Tarta de manzana





No le pasaba a menudo pero de vez en cuando se sentía desplazado y tenía la sensación que su mujer y su hija se habían conjurado en su contra. Era un hombre gris, y nada de extraordinario le había pasado en la vida. Nunca le había sonreído ni la suerte, ni un gran amor ni la fortuna.

En momentos como aquellos le daban ganas de huir porque pensaba que había fallado como marido y como padre. Estaba seguro que un día se iría de casa sin despedirse y que ya no volvería. ¡Quién sabe si le echarían de menos! Iría muy lejos, donde nadie pudiera conocerlo ni preguntarle por su familia.

Quizá era un cobarde, pero nunca se marchó. Cuando le rondaban aquellos momentos de tristeza, iba a una conocida pastelería de la ciudad. Allí se sentaba y tomaba tranquilamente un té y comía una ración de tarta de manzana, que le aportaba suficiente energía como para hacer renacer aquel cuerpo deprimido. Las palabras amables de la chica que lo atendía y las calorías de aquella golosina eran suficientes para hacerlo volver a casa seguro de sí mismo y sintiéndose amado por los suyos.





No hay que estar deprimido como el protagonista de esta historia para poder probar esta tarta. Yo misma me he servido una buena ración sólo por el placer de comer un buen postre. Y si vosotros queréis saber cómo se hace para poderla disfrutar cuando queráis, siguid mis indicaciones.

Ponemos todos los ingredientes juntos y los mezclamos, primero con una espátula y luego con la mano, hasta que se forme una bola. La tapamos con film y la ponemos en la nevera durante 1 hora. Pasado este tiempo sacamos aproximadamente 1/3 parte de la masa y la volvemos a la nevera. Las otras dos terceras partes las estiramos con el rodillo y forramos un molde de 28 cm. Lo ponemos en la nevera media hora.

Encendemos el horno a 200º. Cogemos la masa reservada en la nevera, la estiramos con un rodillo y vamos haciendo tiras de 3 cm de ancho. Las ponemos sobre un papel de horno, imitando un enrejado. Llenamos el molde que tenemos en la nevera con la compota, y ponemos encima el enrejado, apretando un poco las juntas. Pelamos una manzana, le quitamos el corazón y la cortamos en láminas finas. Formamos con ellas unas flores y las empolvoramos con un poco de azúcar.

La horneamos durante 25 minutos, procurando que no se quemen las flores. Sacamos la tarta y la dejamos enfriar completamente. Desleímos en el fuego la mermelada con el agua, y con un pincel pintamos toda la superficie de la tarta para que quede bien brillante. Acabamos poniendo media cereza en el centro de cada flor. A continuación la reservamos en la nevera hasta la hora de comer. Cuanto más fría esté, mejor será. No la desmoldamos hasta el momento de llevarla a la mesa.





Si queréis ver más claro el paso a paso, tenéis un slide en la versión en catalán.


Ingredientes:


Para la masa:
400 g harina
200 g azúcar glas

80 g almendra cruda molida
180 g mantequilla
2 huevos
1 piel rallada de limón
1 pizca de sal
1/2 cucharadita de canela molida

Para el relleno:
500 g compota de manzana

Para la decoración:
1 manzana
2 cucharadas de azúcar
1 cucharada mermelada de ciruela
2 cucharadas de agua
2 cerezas confitadas


Si todo el mundo se decidiera a comer una buena ración, quizás este otoño los centros de salud verían acortadas sus listas de pacientes. ¡Qué buena manera de curarse!



2 comentarios:

  1. hola, me gusta mucho tu receta :) yo también hice una al estilo de los paises del norte y también la he subido a mi blog.
    Un saludo y a seguir asi!

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