Alubias con coquinas




La pequeña Khaldiva sólo tiene seis años pero le han tomado la niñez que todo niño necesita. Nunca sonríe y tiene los ojos tristes. Hace tanto tiempo que se fue de casa que casi no recuerda ni los juguetes que dejó ni el color de las paredes de la escuela. Tiene frío y pesadillas cuando duerme. A veces incluso se la oye gritar en la oscuridad de la noche. 

Todo empezó el día en que, jugando en la calle con otros niños, su primo Alí cayó al suelo en medio de un charco de sangre. Una bala le había atravesado la cabeza sin que se pudiera hacer nada para salvarle la vida. Fue entonces cuando los padres de Khaldiva tomaron la decisión que hacía tiempo iban aplazando: coger cuatro cosas e iniciar un viaje que nunca habrían imaginado tan incierto. 

Les han robado el dinero, han caminado meses enteros bajo un sol abrasador y también pisando la nieve del frío invernal, sin tener garantizada la comida, durmiendo al raso y siempre con el alma en vilo porque allí donde llegaban eran recibidos con desprecio, con gases lacrimógenos, o con mangueras de agua. A menudo se han encontrado el camino cerrado con vallas repletas de cuchillas. Pero nada los detiene porque atrás sólo hay rastros de muerte. 

A Khaldiva le cuesta entender porque tuvieron que dejar su casa y aventurarse en un viaje tan largo y lleno de peligros. Qué diferente del verano que sus padres la llevaron a Tartús a ver por primera vez el mar, tan azul y tan inmenso. Aún tiene presentes los barcos alineados en el puerto con sus banderolas de colores, y las playas tranquilas que invitaban a pasear. 

Fue allí donde encontró la pequeña concha blanca acanalada con un agujerito en medio que su padre colgó de su cuello con una cadenita de oro. Es el único recuerdo que tiene de su vida en Siria, y se ha convertido en el símbolo de su peregrinación de pueblo en pueblo, a la espera que alguien los acoja con una sonrisa. Pero mientras no llega ese día, lleva esta concha bien escondida bajo el jersey para que nadie pueda quitársela.




De conchas hay de muchos tipos, pero hoy para hacer este plato usaremos las coquinas, un molusco de concha alargada y fina, muy apreciado por su sabor suave.

Si os ha gustado el aspecto de estas Alubias con coquinas y os gustaría hacerlas, basta con  que sigáis estas indicaciones:

- Lavamos bien las coquinas y las ponemos en remojo 2 horas en agua con sal. Aclaramos. Laminamos los ajos y troceamos los pimientos.

- Ponemos el aceite en un cazo, añadimos los ajos y los pimientos y, cuando los ajos empiecen a tomar color, agregamos las coquinas y dejamos que se abran. Retiramos los ajos, y eliminamos las valvas de las coquinas, dejando algunas para decorar.

- Vertemos las alubias y su agua, y las calentamos. Rectificamos de sal antes de emplatar. Decoramos con las coquinas reservadas y perejil picado.




Ingredientes (para 4 personas):
  • 800 g alubias de Santa Pau cocidas
  • 600 g de coquinas*
  • 2 pimientos verdes italianos* 
  • 2 dientes de ajo*
  • 4 cucharadas aceite de oliva virgen extra 
  • 400 ml agua de cocer las alubias
  • perejil*
  • sal marina*
  Todos los ingredientes marcados con (*) son procedentes de la agricultura ecológica.




Khaldiva se aferra a su concha para olvidar el infierno que viven todos los sirios que han tenido que huir de su casa. Y no sólo se les abandona a su suerte, sino que, además, se les pone delante todos los impedimentos necesarios para hacerles más duro el camino, ya bastante lleno de dolor y miseria.

Hoy para acompañar estas Alubias con coquinas os recomiendo la lectura de Szilárd Borbely, Los desposeídos. Literatura Random House. Barcelona, 2015


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