Por fin lo he dejado. Ya sé que me lo habíais dicho miles de veces, que este chico no me convenía, que no era agua clara, que no me podía fiar de él, pero ... ¿qué queréis? ¡Me había enamorado de él hasta los huesos! Y ... aunque todavía le amo, no quiero tenerlo cerca de mí. Lo he tachado con una cruz y lo he echado de mi vida. Esta vez de verdad, ¡podéis estar seguros!
No me gustan las mentiras, y él es un gran maestro en este arte. ¡Que engañada me tenía cuando nos conocimos por internet! Entonces supo ganarme con palabras melosas y disfrazando su vida aburrida con actos heroicos que me dejaban boquiabierta. El muy sagaz dotó el trabajo anodino que hacía en un almacén de una aureola misteriosa que me tenía fascinada y, cuando supo mi edad, de golpe rejuveneció 10 años, de tantos que se quitó de encima.
Cuando empezamos a salir, poco a poco fui descubriendo la verdad, pero le perdoné todo porque pensaba que lo hacía por amor y para proporcionarme una vida de ensueño y fantasía. ¿Qué queréis? Yo sólo tenía 17 años y mi vida había sido tan insustancial hasta ese momento ... Y él me hacía sentir como una auténtica princesa!
Sí, podéis decírmelo, soy una tonta por haberle creído. Una boba que no se daba cuenta de nada. Pero ... abrí los ojos el día que me pidió la pulsera de oro. Sí, la de la abuela. Esto aún no os lo había contado, pero hace poco me confesó que necesitaba dinero ... y yo no me podía desprender tan fácilmente del único recuerdo que tengo de la abuela ... Y pienso que tal vez ella me ayudó a dar el paso definitivo.
Atrás queda una historia de amor basada en engaños y embustes que ha durado 5 años .... Y, aunque no os lo creáis, me siento más fuerte. ¡Ahora estoy segura que no me volverán a engañar!
No me gustan las mentiras, y él es un gran maestro en este arte. ¡Que engañada me tenía cuando nos conocimos por internet! Entonces supo ganarme con palabras melosas y disfrazando su vida aburrida con actos heroicos que me dejaban boquiabierta. El muy sagaz dotó el trabajo anodino que hacía en un almacén de una aureola misteriosa que me tenía fascinada y, cuando supo mi edad, de golpe rejuveneció 10 años, de tantos que se quitó de encima.
Cuando empezamos a salir, poco a poco fui descubriendo la verdad, pero le perdoné todo porque pensaba que lo hacía por amor y para proporcionarme una vida de ensueño y fantasía. ¿Qué queréis? Yo sólo tenía 17 años y mi vida había sido tan insustancial hasta ese momento ... Y él me hacía sentir como una auténtica princesa!
Sí, podéis decírmelo, soy una tonta por haberle creído. Una boba que no se daba cuenta de nada. Pero ... abrí los ojos el día que me pidió la pulsera de oro. Sí, la de la abuela. Esto aún no os lo había contado, pero hace poco me confesó que necesitaba dinero ... y yo no me podía desprender tan fácilmente del único recuerdo que tengo de la abuela ... Y pienso que tal vez ella me ayudó a dar el paso definitivo.
Atrás queda una historia de amor basada en engaños y embustes que ha durado 5 años .... Y, aunque no os lo creáis, me siento más fuerte. ¡Ahora estoy segura que no me volverán a engañar!
Para hacer este pastelillo me he inspirado en la receta de Postre de merengue, bizcocho de frambuesas y fresas de la cocinera Carme Ruscalleda, publicada en el número 185 de la revista CUINA.
Esta receta me había llamado la atención por el color rojo intenso de su bizcocho y cuál no ha sido mi decepción al ver que -incluso poniendo un cincuenta por ciento más de polvo de frambuesas- queda de un color rosa pálido que ningún parecido tiene con el de la revista. En cierto modo, me siento tan engañada como la protagonista de la historia que encabeza esta receta.
Si a vosotros os ha gustado este Pastel de frambuesas y fresas y os gustaría hacerlo, basta con que sigáis estas indicaciones:
Para el bizcocho de frambuesa:
- Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Forramos una bandeja con papel de horno. Trituramos las frambuesas liofilizadas hasta convertirlas en polvo y lo pasamos por un colador fino para eliminar las semillas.
