Tarta de Sant Jordi con mousse de fresas




La princesa Isabel ha enloquecido de tristeza, y ni los más famosos médicos de Córdoba, ni el amor que siente por ella el invencible Hamet pueden hacer nada para devolverle la cordura. Su locura, sin embargo, es pacífica y su dolor, mudo.

El sarraceno, observándola, se consume en silencio, y llora. Lejos queda el día en que la vio por primera vez cuando iba a asediar el castillo de su padre y cómo, cautivado por la perfección de sus formas, quedó prendado.

Fue entonces cuando, ante la mirada desconcertante de sus soldados, decidió dejar indemne el castillo y llevarse la joven a su palacio. Meses después, ni la vida confortable que le ofrece el galán Hamet ni los preciosos jardines repletos de rosas traídas de los lugares más remetos consiguen iluminar la mirada de la desdichada Isabel.

Encerrada en su mundo, sólo busca un imposible, una rosa azul que no encuentra en ninguna parte. El pobre sarraceno, dispuesto a dar la vida si es necesario para devolverle la salud, se dirige finalmente humilde y piadoso al dios de Isabel pidiéndole el milagro de su curación.

Inmediatamente, mientras una nube cubre  las rosas del jardín con una gasa azulada, el color vuelve  al rostro de la noble dama, que acepta feliz la conversión de su enamorado. (*)




Por Sant Jordi, una rosa. Y si es necesario, acompañada de una buena tarta. En casa hemos comido una pequeña tarta que es una delicia: Tarta de Sant Jordi con mousse de fresas.

Si os ha llamado la atención y la queréis hacer, solo tenéis que seguir las indicaciones que os daré.

Empezamos preparando el merengue francés: ponemos a calentar agua en una cacerola a fuego suave. Tamizamos el azúcar. Batimos la clara con la sal hasta que haga un poco de espuma. Añadimos entonces el azúcar, de cucharada en cucharada, sin dejar de batir.

Cuando el agua de la cazuela esté caliente, ponemos dentro el bol donde hemos batido la clara. Y batimos sin parar durante 8 minutos con una batidora eléctrica hasta que el merengue haga picos, como se ve aquí:




Trituramos las fresas y las pasamos por un cedazo para sacar las semillas. Ponemos en remojo, en agua fría, las hojas de gelatina, y finalmente montamos la nata.

Calentamos 3 cucharadas del puré de fresa, ponemos las hojas de gelatina escurridas y los mezclamos hasta que se deshagan. Añadimos el resto del puré. Incorporamos el merengue mezclando con suavidad. Y finalmente añadimos la nata.

Ponemos una tira de acetato alrededor de 8 moldes de silicona de 7 cm de diámetro (o si lo preferís, uno de 26 cm), y los rellenamos con la mezcla, dejándolos toda la noche en la nevera. A la hora de desmoldar-los, mejor si los ponemos previamente una hora en el congelador.

Para preparar el espejo de fresas, trituramos las fresas y las ponemos al fuego. Cuando se hayan reducido a la mitad, ponemos el jerez. Dejamos evaporar el alcohol y añadimos el azúcar, y no paramos de remover hasta que  espese y quede como una mermelada. Dejamos enfriar.

A la hora de montar la tarta, desmoldamos la mousse y la ponemos en un plato. Pintamos la superficie con la mermelada de fresa y ponemos alrededor de la tarta los bizcochos cortados por la mitad.

Decoramos con una cinta y una rosa.


 


Ingredientes (para 8 minitartas):

250 g fresas
100 g merengue francés
4 hojas gelatina
200 g nata 35% m.g.

Para el merengue:
1 clara de huevo de agricultura ecológica
60 g azúcar glas
1 pizca de sal

Para el espejo de fresas:
200 g fresas
1 cucharada jerez
100 g azúcar

28 melindros




Por Sant Jordi tampoco puede faltar un buen libro. Así que, para acompañar esta deliciosa y delicada Tarta de Sant Jordi con mousse de fresas, os proposo En nombre del amor, de Nicholas Sparks. Rocaeditorial. Barcelona, 2010.



(*) Historia basada  en el cuento  Las rosas azules,  de Los días del Albaicín: tradiciones, leyendas y cuentos granadinos, de Antonio Joaquín Afán de Ribera. 1886.


Merluza con mejillones




¡Mira que llegas a ser feo! Y llevas unas barbas tan descuidadas como las de los vagabundos que  evitan desde hace tiempo las tijeras del peluquero.

