Brazo de gitano con ganache de fresa




Hace mucho tiempo, cuando el mundo era nuevo, el Creador hizo al hombre y a la mujer. Y vivieron felices hasta que la aspereza de unas palabras hirió el corazón de la mujer.

Volvía él de cazar y, habiéndose imaginado que la encontraría esperándole con el plato en la mesa, se encendió de ira cuando la vio entretenida cogiendo flores. Ella, que había decidido hacer un ramo para compartir con su amado la belleza de aquellas flores mientras comían, se sintió dolida y huyó de aquel hombre tan enfurismado.

Arrepentido de sus palabras airadas, fue a buscarla implorando su perdón pero pronto comprobó con desconsuelo que el dolor empujaba a su amada a correr cada vez más lejos de él.

Entonces el Sol, sobrecogido por la tristeza del hombre, decidió ayudarlo haciendo surgir a la vera del camino unas fresas. El color de aquellos frutos desconocidos llamaron la atención de la mujer, que se detuvo un momento para coger uno y probarlo.

Su dulzura le recordó tanto los momentos felices vividos junto al hombre, que decidió coger un puñado para llevárselos. Pero cuando estaba entretenida eligiendo las fresas más maduras y más bonitas llegó él y, compartiendo una comida tan sabrosa, se reconciliaron.

Y dicen que vivieron felices hasta el fin de sus días.




El mensaje de esta historia no es sólo mostrarnos el origen de las fresas, sino también hablarnos de la importancia del respeto y del perdón.

Y ahora que el color de las fresas alegra los puestos de frutas de todos los mercados, os traigo un postre que os encantará: Brazo de gitano con ganache de fresa. Si lo queréis hacer, sólo tenéis que seguir mis indicaciones.

Empezamos preparando la lámina de bizcocho: encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Batimos con una batidora eléctrica las yemas y el azúcar hasta que estén bien esponjosos. Mezclamos la harina con la levadura, y la añadimos a las yemas pasándola previamente por un tamiz.

Montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal, y las añadimos a las yemas con una espátula, muy suavemente. Esparcimos la masa sobre un papel de horno, bien uniforme, y la horneamos durante 8 minutos.




Mientras se hornea, preparamos el relleno: con la batidora eléctrica mezclamos bien el mascarpone y el azúcar. Añadimos el chocolate, que habremos fundido en el microondas.

Incorporamos poco a poco con una espátula la nata montada. Cortamos las fresas en trozos y las añadimos también, y guardamos la mezcla en la nevera.

Sacamos del horno la lámina de bizcocho, le quitamos  la hoja de papel,  la tapamos con un paño y la arrollamos. Cuando esté fría, ponemos el relleno encima de la lámina y la volvemos a arrollar, formando el brazo de gitano. Lo ponemos en la nevera.

Calentamos por separado la nata y el puré de fresas. Desmenuzamos el chocolate y lo ponemos con la nata, agitando bien hasta que se funda. Añadimos el puré de fresas, que habremos hecho triturando unas fresas y pasándolas luego por un colador bien fino para eliminar las semillas.

Añadimos finalmente la mantequilla cortada en trocitos. Vamos agitando y, cuando la ganache esté a temperatura ambiente, la vertemos encima del brazo de gitano, cubriendo toda la superficie.

Adornamos el brazo de gitano con hojas, flores y frutos de fresas.





Ingredientes:

Para la lámina de brazo de gitano:
3 yemas de huevo de agricultura ecológica
95 g azúcar
90 g harina
4 g levadura Royal
3 claras de huevo de agricultura ecológica
1 pizca sal marina

Para el relleno:
350 g mascarpone
30 g azúcar glas
15 g chocolate
100 g nata montada 35% m.g.
200 g fresas

Para la ganache de fresas:
60 ml nata 35% m.g.
150 g chocolate
40 g puré de fresas
15 g azúcar glas
10 g mantequilla

Para adornar:
frutos, hojas y flores de fresas




He preparado este Brazo de gitano con ganache de fresa con fresas de mi jardín, totalmente ecológicas. El texto de la entrada es una adaptación de un cuento cherokee de Joseph Bruchac, The First Strawberries, y que podéis encontrar en español en una edición de José J. de Olañeta, Las primeras fresas. Palma de Mallorca,1994.


Pan bagnat




El joven Gilles Sauvignac iba cada día a la viña con la azada cargada al hombro. Caminaba con paso ligero mientras silbaba una canción alegre, en amistosa rivalidad con los jilgueros, que con sus cantos llenaban de armonía los campos.

Hacía poco que se había casado y el mundo le parecía maravilloso. Veía la perfección de la obra del Creador en el azul del cielo, en el verde de los pámpanos que cubrían las cepas y en el suelo rojizo que pisaba. No le preocupaban ni la llegada de una repentina granizada ni la visita masiva de gente de ciudad que dejaban un rastro de suciedad allí por donde pasaban.

Tenía treinta años y era fuerte como un león, trabajador como nadie. Tenía la viña más limpia de toda la comarca y conocía sus uvas como un pastor a sus ovejas.

Cuando el sudor empezaba a caer incesante por su frente, se tumbaba bajo un pino y esperaba la llegada de su amada, que no tardaría en aparecer con el bocadillo del desayuno entre las líneas de miles de amapolas que dibujaban el camino. Y así, mientras los ojos contemplaban satisfechos, a un lado, la viña trabajada, y al otro, el andar juvenil de la chica más bonita del mundo, pensaba que éste era el mejor momento del día.




El Pan bagnat (pan banhat en lengua occitana), es un bocadillo típico de la Provenza y, especialmente, de la zona del antiguo condado de Niza, que está hecho con los ingredientes de la ensalada niçoise, aunque inicialmente sólo estaba untado con tomate y aceite. Y, si en su origen era el desayuno sabroso de los campesinos, ahora es la comida de moda de los turistas que visitan la ciudad.

Es una receta muy fácil de preparar y que podemos adaptar a nuestros gustos añadiendo otras verduras como pepinos o rábanos.

Si, ahora que empieza a hacer buen tiempo, os gustaría hacer un picnic, animaos a hacer este Pan bagnat ¡porque tendréis el éxito asegurado!

Cogemos el pan y lo cortamos horizontalmente en dos partes, la parte superior más pequeña para que sirva de sombrero. Sacamos la miga de la parte inferior para formar una cazoleta.

Ponemos a escurrir el atún y las anchoas. Cocemos las habitas durante 1 minuto en agua hirviendo, y después las pelamos.




Cortamos la cebolla tierna, los pimientos y los huevos en rodajas, los tomates a cuartos.

Cortamos el ajo por la mitad y frotamos el interior del pan con el lado cortado. Luego lo rociamos con vinagre y a continuación con aceite.

Llenamos la cazoleta de pan con las aceitunas, la cebolla tierna, el pimiento, las habitas y el tomate, el atún y las anchoas, y los huevos. Tapamos y ya podemos sacarlo a la mesa.

Ingredientes (para 4 personas):

4 panecillos redondos de 80-90 g
1 ajo
2 latas (225 g) bonito del Norte (atún blanco) en aceite de oliva
1 lata (50 g) anchoas del Cantábrico
4 cucharadas de habitas desgranadas
1 cebolla tierna
1 pimiento verde
12 tomates cherry
2 huevos duros de agricultura ecológica
2 cucharadas aceitunas negras de Aragón
vinagre de manzana ecológico
aceite de oliva virgen extra





Con este Pan bagnat participo en la propuesta que hacen  Els fogons de la Bordeta   y   Xocolata desfeta    para   La recepta del 15    y que este mes está dedicada a los bocadillos.