Brazo de gitano de tiramisú





Estoy triste y tengo ganas de llorar. Y no sé por qué. ¡Tengo todo lo que necesito!  Incluso salgo con un chico que me quiere muchísimo. Es apuesto, decidido y muy simpático. Nos vemos todos los días y no se cansa de repetirme "¡Te quiero, te quiero mucho!"

Desde que lo conozco, ya no necesito amigos porque él lo es todo para mí. Me mima y me protege. Me lleva a todas partes y me susurra al oído cosas bonitas. "Te quiero!", me dice cogiéndome la mano y mirándome con ojos tiernos.

En casa dicen que parezco un alma en pena, que ando arrastrando los pies y que no soy la chica alegre de antes. Insisten que salga con mis amigas, pero mi novio dice que no necesito amigas, que ya lo tengo a él.

Bien mirado, no entiendo por qué estoy triste. Salgo con un chico que dice que me quiere mucho, pero yo ... ¡yo sólo tengo ganas de llorar!





Si queréis impresionar con un buen postre, este brazo de gitano es ideal. ¡Y no hace falta decir que es buenísimo! No os preocupéis si veis que los bombones lloran, y es que no acaban de aceptar que su belleza sea tan efímera.

Si ya os habéis decidido, primero encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Ya hemos hecho muchas veces una lámina de bizcocho y estoy segura que os sale perfecto, pero si aún tenéis dudas, ved la receta del Brazo de gitano de nata y fresas, donde encontraréis también un paso a paso con todos los detalles.

Una vez sacamos el bizcocho del horno, vamos despegando el papel y a continuación lo enrollamos con un paño de cocina o con el mismo papel, y lo dejamos enfriar.





Mientras el bizcocho se enfría, preparamos el tiramisú. Ponemos en remojo las hojas de gelatina. En un recipiente ponemos las yemas y el azúcar, y los vamos batiendo hasta que blanqueen. Llegado este punto, añadimos el Amaretto, batimos un poco más y luego ponemos el queso. Seguimos batiendo unos minutos más.

Escurrimos las hojas de gelatina, los ponemos unos segundos en un cazo al fuego con unas gotas de agua para que se deshagan y las echamos a la crema. Agitamamos bien y añadimos la nata montada. Seguimos batiendo hasta que todos los ingredientes han quedado bien emulsionados.

Desenroscamos la lámina de bizcocho, esparcimos una buena cantidad de la crema que acabamos de hacer, y ayudándonos del mismo papel de horno lo volvemos a enrollar. Con la crema que nos ha sobrado untamos toda la superficie del brazo.





Lo decoramos con hojas de chocolate y bombones. Para hacer las hojas necesitamos unas hojas de naranjo, lavadas y secadas, y chocolate fundido al baño María. Las hacemos como ya os conté en la receta de la Tarta de trufa. Los bombones de chocolate y naranja confitada los hacemos como os enseñé hace unos días aquí.





Ingredientes:

Para hacer la lámina de bizcocho:
4 yemas
120 g azúcar
120 g harina
1 cucharadita de Royal
4 claras
1 pizca de sal

Para hacer el tiramisú:
5 yemas
225 g azúcar
3 cucharadas de Amaretto
300 g queso Mascarpone
6 hojas gelatina
400 ml nata montada

Para la decoración:
200 g chocolate Nestlé Postres
naranja confitada





Hoy os recomiendo el libro de Roddy Doyle, La mujer que tropezaba con las puertas. ¡Ojalá nadie tenga que derramar nunca lágrimas por sentirse maltratado, ni física ni psicológicamente!






Roscón de Reyes de cabello de ángel





Nunca olvidará el día que descubrió quiénes eran los Reyes. Cada año, mientras ponía las etiquetas a los regalos que los Reyes dejaban en casa, le venía a la mente una conversación que había mantenido con su hermano mayor hacía mucho tiempo, cuando debía rondar los 8 o 9 años.

