Sachertorte




Tenía sólo dieciséis años, y quizá para su madre todavía era un niño, pero aquella noche, quién sabe si guiado por los dioses o por su inteligencia, fue capaz de marcar el camino de su futuro.

Era el año 1832 y el príncipe Klemens Wenzel Lothar von Metternich había invitado a cenar a un grupo selecto de amigos.

-Quiero que el postre provoque a mis comensales una gran admiración! -había advertido días antes el príncipe a los responsables de cocina.

El destino hizo que ese día el jefe de cocina se pusiera enfermo y no fuera a trabajar. Para su equipo fue un contratiempo tan grande que se vieron incapaces de improvisar nada. Si el joven aprendiz Franz Sacher hubiera tenido algo más de tiempo, hubiera podido idear un plato que complaciera al príncipe, pero en aquellos momentos la desesperación ocupaba todos los rincones de su cuerpo.

-¡Tengo que pensar algo! ¡Y rápido! Pero ... ¿qué puedo hacer? Veamos ... ¿qué ingredientes tenemos aquí? Harina, huevos, chocolate ... Podría hacer una tarta ... como ya hemos hecho otras veces. Pero no. Debe ser original. ¿Qué más hay en la despensa?

Y así, pensando, pensando, ideó una tarta que hoy día, 182 años después de su creación, aún causa admiración entre todos los que la prueban.




Aquella noche, gracias a la mermelada de albaricoque, Franz se hizo mayor. E hizo grande su nombre.

Oriol también se ha hecho mayor. Ahora tiene la misma edad que tenía Franz cuando creó la Sachertorte, pero mi hijo no hace maravillas en la cocina sino en el campo de la informática. Y es que los tiempos han cambiado ... Aunque a comerse una buena ración de esta tarta, ¡no le gana nadie!




Si vosotros también queréis disfrutar de una tarta tan elegante y exquisita como ésta, seguid mis indicaciones.

Untamos con mantequilla un molde redondo de 26 cm y lo enharinamos ligeramente. Encendemos el horno a 180º. Fundimos al baño María el chocolate, después añadimos la mantequilla a trozos y vamos agitando hasta que también se haya fundido. Aparte, montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.

Batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen, añadimos el chocolate, removiendo bien con un batidor de mano. Añadimos la harina mezclada con la levadura y, finalmente, las claras a punto de nieve, vigilando de incorporarlas poco a poco para que no pierdan consistencia.

Vertemos la mezcla en el molde y la horneamos durante 30 minutos. Una vez esté fría, ya la podremos desmoldar. Mientras, preparamos la ganache. Hacemos hervir la nata con el azúcar, retiramos el cazo del fuego y vamos añadiendo el chocolate hasta que se haya fundido bien. Dejamos enfriar en la nevera.




Partimos horizontalmente el bizcocho en dos trozos, extendemos la mermelada encima de una mitad, cubrimos con la ganache y tapamos con la otra mitad. Calentamos un poco de nata, fundimos dos porciones de chocolate y con esta mezcla tapamos todos los poros que haya.

En un cazo ponemos la nata y la hacemos hervir. Retiramos el cazo del fuego y añadimos el chocolate y la mantequilla a trozos. Agitamos bien. Ponemos la tarta sobre una rejilla, y echamos por encima esta cobertura, dejando que vaya cubriendo toda la superficie, mientras va cayendo por los lados. Más vale que sobre, como es el caso, que no que falte, porque no lo podríamos arreglar.

La cobertura que ha caído la podemos recoger y guardarla para otra ocasión, pero yo he preferido volverla a verter por encima del pastel para que tuviera un buen grosor.




Ingredientes:

Para el bizcocho:
5 huevos
150 g chocolate Nestlé Postres
100 g mantequilla
150 g azúcar
100 g harina
1 / 2 sobre de levadura
1 pizca de sal

Para la ganache:
250 ml nata
20 g azúcar glas
200 g chocolate Neste Postres

100 g de mermelada de albaricoque

Para tapar los poros:
40 ml nata
50 g chocolate

Para la cobertura:
250 ml nata
250 g chocolate Neste Postres
100 g mantequilla

Para las rosetas:
100 g chocolate
50 g mantequilla
pétalos de chocolate blanco
perlas de azúcar




La Sachertorte se caracteriza por una presentación sencilla y elegante. Por eso la encontramos decorada con su nombre escrito con un hilo de chocolate. Pero para celebrar el aniversario de Oriol, he decidido hacer una corona con dieciséis rosetas. Es la corona de mi príncipe.



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