Me da rabia la gente que presume de no saber hacer nada. Seguro que conocéis a más de uno, generalmente alegre y simpático, que fácilmente se hace perdonar su ineptitud. Y estoy convencida que, en el fondo, no es otra cosa que la excusa perfecta para escabullirse de hacer algo.
Admiro a los grandes maestros del Renacimiento. Leonardo da Vinci, por ejemplo, era un pozo de ciencia, pero a la vez era tan habilidoso que supo convertir todos sus trabajos en auténticas obras maestras. Dominaba todas las artes, y tanto si hacía de pintor como de escultor, de arquitecto como de inventor, de ingeniero como de escritor, trataba de hacerlo bien.
Yo quiero ser como Leonardo, aprendiz curiosa y maestra de todo. Por eso, hoy he cogido la paleta, la he llenado de colores resplandecientes y espero hacer una obra que tenga la suficiente calidad como para presentarla al HEMC de este mes, cuyo tema es el hojaldre, elegido por su anfitriona, Gemma de La cocina de casa.
Para hacer esta tarta tan primaveral, sacaremos del congelador el hojaldre, y mientras se descongela haremos la crema pastelera.
Ponemos la leche al fuego con la piel de limón y cuando empiece a hervir, cerramos el fuego. En un cazo ponemos las yemas y el azúcar y con una batidora eléctrica los vamos batiendo hasta que estén bien esponjosos. Entonces añadimos la Maizena y seguimos batiendo hasta que quede bien integrada. Incorporamos la leche colada, batiendo suavemente con una espátula.
A continuación ponemos el cazo al fuego, que deberá estar bien bajo, y vamos removiendo la crema hasta que hierva. Pensad que pueden pasar perfectamente 10 minutos hasta que haya espesado. Sabremos que ha llegado el momento de sacarla del fuego cuando veamos unas burbujas que se hinchan y estallan haciendo puff. Rápidamente sacamos el cazo del fuego, agitamos bien la crema y la dejamos enfriar, tapándola con film transparente.
Cuando ya tengamos las láminas descongeladas, encendemos el horno y lo ponemos a 225º. Cogemos una de las láminas y la doblamos por la mitad. Con un cuchillo afilado cortamos un borde de la masa de 4 o 5 cm de ancho. El recuadro que sobra no lo necesitamos, ¡pero no lo tiraremos! Como somos golosos por naturaleza, podemos hacer un puñadito de lentes o una pequeña tarta de cabello de ángel, o una mini tarta de chicharrones.
Ponemos papel de horno en una bandeja y colocamos encima la lámina entera de hojaldre. Con un pincel pintamos todo el alrededor y le ponemos encima los bordes que hemos cortado antes, haciendo que coincidan. Hacemos un dibujo con el cuchillo y pintamos también los bordes.
Pinchamos con un tenedor la parte central para evitar que se hinche. La llevamos rápidamente al horno donde deberá estar 30 minutos, pero cuando lleve 25 vamos mirando, no sea que se tueste en exceso. Una vez sacada del horno, la dejamos enfriar. Si vemos que se ha hinchado un poco del centro, podemos sacar con cuidado la parte abombada.
Llenamos todo el centro de la tarta con la crema pastelera, alisando la superficie. Cortamos la fruta que hemos elegido para la decoración y la disponemos por encima, cubriendo la crema.
Para conseguir un acabado más brillante, haremos un abrillantador de esta manera: ponemos en remojo la hoja de gelatina. Llevamos un cazo al fuego con 2 cucharadas colmadas de confitura de albaricoque y 2 cucharadas de agua. Cuando la confitura se haya deshecho, le añadimos la gelatina y la pasamos por un colador. Esperamos que entibie y, con la ayuda de un pincel, pintamos la fruta.
Para entender mejor el paso a paso, podéis consultar el slide que tengo en el bloc en catalán.
Ingredientes:
2 láminas de hojaldre congelada
1 huevo
1 plátano
1 melocotón
2 kiwis
100 g de moras
150 g. fresas
2 cucharadas de confitura de albaricoque
1 hoja de gelatina
Crema pastelera:
750 ml de leche
6 yemas de huevo
150 g azúcar
60 g Maizena
piel de limón
¡De hoy en adelante soy Leonarda d'Ací!
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