- ¿Qué quieres decir quiénes son los Reyes? ¿Acaso no lo sabes? ¡Unos seres mágicos! ¡Pueden estar en todas partes al mismo tiempo, y son tan generosos que vienen cargados de regalos para todos los niños! ¡No, eso no es imposible! ¡Yo sé que tienen sacos y sacos llenos de monedas de oro y brillantes! ¡Y saben qué juguetes quiero porque han leído mi carta! ¡Yo misma se la di al paje!

Ya nada volvió a ser igual, pero su madre hizo lo posible para que en algún rincón de su corazón pensara que aquella noche era mágica. Y todavía ahora, cada 5 de enero, siente aquel cosquilleo en el estómago cuando está en la cama e intenta dormir, y es que juraría que ha oído a los Reyes, que han pasado de puntillas dejando una pizca de ilusión. La misma que ella ha querido transmitir a sus hijos.




Si os gustan las tradiciones y queréis hacer este roscón con forma de corona real, seguid mis indicaciones.

En primer lugar hacemos la masa madre, mezclando con una espátula todos los ingredientes hasta que tengan una consistencia fina. Tapamos el cuenco con un paño y dejamos reposar la masa un mínimo de 1 / 2 hora.

En otro cuenco ponemos el azúcar, la ralladura de limón, la leche, la mantequilla, los huevos y un tercio de la harina. Lo vamos trabajando, bien con las manos, bien con un robot de cocina o panificadora. Añadimos la masa madre y el resto de la harina, y lo amasamos durante diez minutos.

Tapamos el cuenco con un paño y lo dejamos reposar durante 2 horas (o hasta que haya doblado su volumen), dentro del horno, a una temperatura de 35 º.



Forramos la base y los lados de un molde redondo de 26 cm con papel de horno. Y para que podamos hacer una corona perfecta, ponemos en el centro del molde un aro de cocina, que también forraremos con papel.

Enharinamos el mármol y trabajamos la masa con las manos durante un minuto. Cogemos trozos de masa de 100 g, los estiramos y ponemos en el centro una cucharada bien llena de cabello de ángel. Cerramos, hacemos una bola y la ponemos en el molde. Vamos haciendo más bolas hasta tener el molde lleno. En este caso, han hecho falta 8.

Pintamos con huevo batido, tapamos con un paño y volvemos a poner el molde en el horno durante 2 horas, a una temperatura de 35 º.

Con la masa sobrante hacemos otro roscón, en un molde de 20 cm, rellenando las bolas con un trozo de chocolate.




Pasadas las dos horas veremos que ya ha doblado su volumen. Aumentamos la temperatura del horno a  180º. Y mientras esperamos que se caliente, volvamos a pintar el roscón con huevo, y lo decoramos con almendra laminada. Lo horneamos durante 25 minutos, pero unos minutos antes controlamos que no se queme.

Lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar. Lo desmoldamos y lo decoramos con las cerezas.




Ingredientes:

Masa madre:
100 g harina de fuerza
100 ml leche tibia
45 g levadura fresca de panadero

Masa:
180 g azúcar
piel rallada de 1 limón
100 ml leche
80 g mantequilla blanda
3 huevos pequeños
600 g harina de fuerza
6 g sal

Para el relleno:
500 g cabello de ángel

Para decorar:
1 huevo
100 g almendras laminadas
cerezas confitadas


¿Dónde está el haba? os preguntaréis. ¿Y la figurita del rey?

¡Sabía que os daríais cuenta! Y os diré que las tenía preparadas, pero decidí no ponerlas. La tradición manda que quien encuentre la figurita sea coronado rey, pero en casa no nos hace falta, porque ya todos lo somos. Mirad, sino: "el Rey de la bici", "el Rey de la informática", "la Reina de la bondad", "la Reina de la simpatía" y "la Reina de la cocina".