Son muchos  los que huyen de  tu fragancia y de la negrez  de tu piel buscando placer en cuerpos más redondeados y de tonos más pálidos.

Se apartan de ti porque eres pobre, dicen, y porque tu cuerpo áspero y lleno de úlceras no invita en absoluto  a las caricias. Pero cuando alegas que ha sido afeado por las sacudidas de la vida, no me negarás que un buen cepillado lo dejaría más fino y reluciente que el más precioso de los ónices.

Puedes estar contento conmigo, porque hace años que descubrí las cualidades que escondes tras la oscura coraza y porque no me canso de explicarlas aunque sólo sea para justificar mi amor. Sabes que no puedo vivir sin ti, pero si te cortaras las barbas reconozco que me harías la mujer más feliz del mundo.  

¡Por favor, un kilo de mejillones!




Si hay algo en la pescadería que no resalta por su belleza, son los mejillones. Pero, una vez en casa y desprovistos de sus valvas, ganan mucho y son capaces de mejorar un montón de platos.

Hoy os traigo una Merluza con mejillones buenísima, ideal para un día de fiesta. Si la queréis hacer, sólo tenéis que seguir mis indicaciones:

 Limpiamos los mejillones y los ponemos al fuego en una cazuela con un vaso de agua. Tapamos y dejamos que se abran. Eliminamos entonces las valvas de los mejillones y colamos el agua.

Salpimentamos los filetes de merluza y los ponemos en una bandeja que pueda ir al horno. Vertemos el vino blanco y el agua de los mejillones hasta cubrirlo totalmente. Los cocemos durante 6 minutos en el horno precalentado a 180º.

Con cuidado, vertemos todo el líquido de la bandeja en un bol, y cubrimos la merluza con papel de aluminio para mantenerlo caliente.

Fundimos la mantequilla en un cazo a fuego lento, añadimos la harina y la cocemos durante 2 minutos. Vertemos el líquido reservado, removemos bien para evitar grumos y lo cocemos a fuego lento hasta que la salsa comience a espesar. Añadimos los mejillones y rectificamos de sal.

Ponemos la merluza en el plato y vertemos por encima la salsa y los mejillones. Y decoramos con el perejil picado fino.




Ingredientes (para 4 personas):

2 filetes de merluza de palangre (750 g aprox.)
750 g mejillones de roca
100 ml vino blanco de  calidad
300 ml agua de los mejillones
50 g mantequilla
30 g harina
sal marina
pimienta negra recién molida
perejil ecológico




Imaginad una parada de pescado en el mercado, adornada con merluzas frescas puestas en fila y cajas de mejillones de la costa haciéndoles compañía. ¿No creéis que es increíble la transformación de este plato?

Pues si esta Merluza con mejillones os ha gustado, también pasaréis un buen rato con Franz Kafka, La metamorfosis. Alianza Editorial (Colección Biblioteca Kafka).  Madrid, 2011.


Brazo de gitano primaveral de chocolate




La belleza de la Dama del Castillo de Florejacs era tan deslumbrante que atraía al pueblo caballeros de todas partes dispuestos a ser sus pretendientes.

Sin embargo, cuentan las malas lenguas que, tras haberlos seducido con sus artes hechiceras, los convertía en flor y los plantaba a continuación en su jardín, que acabó adquiriendo una gran notoriedad por la delicadeza y singularidad de sus ejemplares.

Quién sabe si la pobre Dama, cansada de que sólo vinieran a ella jóvenes atraídos por su belleza sin tener en cuenta su inteligencia, decidió tratarlos como se merecían. Y, para que soportaran en su propia piel el peso abrumador de las miradas ajenas, los transformaba en hermosas flores.

Sin embargo esta despiadada habilidad de la Dama no le fue muy favorable puesto que, habiendo llegado a oídos del rey su crueldad, no tardó en ser juzgada y ejecutada.




Para celebrar la llegada de la primavera, y mi cumpleaños (todo hay que decirlo), he hecho este Brazo de gitano primaveral de chocolate que parece el jardín de una princesa.

Si os ha gustado y deseáis hacerlo, seguid mis indicaciones. La explicación es muy larga, pero su elaboración no tiene ninguna dificultad, así que no os asustéis, y ¡ánimo!

Empezamos preparando la mousse tal como os expliqué cuando hice la Tarta corona de chocolate: ponemos la nata al fuego y, mientras esperamos que rompa a hervir, batimos las yemas con el azúcar. Vertemos la nata y llevamos de nuevo el cazo al fuego, removiendo constantemente durante 6-7 minutos y vigilando que la temperatura no alcance los 80º.

