Si alguna vez se había preguntado si era feliz, nunca había sido capaz de responder con sinceridad. Siempre le acechaban las dudas, y nada le era más fácil que imaginar decenas de situaciones ajenas y ponerse en el papel del protagonista, como quien cambia una pieza de un juego.
¿Era más feliz aquel que todavía veía el enamoramiento en los ojos de su pareja, tras años y años de convivencia? ¿El que llevaba a cabo un viaje largamente soñado, después de haberlo preparado con gran ilusión? ¿O la persona que podía llenar su tiempo haciendo lo que quisiera, una vez los hijos se habían hecho mayores y habían abandonado el nido familiar?
¿Quizá lo era más aquel que se enteraba de la victoria de una persona querida en su lucha contra una terrible enfermedad? ¿O aquel que había sido afortunado con un premio de la lotería y por fin podía vivir sin miedo al futuro? ¿O el que se sentaba con los amigos en el sofá a mirar una película alquilada al tiempo que compartían un tazón de palomitas?
¿O quizás aquella persona que un día se levantaba por la mañana viendo que todos los achaques de su cuerpo habían desaparecido? ¿O la que vivía la dulce espera de un hijo, sintiéndolo crecer en su barriga? ¿O la que tenía un techo donde dormir cada noche y guarecerse cuando llueve?
Imaginaba todas las situaciones, interpretaba todos los papeles, y al final pensaba que ya era suficientemente feliz porque lo tenía todo. O simplemente quería creerlo, porque en realidad no tenía nada. Pero tampoco le hacía falta nada ...
Yo me siento a contemplar el pequeño huerto que tengo en un rincón del jardín y ¡ya me siento feliz!
Hoy haremos una receta fácil y sana, y con ingredientes de calidad. Los tomates y el pimiento son ecológicos y os puedo garantizar su excelencia porque los he cultivado yo misma, y han pasado del huerto al plato en menos de una hora.
El bacalao es también de una calidad superior porque es de ROYAL, marca que pertenece a Copesco-Sefrisa, empresa que lleva más de 150 años dedicada a la importación de auténtico bacalao pescado con anzuelo en las aguas más frías del Atlántico.
Para preparar esta Tapa de tomate y bacalao sólo hay que descabezar los tomates y quitarles parte de las semillas. A continuación les clavamos una brocheta o un palillo, y los rellenamos con bacalao desmigado y con un trozo de pimiento verde.
Terminamos la decoración poniendo encima del bacalao un poco de olivada, que habremos hecho en casa triturando unas aceitunas negras deshuesadas y aceite de oliva virgen extra.
Ingredientes:
tomates cherry pera
bacalao desmigado Royal
pimiento verde italiano
olivada casera
Y mientras esta Tapa de tomate y bacalao alegra cualquier mesa de verano, sed felices leyendo Kate Morton, El jardín olvidado. Editorial Suma de letras. Madrid, 2010.
Margarida, aun no he cerrado la boca al ver estos deliciosos pinchos, que bonitos ¡¡¡¡¡ que presentación mas estupenda. Y segurísimo que están riquísimos.
ResponderEliminarEl bacalao es mi debilidad.
Saludos desde Almeria.