Juan Martín es un buen hombre. Tiene en Brasil un niño apadrinado, colabora económicamente con una ONG y, desde que se jubiló, todos los miércoles se desplaza a la ciudad para llevar la contabilidad de una Fundación que da de comer a gente sin recursos. Pero en su pueblo nadie lo sabe.
Todos creen que Juan no tiene un semblante feliz porque no ha sido bien tratado por la vida. Su mujer murió de cáncer y no ha tenido hijos, aunque en su momento lo habían deseado con delirio. Está acostumbrado a los rincones vacíos de su casa y al silencio de sus paredes.
Él es hijo único y sus padres hace años que murieron. Su cuñado se fue a Alemania con su mujer y sus hijos buscando una vida mejor, y apenas se ven unos días en verano cuando vienen de vacaciones. No es hombre de bares ni de deportes. Le gusta la tranquilidad y cuidar las plantas de su balcón.
Todos piensan que Juan es muy cerrado. Le saludan pero parece que no quieran saber nada de él. Ni le dan conversación ni le preguntan qué hace, qué piensa o qué le gusta. Si lo hicieran, quizá verían que el corazón le hierve de ganas de ser estimado y que sus ojos rezuman ternura a raudales.
Siempre le ha costado expresar sus sentimientos porque es hombre de pocas palabras. Sólo Marta, su mujer, sabía que un pequeño empujón era suficiente para que se abriera y esparciera su bondad por todos los rincones de la casa. Pero parece que a nadie más le interese.
Todos creen que Juan no tiene un semblante feliz porque no ha sido bien tratado por la vida. Su mujer murió de cáncer y no ha tenido hijos, aunque en su momento lo habían deseado con delirio. Está acostumbrado a los rincones vacíos de su casa y al silencio de sus paredes.
Él es hijo único y sus padres hace años que murieron. Su cuñado se fue a Alemania con su mujer y sus hijos buscando una vida mejor, y apenas se ven unos días en verano cuando vienen de vacaciones. No es hombre de bares ni de deportes. Le gusta la tranquilidad y cuidar las plantas de su balcón.
Todos piensan que Juan es muy cerrado. Le saludan pero parece que no quieran saber nada de él. Ni le dan conversación ni le preguntan qué hace, qué piensa o qué le gusta. Si lo hicieran, quizá verían que el corazón le hierve de ganas de ser estimado y que sus ojos rezuman ternura a raudales.
Siempre le ha costado expresar sus sentimientos porque es hombre de pocas palabras. Sólo Marta, su mujer, sabía que un pequeño empujón era suficiente para que se abriera y esparciera su bondad por todos los rincones de la casa. Pero parece que a nadie más le interese.
No hay nada como recibir un pequeño regalo para que se nos ilumine el rostro y sintamos millones de cosquillas por todo el cuerpo que nos llenan de felicidad. Estas fiestas de Navidad recibí un obsequio que me hizo una especial ilusión, ya que se trataba de un pack de mermeladas para maridajes La Fageda, elaboradas con frutas de calidad y proximidad.
El maridaje para desayunos está formado por cuatro sabores: Mermelada de fresa, Mermelada de nectarina con canela, Mermelada de pera y Mermelada de naranja dulce.
Mil ideas rondaban por mi cabeza para hacer posibles combinaciones, pero había una que merecía ser la primera y es la que os traigo hoy: Bombas de fresa, una especie de donuts rellenos de mermelada. Una auténtica delicia para comer a cualquier hora!
El maridaje para desayunos está formado por cuatro sabores: Mermelada de fresa, Mermelada de nectarina con canela, Mermelada de pera y Mermelada de naranja dulce.
Mil ideas rondaban por mi cabeza para hacer posibles combinaciones, pero había una que merecía ser la primera y es la que os traigo hoy: Bombas de fresa, una especie de donuts rellenos de mermelada. Una auténtica delicia para comer a cualquier hora!
Si os han gustado estas Bombas de fresa y os gustaría hacerlas, basta con seguir estas indicaciones:
- Deshacemos la levadura con la leche. Añadimos 1 cucharadita de azúcar y 50 g harina hasta formar una masa espesa. La tapamos y dejamos reposar 1/2 hora para que doble su volumen.
