En la frialdad inmensa de una habitación de hospital, Teresa no puede hacer otra cosa que llorar. Piensa que no ha hecho nada para merecer esta suerte y maldice los dioses por haberla elegido a ella.
Está asustada. Un dragón feroz le está devorando el hígado y su familia no puede hacer otra cosa que llorar en silencio a su lado mientras espera el desgraciado desenlace.
Es joven y bonita, una princesa que pronto será devorada por la crueldad de este monstruo voraz que nadie puede dominar y que entra con perfidia en cualquier casa.
Pero cuando más impotente se siente, he aquí que aparece un noble caballero dispuesto a luchar con gran vehemencia contra este dragón. No le atemorizan ni los terribles bramidos de la bestia ni sus garras venenosas.
Él, un donante anónimo, ha venido a salvar una vida y, sin esperar un beso de agradecimiento, se va a galope sin hacer ruido en medio de los llantos de alegría de unos padres que han visto a su hija salvada de una muerte segura.
Hoy, día de Sant Jordi, aún hay muchos dragones para vencer, y suerte tenemos de los valerosos caballeros dispuestos a salvarnos. Son actos de amor, que día tras día vemos a nuestro alrededor y que nunca agradeceremos lo suficiente.
Para celebrarlo, hoy os traigo un corazón que late muy fuerte. Suave y dulce en su interior pero con una armadura lo suficientemente resistente para hacer frente a cualquier ataque enemigo.
Si os animáis a hacer este Corazón de Sant Jordi, tenemos que empezar primero a preparar la carcasa de chocolate. Sería ideal disponer de un molde de silicona en forma de corazón pero si no tenemos, también sirve uno de metálico. Sólo será necesario que lo forremos previamente con papel de aluminio, como hemos hecho aquí.
Fundimos el chocolate al baño María y cuando su temperatura alcance los 35º, vertemos la mitad dentro del molde hasta cubrir toda la superficie. Dejamos que se endurezca, y le damos una segunda capa para que el corazón sea más resistente.
Mientras esperamos que se endurezca, vamos preparando la crema inglesa. Calentamos la nata en un cazo a fuego lento. En otro, batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen. Entonces echamos la nata caliente y ponemos el cazo al fuego.
Ponemos en remojo la gelatina en agua fría. Removemos la crema sin parar, vigilando que no sobrepase los 80 º. Al cabo de siete u ocho minutos, cuando veamos que empieza a espesar, la retiramos del fuego y añadimos las hojas de gelatina bien escurridas.
Vertemos dentro el chocolate blanco desmenuzado y mezclamos bien hasta que quede bien fundido. A parte, montamos la nata. Cuando la temperatura de la crema sea de unos 35 º, le añadimos la nata, removiendo con cuidado con un batidor.
Desmoldamos el corazón y le retiramos el papel de aluminio. Vertemos dentro la mousse y lo dejamos en la nevera durante unas horas.
Cuando tenga una consistencia firme, decoramos el corazón con las fresas y los arándanos, y espolvoreamos la superficie con azúcar glas. Unas cuantas flores de azahar añadirán color y perfume a este corazón tan bueno.
Ingredientes (para un molde en forma de corazón de 750 ml de capacidad):
Para la carcasa de chocolate:
300 g chocolate Nestlé Postres
Para la mousse de chocolate blanco:
200 ml nata
40 g azúcar
2 yemas de huevo
2 ½ hojas de gelatina
200 g chocolate blanco
150 ml nata
Para decorar:
350 g fresas
un puñado de arándanos
1 cucharadita de azúcar glas
flores de azahar
¿Qué os parece si, tras ojear libros y comprar rosas, comemos un trozo de este Corazón de Sant Jordi tan exquisito? Después, podemos leemos las historias que nos cuenta Cuentos de amor de todo el mundo. Recopilación de Anna Guitart. RBA Libros. 2002.