Apartamos el cazo del fuego y añadimos el chocolate desmenuzado. Removemos hasta tener una crema homogénea. Entonces la dejamos entibiar, la cubrimos con film transparente y la guardamos en la nevera un mínimo de 4 horas, o bien toda la noche.

Para hacer el bizcocho, encendemos el horno y lo ponemos a 180º. Cubrimos una bandeja con papel de horno. Montamos las claras con una pizca de sal, hasta tenerlas a punto de nieve. En otro bol batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen. Mezclamos la harina con la levadura y el cacao. Los pasamos por un cedazo y los vamos incorporando a las yemas poco a poco. Si queda demasiado seco y cuesta trabajar, añadimos un par de cucharadas de clara. Acabamos incorporando con suavidad, con una espátula, el resto de la clara. Vertemos la masa sobre una fuente cubierta con papel de horno, y la vamos alisando hasta obtener un rectángulo de 40 x 30 cm.  La horneamos durante 8 minutos.

Sacamos el bizcocho del horno y, para que no se seque mientras se enfría, lo cual haría que se rompiera a la hora de hacer el brazo de gitano, podemos hacer dos cosas. El procedimiento más sencillo es enrollarlo con el mismo papel que lleva pegado en la base, pero el bizcocho tiende a humedecerse.

Por eso sigo otro sistema que me da mejores resultados: una vez sacado del horno, lo cubrimos con un paño de cocina (que llamaremos A). Le damos la vuelta,  de forma que el papel quede en la parte de arriba y el trapo A a la banda de abajo. Sacamos con cuidado el papel, tapamos este lado con otro paño de cocina (B) y lo volvemos a girar de manera que este trapo B quede en el lado de abajo. Retiramos el paño de cocina A y enrollamos la lámina de bizcocho con el trapo B. Lo dejamos enfriar.




Ahora preparamos la galleta de chocolate: fundimos el chocolate blanco al baño María y, ya fuera del fuego, y un poco templado, lo mezclamos con los cereales y las almendras. Extendemos la mezcla sobre un trozo de papel de horno y la ponemos en la nevera durante 1 hora. Una vez la galleta se haya endurecido, el desmenuzamos con un cuchillo hasta obtener trozos pequeños.

Mezclamos la galleta desmenuzada con el chocolate cremoso que tenemos en la nevera. Desenroscamos el brazo de gitano, extendemoss el chocolate por toda la superficie y lo volvemos a enrollar (¡esta vez sin el paño de cocina!). Guardamos el brazo en la nevera.

Fundimos el chocolate negro y hacemos unos conos con la ayuda de un molde, fundimos el blanco y hacemos flores de chocolate. Los ponemos en la nevera y los desmoldamos al cabo de una hora.

Con la ayuda de un colador fino empolvoreamos toda la superficie del brazo de gitano con cacao. Repartimos las flores, que mantendremos levantadas poniendo los conos detrás, y decoramos con hojas de fresa y unas fresas.




Ingredientes:

Para la mousse de chocolate:
500 ml nata 35% m.g.
3 yemas de huevos de agricultura ecológica
50 g azúcar
350 g chocolate negro Nestlé Postres

Para la galleta: 
130 g chocolate blanco Nestlé Postres
40 g almendras tostadas
20 g cereales Kellogg 's

Para la lámina de bizcocho:
5 claras de huevos de agricultura ecológica
1 pizca de sal marina
5 yemas de huevos de agricultura ecológica
150 g azúcar
125 g harina
20 g cacao en polvo
7 g levadura Royal

Para decorar:
1 cucharada cacao en polvo
50 g chocolate negro Nestlé Postres
100 g chocolate blanco Nestlé Postres
6 fresas
hojas de fresa




¿No es este Brazo de gitano primaveral de chocolate una buena manera de celebrar la llegada de la primavera, que nos obsequia con sus colores y sus perfumes?

Pues se lo dedico a BTV, fan incondicional de estas páginas, bon vivant y mejor persona. Y como hombre de mundo a quien le encanta viajar, sé que un día hizo el recorrido de los Castillos de la Segarra, comarca donde encontraréis el Castillo de Florejacs.

Y nada mejor para acompañar la belleza de este postre que la lectura de El jardín olvidado, de Kate Morton. Suma de letras. Madrid, 2010.


