Augusto no iba nunca a trabajar sin su pequeño maletín. Algunas mañanas había coincidido con sus nuevos vecinos en el rellano y, aunque no habían hablado de sus profesiones, estos habían deducido que era maestro.
De hecho no hablaban casi nunca de sus vidas. "¡Buenos días!" "Parece que hoy hará sol. Aunque quizá esta noche ..." Y del mismo modo que Augusto no les había revelado el secreto que escondía su maletín, los vecinos tampoco le habían comentado que su hijo Marcos sufría una rara enfermedad que le hacía pasar temporadas en casa cuando su debilidad le impedía ir en la escuela.
Aquella tarde su madre había hecho crêpes de chocolate y los tres habían jugado a Adivina quién es, dos cosas que a Marcos le encantaban. Pero a la hora de repasar la lección, el niño empezó a hacerse rogar. Ya hacía días que iban retrasando el temario y había que buscar una solución.
Sus padres pensaron que quizás a Marcos le convenía un profesor que viniera cada día a casa a hacerle un repaso, y pensaron en Augusto. Pero él se excusó tan amablemente como pudo, alegando que no era maestro de escuela, aunque trabajaba con niños. Los padres, decepcionados, se excusaron y le explicaron su situación.
-¡Eso cambia la cosa! -exclamó Augusto .- ¡Esperad un momento! -dijo mientras cogía su maletín y se encerraba en la habitación, de donde salió unos minutos más tarde causando la admiración de los padres.
-¡Sí, soy payaso y trabajo en hospitales! Ahora veréis los prodigios que puede hacer esta cara pintada!
Si, al comer una galleta sencilla, queréis sentir un estallido de emociones, ¡pintadle la cara y veréis qué prodigios puede hacer el chocolate!
En primer lugar encendemos el horno a 160 º, y cubrimos una fuente con papel de horno. Ponemos en un bol la harina, la levadura y las especies, y la mantequilla cortada en trozos pequeños. Vamos trabajando todos los ingredientes hasta que tengan aspecto de serrín fino. Añadimos entonces el azúcar y el huevo batido, y lo amasamos todo hasta que se forme una bola compacta.
Esparcimos un poco de harina sobre el mármol y extendemos la masa con el rodillo hasta que tenga un grosor de 3 mm. Cortamos las galletas con un molde rectangular y las vamos poniendo alineadas en la bandeja del horno. Las horneamos durante 15 minutos o hasta que tengan un color dorado pálido. Las dejamos 5 minutos más en la bandeja para que se endurezcan antes de ponerlas en una rejilla para que enfríen del todo.
Fundimos el chocolate al baño María y, con un pincel, pintamos la parte superior de las galletas. Las ponemos 10 minutos en la nevera para que se endurezca y ya las tenemos a punto para comer.
Ingredientes (para 36 galletas):
240 g harina
1 cucharadita de levadura Royal
1 pizca clavo molido
1 pizca canela molida
100 g mantequilla
80 g azúcar molido
1 huevo (65 g)
75 g chocolate Nestlé Postres
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