El mozo acababa de entrar en la cocina y aún jadeante dio la noticia. Ella, que estaba vigilando el pan que acababa de poner en el horno, no daba crédito a aquellas palabras y, sin soltar la pala requemada por el uso, replicó:
-Mi señor, obispo de Amiens? No puede ser!
Su señor era de familia noble y ella, que lo había tenido en su regazo nada más nacer y le había dado las primeras sopas, habría jurado y perjurado que su señor no habría aceptado nunca tan gran dignidad. Tan grande era su bondad que no se consideraba digno de tal honor.
Lo que ignoraba la pobre mujer era que, instantes después de haber rechazado ese cargo, un rayo de luz de origen divino se había posado sobre su cabeza y un aceite misterioso le había ungido la frente, y que él, ante estas señales, no había tenido más remedio que aceptar la voluntad de Dios.
La mujer, para legitimar sus palabras, dijo que sólo se lo creería si aquella pala que tenía entre sus manos se convertía en árbol. Aún no había acabado de hablar cuando la madera empezó a echar raíces y fue cubierta por una fina corteza ante la mirada estupefacta de la mujer.
Hace siglos que los panaderos y panaderos tienen como patrón a San Honorato y un pastelero parisino le rindió homenaje dedicándole el Gateau Saint Honoré.
Hace unos días fue mi cumpleaños y yo no encontré otra manera más dulce de celebrarlo que regalándome esta tarta.
Parece laborioso, y no os voy a negar que lo es. Pero no me gustaría que su espectacularidad os desanimara a hacerlo pensando que no sois capaces. Os aseguro que su elaboración está al alcance de cualquier persona.
En primer lugar preparamos la crema pastelera como ya hemos hecho tantas veces. Una vez hecha, la tapamos con film procurando que toque toda la superficie y la dejamos enfriar.
Tomamos la lámina de hojaldre, la ponemos sobre papel de horno y recortamos una circunferencia de 28 cm de diámetro. Pinchamos toda su superficie con un tenedor para evitar que suba durante la cocción.
Encendemos el horno y lo ponemos a 200º. Preparamos la pasta choux como os conté cuando hicimos los profiteroles. Ponemos la pasta dentro de una manga pastelera y dibujamos un círculo de unos 3 cm de ancho encima del hojaldre, siguiendo el borde de la circunferencia.
Con la pasta que nos ha sobrado hacemos bolas del tamaño de una nuez y las ponemos separadas encima de otra bandeja cubierta con papel de horno. Lo horneamos todo durante 15 minutos y, sin abrir el horno, bajamos la temperatura a 190º y lo dejamos 10 o 15 minutos más, hasta que veamos que las bolas ya se han hinchado y están doradas.
Ponemos la crema pastelera en una manga pastelera con una boquilla larga y estrecha, y rellenamos las bolas. Para hacer este pastel necesitaremos 12, el resto las guardamos en la nevera.
Montamos la nata y la mantenemos en frío. Ponemos el azúcar dentro de un cazo al fuego y hacemos un caramelo. Con una cuchara, cogemos un poco y lo vamos dejando caer sobre papel de horno, haciendo unos dibujos, que servirán para la decoración.
Llenamos el hueco central de la tarta con la crema pastelera. Ponemos un poco de caramelo en la base de las bolas rellenas y las vamos pegando sobre el círculo de pasta choux.
Ponemos otra bola en el centro del pastel y con la nata, que habremos puesto dentro de una manga pastelera, cubrimos toda la crema. A continuación, hacemos unas rosetas entre las bolas.
Acabamos la decoración poniendo los adornos de azúcar encima de la nata y espolvoreando las bolas con azúcar glas.
Ingredientes:
1 lámina hojaldre de 230 g
Para la pasta choux:
125 ml agua
125 ml leche
100 g mantequilla
1 pizca de sal
150 g harina
4 huevos
Para la crema pastelera:
1/2 l de leche
4 yemas
125 g azúcar con aroma de vainilla (*)
45 g Maizena
400 ml nata 35% m.g.
100 g azúcar para el caramelo
1 cucharada azúcar glas
(*) Después de extraer las semillas, no debemos tirar nunca las vainas de vainilla. Si las ponemos dentro de un tarro de cristal lleno de azúcar, siempre tendremos a punto azúcar con aroma de vainilla.
Y para celebrar que hace poco he realizado uno de los sueños de mi vida, hoy os recomiendo Julio Verne, Cinco semanas en globo. Editorial Edaf (Biblioteca Edaf Juvenil). Madrid, 2005.
Navegar entre las nubes es una aventura fantástica!
Feliz cumpleaños Margarida....esta tarta es un lujo,y es lo que tu te mereces...!como no!
ResponderEliminarbesos
Que ricas recetas publicaste mientras estaba ausente
ResponderEliminarno se con cual quedarme
una delicia todas
Estoy vuelta de mi vacaciones quier saludarte a invitarte a mi blog http://comidachile.blogspot.com/2011/04/curanto-en-olla-o-pulmay.html
besos
Felicidades! Llevo con ganas de hacer esta tarta ni se sabe, te ha quedado estupenda...
ResponderEliminarZorionak, Margarida!!!
ResponderEliminarme parece que te has hecho un super regalo, con esa buenísima tarta... mira que yo he hecho profiteroles cantidad de veces, pero nunca he preparado la tarta Saint Honoré... y eso que me encanta... a tí te ha quedado preciosa.
Felicidades otra vez.
Per molts anys!!! una gran tarta! es una de les que tinc pendents de fer, ha d'estar molt bona! petons!
ResponderEliminarvaya tiene una pinta estupenda. Que rico te ha quedado. Bss.
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