Siete mil pasos. Siete mil pasos, contados un tras otro, hasta encontrar la fuente de la vida de donde manaba el agua de la supervivencia. Siete mil pasos los que hacía el pequeño Akana a ritmo ligero un día y otro, sin preguntarse por qué era tan injusta la vida con los que no tenían nada.
Caminaba descalzo con un bidón en la mano y unos pantalones cortos. Apenas tenía ocho años pero era lo suficientemente mayor como para considerarse afortunado. El rostro se le iluminaba cuando, cada mañana, obsequiaba a su madre con unos litros de agua. Era el agua que les permitiría comer, que los mantendría alejados de las enfermedades y les calmaría la sed. Y todo después de hacer siete mil pasos.
Ni el polvo ni los peligros del camino habían provocado nunca unas palabras de queja o desaliento. Y ya en la escuela, mientras escuchaba al maestro y reposaba del esfuerzo matinal, con una mano se secaba las gotas de sudor que se deslizaban por frente y con la otra mantenía alejadas las moscas molestas.
Nunca olvidaría la inmensa alegría que sintió el día que, gracias a la tenaz persistencia de un niño de su misma edad a miles de quilómetros, en su pueblo se construyó un pozo que permitía abastecerse de agua a pocos pasos de casa.
Caminaba descalzo con un bidón en la mano y unos pantalones cortos. Apenas tenía ocho años pero era lo suficientemente mayor como para considerarse afortunado. El rostro se le iluminaba cuando, cada mañana, obsequiaba a su madre con unos litros de agua. Era el agua que les permitiría comer, que los mantendría alejados de las enfermedades y les calmaría la sed. Y todo después de hacer siete mil pasos.
Ni el polvo ni los peligros del camino habían provocado nunca unas palabras de queja o desaliento. Y ya en la escuela, mientras escuchaba al maestro y reposaba del esfuerzo matinal, con una mano se secaba las gotas de sudor que se deslizaban por frente y con la otra mantenía alejadas las moscas molestas.
Nunca olvidaría la inmensa alegría que sintió el día que, gracias a la tenaz persistencia de un niño de su misma edad a miles de quilómetros, en su pueblo se construyó un pozo que permitía abastecerse de agua a pocos pasos de casa.
El día 22 de marzo es el Día Mundial del Agua, y también mi cumpleaños. Para celebrarlo no hice una tarta sino un postre que llamó la atención de todos los invitados: Limones con lemon curd . Si os han gustado y os gustaría prepararlos, basta con seguir estas indicaciones:
- Lavamos y secamos los limones. Con un buen cuchillo los cortamos horizontalmente por arriba, y con una cuchara vaciamos su interior, dejando una cazoleta completamente limpia.
- Ponemos la pulpa que hemos sacado dentro de un colador chino, y con la mano de mortero vamos exprimiendo todo el zumo. Lo colamos. Rallamos la piel de dos limones. En el molinillo de café molemos el azúcar junto con las ralladuras hasta que queden muy finos.
- En un cazo batimos los huevos. Añadimos el azúcar, y lo mezclamos bien. Vertemos el zumo y volvemos a remover la mezcla. Ponemos el cazo al baño María, a fuego muy suave, y no paramos de remover durante unos 10 minutos vigilando que la temperatura de suba de 80º.
- Cuando la crema empiece a espesar, retiramos el cazo del fuego e incorporamos la mantequilla a trocitos, mientras vamos removiendo. Tapamos con film y la dejamos enfriar.
- Lavamos y secamos los limones. Con un buen cuchillo los cortamos horizontalmente por arriba, y con una cuchara vaciamos su interior, dejando una cazoleta completamente limpia.
- Ponemos la pulpa que hemos sacado dentro de un colador chino, y con la mano de mortero vamos exprimiendo todo el zumo. Lo colamos. Rallamos la piel de dos limones. En el molinillo de café molemos el azúcar junto con las ralladuras hasta que queden muy finos.
- En un cazo batimos los huevos. Añadimos el azúcar, y lo mezclamos bien. Vertemos el zumo y volvemos a remover la mezcla. Ponemos el cazo al baño María, a fuego muy suave, y no paramos de remover durante unos 10 minutos vigilando que la temperatura de suba de 80º.
- Cuando la crema empiece a espesar, retiramos el cazo del fuego e incorporamos la mantequilla a trocitos, mientras vamos removiendo. Tapamos con film y la dejamos enfriar.
- Rellenamos las cazoletas de limón con el lemon curd, y las decoramos. Hoy hemos puesto una hoja de chocolate, una frambuesa, una flor de fresa y una hojita de menta.
Ingredientes (para 10 llimones):
10 limones de agricultura ecológica
8 huevos de agricultura ecológica
640 g azúcar
ralladura de dos limones de agricultura ecológica
320 ml zumo de llimón colado
240 g mantequilla
Aunque aquí la vida es cada vez más dura para todos, no hemos de olvidar que en el mundo hay millones de personas que ni siquiera tienen acceso al agua potable. Y muchos son niños.
Disfrutemos del sabor de estos Limones con lemon curd con la lectura de John Irving, La epopeya del bebedor de agua. Tusquets Editores (Colección Andanzas, 88). Barcelona, 1989.