El chico tranquilo no dice nunca que no, y camina despacio sabedor que ninguna desazón le preocupa. No tiene problemas ni carencias, y resuelve todos los conflictos con una sobriedad exquisita propia de una edad más madura.
No tiene prisa por llegar a ninguna parte porque sabe que, siguiendo el camino recto, llegará en el momento apropiado, a pesar de los buitres que puedan surgir sin avisar. Nada le importa el tiempo que ha arrancado a sus sueños porque está convencido que al final estos se harán realidad.
Al chico tranquilo le han crecido los pies y pronto será un hombre. Y mientras aprende a hacer los pasos más largos, mira hacia delante para descubrir con serenidad los nuevos retos que se le presentan. Despacio, y sin abandonar la sonrisa.
Mi hijo Oriol ha hecho diecisiete años. Aún tengo muy presentes la Tarta de chocolate y crema de mantequilla que publiqué cuando hizo quince, y la Sachertorte de sus dieciséis años. ¡Con qué placer se las comía! ¡Bien se ve que es muy goloso!
Este año le he preparado una tarta de queso y frutas y, agradecido como es, la ha encontrado deliciosa. Si vosotros también la queréis hacer, ya podéis empezar a tomar nota.
Para hacer la masa sablée he usado la receta de Mercè, de Cuina per a llaminers que, como ya sabéis, es de toda confianza. Para hacerla, primero mezclamos la mantequilla, el azúcar y la sal hasta que tengamos una masa homogénea. Añadimos entonces la almendra, el huevo y la harina, y la trabajamos bien hasta que quede bien fina. La dejamos reposar en la nevera 1 hora como mínimo.
Encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Con el rodillo, estiramos la masa (que habremos puesto entre dos films transparentes) y forramos con ella la base de un molde de 26 cm. La pinchamos con un tenedor y la horneamos durante 20 minutos.
La sacamos rápidamente del horno y, sin desmoldarla, la pintamos con clara de huevo batida.
Para hacer la crema, mezclamos el azúcar con el agua y las yemas en un cazo y lo ponemos al baño María hasta que la mezcla llegue a los 84º de temperatura.
Ponemos en remojo las hojas de gelatina. Montamos la nata y la guardamos en la nevera.
Con una batidora eléctrica batimos bien la mezcla de los huevos hasta que esté fría. Añadimos entonces la gelatina, que habremos deshecho con un poco de agua caliente, y el queso mascarpone, batiendo para que nos quede una crema sin grumos. Y finalmente incorporamos muy suavemente con una espátula la nata montada.
Ponemos una lámina de acetato alrededor de la pared interna del molde y echamos en su interior toda la crema. La dejamos en la nevera un mínimo de 4 horas.
Calentamos la nata y, cuando empiece a hervir, la apartamos del fuego. Le añadimos el chocolate y removemos bien hasta deshacerlo. Lo vertemos encima de la tarta, tratando de hacer un círculo pero sin que llegue al borde.
Desmenuzamos las almendras tostadas y peladas, y las esparcimos encima del chocolate. Hacemos unas rosetas de nata en el borde de la tarta y intercalamos unas moras. Terminamos la decoración con 17 frambuesas.
Ingredientes:
Para la base sablée:
130 g mantequilla
80 g azúcar glas con aroma de vainilla
1 pizca de sal
25 g almendra marcona molida
1 huevo
200 g harina
1 clara para pintar
Para la crema:
180 g azúcar glas
50 g agua
100 g yemas
8 hojas gelatina
500 g queso mascarpone
400 g de nata montada
Para el disco de chocolate:
100 g chocolate
50 g de nata
Para decorar:
2 cucharadas de almendras tostadas
150 g nata montada
17 frambuesas
11 moras
¡Una tarta exquisita para celebrar el cumpleaños de un hijo! Y como no sólo de dulces vive el hombre, alimentad también vuestro espíritu con la lectura del libro de J. M. Coetzee, Hombre lento. Ed. Mondadori. Barcelona, 2005.
Esta tarta es una adaptación de una receta del libro Chocolate, de Nicoletta Negri y Denis Buosi, que mi vecina Amparo me ha dejado gustosamente, ¡y es que vive este blog con la misma ilusión que si fuera suyo!
Hola Margarida! Que tarta más bonita!!! Es preciosa, y seguramente deliciosa! Felicidades para Oriol!!!
ResponderEliminarSaludos guapa!