Arroz con chirlas





Recuerdo los veranos en Caldetes. Días de playa, granizados de limón y vestidos escotados. Las conversaciones con Montserrat, los viajes en coche y las cremas bronceadoras.

Pero si hay algo que echo de menos es mi bote de conchas. ¿Dónde estará ahora? ¿Escondido en algún rincón de casa de mis padres? ¿O quizás fue tirado a la basura el día que alguien decidió hacer limpieza?

¡Tanto que nos costó llenarlo! Había que esperar días nublados y ventosos, que no invitaban a encuentros en la playa. Días en que la gente decidía quedarse en casa, y la caleta nos pertenecía sólo a nosotras dos, a Montserrat y a mí.

Buscábamos conchas de todo tipo, que luego guardábamos en tarros de cristal. Me gustaban las conchas nacaradas y los cristales pequeños, erosionados por el agua, con todas las coloraciones del arco iris. Cristales de botellas de antiguos piratas, o de frascos de perfume de bellas damas.

Pero me gustaban especialmente las valvas de ostras, almejas y berberechos con un agujerito en un extremo. Costaba encontrarlas intactas, bien redondas y sin ninguna tara. Necesitaba muchas para poderme hacer un collar, que luego lucía con mi piel dorada por el sol y el escote del vestido.

Las chirlas que hoy utilizaremos no son las de mi bote. Son frescas y muy buenas de sabor. Y quién sabe si sus valvas llegarán algún día a adornar el pecho de alguna chica aventurera.


Para preparar la receta, en primer lugar ponemos las chirlas en remojo con agua y sal al menos dos horas. Esto lo hacemos para poder eliminar la arena que llevan dentro.

En un fuego ponemos el agua para que se caliente, y en otro la sartén con aceite. Pelamos los ajos y los cortamos a láminas. Los ponemos en la sartén cuando el aceite esté caliente y, tan pronto como los veamos dorados, los sacamos y los ponemos en el mortero.





Cogemos las chirlas, las ponemos en la sartén y la tapamos. Cuando ya se hayan abierto, las sacamos y las reservamos. Cortamos el pimiento verde en trozos no muy grandes y los ponemos también en la sartén. Antes de que cojan color añadimos el arroz y lo removemos bien, para que coja el sabor de todo lo que hemos puesto.





Dos minutos más tarde, ponemos el agua caliente. No la vertemos toda de golpe. Más vale reservar un poco y, si vemos que le falta, añadirla al final, a que nos quede un arroz caldoso. Lo salamos y cuando hierva, lo dejamos cocer 14 minutos. El tiempo de cocción del arroz depende del tipo de arroz. A mí me gusta mucho el arroz largo Nomen. Quizás no sea tan sabroso como el bomba u otros, pero cuece rápido y queda muy bien, con el grano suelto, largo y elegante.





Mientras se cuece el arroz, vamos sacando las valvas de las chirlas. Sólo reservamos algunas enteras para decorar el plato. Cuando el arroz lleve 10 minutos hirviendo, le añadimos las chirlas sin valvas.

Picamos bien los ajos que tenemos en el mortero, añadimos un poco de agua y la echamos al arroz. Esto hará que coja sabor y un poco de color.

Cuando ya tenemos el arroz cocido, lo sacamos de la sartén, lo ponemos en los platos y lo adornamos con las chirlas reservadas y con un poco de perejil cortado muy fino.

Es un plato sencillo, fácil de hacer y deja un aroma ... Mmmmm! A quien no le guste mucho el sabor a ajo (a mí, por ejemplo) que pique en el mortero sólo una parte de los ajos.

Ingredientes:

800 ml de agua
300 g de arroz
500 g de chirlas
5 ajos
1 pimiento verde
perejil
aceite
sal





Podéis sustituir las chirlas por coquinas. Son muy finas de gusto (¡y de precio más elevado!).



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