También dice la tradición que quien encuentra el haba debe pagar el roscón. Y se me planteó una duda. ¿Qué precio tiene mi roscón? Y no supe qué responder. Tiré inmediatamente el haba al cubo de la basura.


Pato a la naranja





Hasta hace poco, nadaba tranquilo por el lago. Hasta hace poco, estaba vivo y era hermoso. Entonces yo era un cisne. ¡Pobre, pobre de mí! ¡Ahora soy negro y estoy terriblemente quemado!

Me da la vuelta  una y otra vez el cocinero, el fuego me quema terriblemente. El trinchante ya me prepara el plato. ¡Pobre, pobre de mí! ¡Ahora soy negro y estoy terriblemente quemado! 

Ahora estoy en el plato y no puedo volar. Veo que todo el mundo tiene los dientes afilados. ¡Pobre, pobre de mí! ¡Ahora soy negro y estoy terriblemente quemado! (*)




Mientras preparaba la receta que hoy os presento, no me podía quitar de la cabeza ese grito de lamento. No era un cisne lo que yo tenía asándose en el horno, pero seguro que, mientras estaba vivo, debía ser un pato bien hermoso. Y no me cuesta mucho imaginármelo con su plumaje dorado y nadando vivaracho por el lago, buscando las migas de pan que los niños le ofrecían.

Por eso no podía presentarlo de cualquier manera. Si  tenemos que comer un pato, ¿qué mejor que hacerlo con una receta de categoría? Y más si se trata de la comida de Año Nuevo.

Encendemos el horno y lo ponemos a 200 ˚. Chamuscamos el pato para eliminar restos de pelos y plumas, lo lavamos y lo sazonamos. En una bandeja ponemos aceite, el pato, una cebolla cortada a cuartos, una zanahoria cortada en trozos, los ajos y un ramillete de hierbas, y la llevamos al horno. Al cabo de ½ hora, damos la vuelta al pato y lo dejamos ½ hora más.




Antes de exprimir el zumo, con un pelador de patatas pelamos la piel de 2 naranjas. Regamos el pato con los licores y, al cabo de 5 minutos, le añadimos el zumo de naranja. Lo dejamos 1 h más en el horno.

Cortamos la piel de las 2 naranjas en juliana. Escaldamos los trozos  2 minutos en agua hirviendo, los escurrimos y los ponemos en un cazo con el azúcar y agua. A fuego muy lento, durante 15 minutos vamos removiendo hasta que se evapore el agua y la piel se haya caramelizado.

Pelamos las otras 3 naranjas procurando que no quede nada de piel blanca, y las cortamos a gajos. Cuando haga 1 hora que el pato está el horno con el zumo de naranja, ponemos los gajos y los dejamos cocer 10 minutos. En total, el pato habrá estado en el horno 2 horas y cuarto.

Ponemos en un plato el pato y los gajos. Eliminamos el aceite de la bandeja  y colamos el zumo, y lo ponemos en el cazo de la piel caramelizada.  Agitamos bien, a fuego muy lento, para que quede todo bien ligado. Ponemos trocitos de naranja confitada encima del pato y  regamos el conjunto con el zumo.




Ingredientes:


1 pato de 2 kg, cortado a cuartos
sal y pimienta
1 cebolla
1 zanahoria
½ cabeza de ajos
1 ramillete de hierbas (romero, tomillo y 1 hoja de laurel)
aceite de oliva virgen extra
50 ml de Cointreau
50 ml de coñac
3 naranjas para hacer zumo (aprovechamos  la piel de dos para confitarla)
3 naranjas pequeñas para cortarlas a gajos


Hoy os recomiendo que escuchéis Carmina Burana de Karl Orff. Cantos de alabanza a la Primavera y al Amor, canciones ruidosas de jóvenes en la taberna ... Cierro los ojos y puedo imaginarme todas las escenas, mientras con la batuta dirijo los coros y la orquesta. In taberna quando sumus ...


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(Traducción de la canción n º 12. Olim lacus colueram, de Carmina Burana)