Mona nido de chocolate




Rosario está curada de espanto. Nunca olvidará el hambre que pasó de niña, el ambiente gris  que se respiraba en la calle en su juventud ni los callos que acumulaban sus manos de tanto limpiar las casas ajenas.

Ningún momento para disfrutar de la vida, sin parar de trabajar. Ni vacaciones ni caprichos. Ahorrando lo que podía para poder realizar algún día aquello que más deseaba: viajar y conocer mundo, y ver con sus propios ojos los paisajes que aparecían en los calendarios que año tras año colgaba en la puerta de la cocina y que luego guardaba en una caja.

Cuando no eran los estudios de los hijos, era el marido en paro. Cuando no era cuidar los padres, era el cáncer que sufrió años atrás. Siempre mirando por los demás, siempre posponiendo su sueño, siempre arriba y abajo, olvidándose de vivir...

Los años han ido pasando, y cuando parecía que sus manos -tan activas en otro tiempo y torpes ahora a causa de la artrosis- estaban a punto de alcanzar su propósito, he aquí que los hijos vuelven al nido porque se han quedado sin casa.

Se frota los ojos y no lo entiende. Quisiera que alguien le explicara qué ha pasado, quién es el culpable de esta situación que parece que no tiene solución.

Pero, como madraza que es, se seca las lágrimas y los acoge con los brazos abiertos, velando por su nido con la misma pasión de siempre. Su sueño, una vez más, queda aplazado para más adelante.




Hoy es día de la mona, y muchos padrinos habrán llevado orgullosos la mona a sus ahijados. Monas de todo tipo en la mesa del lunes de Pascua.

En casa hemos sido muy tradicionales, y hemos vuelto a comer unos huevos de brioche que son una auténtica delicia. Pero la novedad de este año ha sido la presentación, y os puedo decir que ha causado una gran admiración. ¿Os gusta nuestra Mona nido de chocolate? ¡Pues tomad nota para cuando la queráis hacer!

Primero haremos el nido. Cogemos un bol y forramos la base -por la parte externa- con papel de aluminio. Fundimos el chocolate al baño María y, un vez atemperado, lo ponemos en una manga pastelera con una boquilla fina. Vamos hacemos rayas imitando la forma de un nido. Ponemos unos minutos el bol en la nevera para que se endurezca el chocolate, y después hacemos otra capa. Vamos repitiendo el mismo procedimiento hasta terminar el chocolate y tener confeccionado el nido.




Para hacer los huevos de brioche, tengo que confesar que he usado la panificadora para amasar la masa, pero si no tenéis, podéis hacerlo a mano sin ningún problema.

Empezamos vertiendo en la panificadora todos los ingredientes en este orden: la leche, la sal, el azúcar, el huevo batido, la mantequilla blanda, la ralladura de limón, la miel, el coñac, la harina y la levadura, y lo amasamos durante 15 minutos. Hacemos una bola, la ponemos en un bol, la tapamos con un paño húmedo y la dejamos en el horno a 40º durante 1 hora, o hasta que haya doblado su volumen.

Trabajamos la masa durante 1 minuto y hacemos bolitas de 40g de peso. Las ponemos encima de papel de horno, las tapamos con un paño húmedo y las volvemos a dejar dentro del horno durante 1 hora más. Batimos el huevo que tenemos reservado con un poco de azúcar glas y pintamos las bolas de brioche. Las volvemos a poner en el horno otra hora.

Las sacamos del horno, subimos la temperatura a 180º y, una vez caliente, las horneamos durante 10 minutos. Las dejamos enfriar.




En el momento de llevar la mona a la mesa, ponemos los huevos de brioche dentro del nido, decoramos con unas plumas de colores y lo acompañamos de una gallina.

Ingredientes (para 12 huevos de brioche):

115 ml leche
3 g sal
30 g azúcar
30 g huevo de agricultura ecológica
40 g mantequilla blanda
1 cucharadita de ralladura de limón ecológica
5 g miel
5 ml coñac Torres 10
250 g harina de fuerza
12 g levadura fresca de panadero

Para pintar los huevos:
25 g huevo de agricultura ecológica
1 cucharadita de azúcar glas

Para el nido de chocolate:
350 g chocolate negro Nestlé Postres




Para acompañar esta Mona nido de chocolate, y para motivar a los jóvenes para que no abandonen el hábito de la lectura, nada mejor que la obra de Joaquim Carbó, La casa bajo la arena. Editorial Aliorna. Barcelona, ​​1988.