-Batimos los huevos con la almendra molida y el azúcar hasta que estén esponjosos. Montamos las claras con el azúcar y añadimos un poco a la preparación anterior. Incorporamos el polvo de frambuesa y la harina tamizada. Acabamos de añadir las claras incorporándolas con movimientos circulares suaves.
- Extendemos la mezcla sobre la bandeja formando un rectángulo de 21 x 30 cm y la horneamos 8 minutos.
Esta receta me había llamado la atención por el color rojo intenso de su bizcocho y cuál no ha sido mi decepción al ver que -incluso poniendo un cincuenta por ciento más de polvo de frambuesas- queda de un color rosa pálido que ningún parecido tiene con el de la revista. En cierto modo, me siento tan engañada como la protagonista de la historia que encabeza esta receta.
Si a vosotros os ha gustado este Pastel de frambuesas y fresas y os gustaría hacerlo, basta con que sigáis estas indicaciones:
Para el bizcocho de frambuesa:
- Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Forramos una bandeja con papel de horno. Trituramos las frambuesas liofilizadas hasta convertirlas en polvo y lo pasamos por un colador fino para eliminar las semillas.
-Batimos los huevos con la almendra molida y el azúcar hasta que estén esponjosos. Montamos las claras con el azúcar y añadimos un poco a la preparación anterior. Incorporamos el polvo de frambuesa y la harina tamizada. Acabamos de añadir las claras incorporándolas con movimientos circulares suaves.
- Extendemos la mezcla sobre la bandeja formando un rectángulo de 21 x 30 cm y la horneamos 8 minutos.
Para las fresas:
- Llevamos un cazo al fuego con el agua y el azúcar y lo tenemos hasta que arranque el hervor. Dejamos enfriar este almíbar. Lavamos las fresas, les sacamos el pecíolo y las cortamos en rodajas de medio centímetro. Las reservamos con el almíbar en la nevera 1 hora.
Montaje:
- Cortamos el bizcocho en rectángulos de 4 x 7 cm. Montamos la nata con el azúcar y la ponemos en una manga pastelera.
- En un plato ponemos una lámina de bizcocho, encima una capa de rodajas de fresas y otra de nata. Cubrimos con otra lámina de bizcocho y otra capa de fresas. Y, si nos gusta mucho la nata, podemos terminar el plato con unas rosetas de nata.
- Llevamos un cazo al fuego con el agua y el azúcar y lo tenemos hasta que arranque el hervor. Dejamos enfriar este almíbar. Lavamos las fresas, les sacamos el pecíolo y las cortamos en rodajas de medio centímetro. Las reservamos con el almíbar en la nevera 1 hora.
Montaje:
- Cortamos el bizcocho en rectángulos de 4 x 7 cm. Montamos la nata con el azúcar y la ponemos en una manga pastelera.
- En un plato ponemos una lámina de bizcocho, encima una capa de rodajas de fresas y otra de nata. Cubrimos con otra lámina de bizcocho y otra capa de fresas. Y, si nos gusta mucho la nata, podemos terminar el plato con unas rosetas de nata.
Ingredientes (para 10 pasteles):
Para el bizcocho:
- 100 g huevos*
- 65 g almendra en polvo*
- 65 g azúcar
- 85 g clara de huevo*
- 15 g azúcar lustre
- 40 g harina
- 30 g polvo de frambuesas liofilizadas*
- 1/2 kg fresas*
- 100 g azúcar
- 100 g agua mineral
- 300 g nata 35% m.g.
- 1 cucharada azúcar
Con esta receta participo en el reto de COOKING THE CHEF. Este grupo de entusiastas de la cocina propone cada mes un chef en quien nos podamos inspirar para preparar nuestra receta, y esta vez el reto está dedicado a nuestra cocinera más internacional, Carme Ruscalleda, la única mujer del mundo con 7 estrellas Michelin. Le gusta la cocina saludable, con ingredientes de la tierra y de temporada, y suele dar a sus platos un cierto tono poético.
Para acompañar este Pastel de frambuesas y fresas hoy os recomiendo
la lectura de Philip Roth, Engaño. Seix Barral (Colección Biblioteca
Formentor). Barcelona, 2009.