- Mezclamos el resto de harina y azúcar, y la sal, los pasamos por el tamiz y los ponemos dentro de la panificadora. A continuación, incorporamos la mantequilla ablandada y el huevo batido y lo amasamos 15 minutos. Dejamos reposar 1 hora la masa hasta que doble su volumen.
- Formamos 12 bolas de unos 40 g. Las aplanamos con la mano y ponemos en medio una cucharadita de mermelada. Cerramos rápidamente volviendo a formar una bola, vigilando que quede totalmente sellada para que no se abra durante la cocción y salga el relleno. Hacemos lo mismo con el resto de bolas, las cubrimos con un paño y dejamos reposar otra hora hasta que doblen su volumen.
- Calentamos el aceite en un cazo. Cuando llegue a 190º, vamos poniendo las bombas de 4 en 4. Enseguida se hincharán y comenzarán a coger color. Al cabo de un par de minutos, las sacamos y las ponemos sobre papel de cocina para eliminar el poco aceite que puedan tener.
-Una vez frías, las espolvoreamos con azúcar glas.
- Deshacemos la levadura con la leche. Añadimos 1 cucharadita de azúcar y 50 g harina hasta formar una masa espesa. La tapamos y dejamos reposar 1/2 hora para que doble su volumen.
- Mezclamos el resto de harina y azúcar, y la sal, los pasamos por el tamiz y los ponemos dentro de la panificadora. A continuación, incorporamos la mantequilla ablandada y el huevo batido y lo amasamos 15 minutos. Dejamos reposar 1 hora la masa hasta que doble su volumen.
- Formamos 12 bolas de unos 40 g. Las aplanamos con la mano y ponemos en medio una cucharadita de mermelada. Cerramos rápidamente volviendo a formar una bola, vigilando que quede totalmente sellada para que no se abra durante la cocción y salga el relleno. Hacemos lo mismo con el resto de bolas, las cubrimos con un paño y dejamos reposar otra hora hasta que doblen su volumen.
- Calentamos el aceite en un cazo. Cuando llegue a 190º, vamos poniendo las bombas de 4 en 4. Enseguida se hincharán y comenzarán a coger color. Al cabo de un par de minutos, las sacamos y las ponemos sobre papel de cocina para eliminar el poco aceite que puedan tener.
-Una vez frías, las espolvoreamos con azúcar glas.
Ingredientes:
Para la masa:
- 230 g harina de fuerza
- 50 g azúcar glas
- 50 g mantequilla pomada
- 50 ml leche tibia
- 1 hguevo de agricultura ecológica tamaño L
- 15 g levadura fresca de panadero
- 1 pizca de sal marina
Otros ingredientes:
- mermelada de fresa La Fageda para rellenar las bombas
- azúcar glas para espolvorearlas
- 1/2 l aceite de oliva suave para freirlas
Dicen que la cara es el espejo del alma, pero a veces esta alma está tan escondida que, cuando la descubrimos, nos llevamos más de una sorpresa.
Nadie diría qué esconden estas Bombas de fresa en su interior. Y os puedo asegurar que cuando lo descubráis, ¡os entusiasmará!
Para acompañar estas Bombas de fresa nada mejor que la lectura de Doris Lessing, Dentro de mí. Ediciones Destino (Colección Áncora&Delfín). Barcelona, 1997.
Nadie diría qué esconden estas Bombas de fresa en su interior. Y os puedo asegurar que cuando lo descubráis, ¡os entusiasmará!
Para acompañar estas Bombas de fresa nada mejor que la lectura de Doris Lessing, Dentro de mí. Ediciones Destino (Colección Áncora&Delfín). Barcelona, 1997.
Muy apetecibles y seguro que no quedaron ni las migas.Para mi café son geniales.Bsss
ResponderEliminarYo tengo un amigo como Juan y se lama Juan, lo que ocurre es que Juan si tiene un hijo, lejos pero lo tiene y ahora un nieto que ve por Skype. Es un ser maravilloso y solo necesita una sonrisa, tengo el honor de ser su amiga.
ResponderEliminarPreciosas esas bombas, mas que impresionantes, centrada la mermelada ¡¡ ole ahi ¡¡¡ voy a intentar hacerlas porque ami hija les encantará, es tan dulcera como su mama.
Grais por tu visita , me siento honrada con ella.
Un beso enorme desde Almeria.
Una vera delizia i tuoi dolci ripieni con la marmellata di fragole. Segno la ricetta e la provo. Un abbraccio, Daniela.
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