Cuando nací, mi padre plantó una higuera en la parte trasera de casa, muy cerca de un muro de piedra, pensando que bajo sus ramas encontraríamos la sombra anhelada los días calurosos de verano. Sin embargo nunca imaginó que el crecimiento de este árbol iría ligado a mi vida, como si fuéramos dos almas gemelas.
El año que celebré mi séptimo cumpleaños, subiéndome al muro logré trepar entre sus ramas intentando alcanzar los frutos que tanto me gustaban.
La inconsciencia propia de mi edad hizo que no viera el peligro y, sin darme cuenta, en un momento ya estaba en lo alto de la higuera. Un segundo después yacía en el suelo, viva de milagro y con las dos piernas rotas.
Hace diez años que voy en silla de ruedas. Y, a pesar de que la higuera se haya convertido para la familia en un árbol maldito, cada día me encontraréis acariciándole el tronco para darle el consuelo que necesita. Y es que hace diez años, también, que la higuera dejó de crecer.
Estoy convencida de que cuando deje de sentirse culpable, comenzará a ganar altura y, de paso, mis piernas recuperarán la movilidad perdida.
No hay ninguna casa de campo que no presuma de tener una buena higuera. Y a mí, nadie me gana a coger higos porque es una de las frutas que más me gustan. Comidas recién recolectadas son deliciosas, pero ¡esta Tarta de higos es casi celestial!
Los dioses me han hecho partícipe de su secreto y ahora mismo os explico la receta:
Empezamos preparando la masa quebrada. Ponemos dentro del bote de la picadora todos los ingredientes y los trituramos hasta que se hayan convertido en una masa uniforme. Hacemos una bola, la cubrimos con film transparente y la guardamos en la nevera durante una hora como mínimo.
Ponemos la bola entre dos láminas de film transparente y la estiramos con el rodillo. Como usaremos un molde rectangular de 14cm x 29 cm, con la masa haremos un rectángulo de 19 cm x 34 cm, con el que forraremos la base del molde y 2,5 cm de los lados. Después, lo dejamos en la nevera.
Para hacer el relleno, empezamos calentando la leche. Batimos el huevo y el azúcar, añadimos la Maizena y, cuando esté todo bien emulsionado, vertemos la leche caliente. Removemos y ponemos el cazo a fuego suave.
No paramos de remover hasta que hierva. Entonces apartamos el cazo del fuego y añadimos la ralladura de limón. Cubrimos toda la superficie de la crema con film transparente. Cuando esté tibia, le añadimos la nata, removemos bien y dejamos en la nevera hasta el momento de usarla.
Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Pinchamos con un tenedor la base de la tarta que teníamos en la nevera, la cubrimos con papel de horno y la rellenamos con legumbres secas. La horneamos durante 12 minutos. Retiramos el papel y las legumbres, y la ponemos 12 minutos más en el horno, o hasta que veamos que tiene un bonito color dorado.
Una vez fría, llenamos toda la base con la crema. Cortamos los higos en láminas muy finas y cubrimos con ellas toda la crema.
Calentamos el zumo de limón y la mermelada, y después los pasamos por un cedazo. A continuación barnizamos toda la superficie de la tarta para que nos quede bien brillante.
Ingredientes:
Para la masa quebrada:
175 g harina
75 g azúcar molido, con aroma de vainilla *
75 g mantequilla
1 huevo
Para el relleno:
300 ml leche
1 huevo
50 g azúcar molido, con aroma de vainilla *
45 g Maizena
ralladura de un limón
100 ml nata
Para la decoración:
5 higos maduros
zumo de un limón
4 cucharadas de mermelada de albaricoque
* Para conseguir azúcar con un intenso aroma de vainilla, simplemente ponemos una vaina de vainilla usada dentro de un bote de cristal y lo mantenemos bien tapado.
Espero que os haya gustado compartir este secreto de los dioses. Y nada mejor para acompañar esta Tarta de higos que la lectura del libro de Gail Anderson-Dargatz, El secreto de las abejas. Ediciones Maeva (Colección Narrativa). Madrid, 2002.
Fuente de la receta: Más de 200 recetas que le harán perder la cabeza.