este grupo de entusiastas de la cocina propone cada mes un chef en quien podamos inspirarnos para preparar nuestra receta, y esta vez el reto está dedicado al chef Berasategui, uno de los mejores cocineros del mundo, galardonado con 7 estrellas Michelin, las mismas que nuestra cocinera Carme Ruscalleda.
Para acompañar esta Crema de guisantes Berasategui, preparada con las perlas verdes de mi huerto, os recomiendo la lectura de La perla, de John Steinbeck. Edhasa (Colección Novela). Barcelona, 2002.